Mil maneras de morir

Ya son varios los casos de fallecimientos en España por circunstancias insólitas.

Una rama que mata a un veterano de guerra en El Retiro, un camión de cerdos que vuelca sobre dos ciclistas en Navarra o una ballesta que unos ladrones arrojan y desangra a una mujer que viaja en un coche. Todos ellos son sucesos insólitos, casi imposibles, en los que la suerte juega en contra de la vida.


En los últimos días, el infortunio ha destrozado a varias familias españolas, que han visto como la muerte ha entrado en sus vidas de una forma casi absurda, con unas desgracias difíciles de creer e, incluso, de imaginarse que puedan ocurrir. Es, por ejemplo, el caso de Carlos, un militar de 38 años.


Se jugó la vida en varias misiones en zonas de conflicto como Líbano y Bosnia, pero fue una rama de gran peso la que acabó con su vida el sábado, mientras cuidaba a sus hijos, de uno y cuatro años, bajo la sombra del parque madrileño de El Retiro. Esperaba a su mujer que había ido a un hospital cercano para visitar a un familiar.

Un absurdo accidente cuyas causas investiga ahora el Ayuntamiento de Madrid y al que siguió otro suceso insólito, que se produjo al día siguiente en una carretera secundaria de Navarra. Un camión lleno de cerdos cortó el hilo de la vida de dos ciclistas, de 48 y 57 años.


Eran habituales de la bicicleta y había decidido salir a hacer ejercicio con otros cuatro compañeros como cualquier otro domingo, cuando la mala suerte se cruzó en su camino. El camión circulaba en sentido contrario al pelotón y volcó sobre ellos justo cuando pedaleaban a su lado. Dos de ellos murieron en el acto.


¿Por qué volcó el camión justo cuando circulaban al lado los ciclistas? La Policía Foral Navarra investiga las causas de este desgraciado accidente. Pero ni los mejores policías pueden saber cuáles son las monedas con las que la vida apuesta en la ruleta de la fortuna.


El infortunio a veces juega fuerte y hace cinco días lanzó un órdago a una mujer de 75 años. Y ganó. Ella viajaba de copiloto en un coche por la autopista R-5 (Madrid) cuando una ballesta de un camión se le clavó en la pierna tras perforar los bajos del vehículo. Unos ladrones, que iban en un camión, la habían arrojado por el camino después de robar diverso material en una nave. La mujer murió desangrada.


Un suceso se antoja insólito, pero no es la primera vez que ocurre.


En el año 2005, también en Madrid, un conductor de 35 años sufrió el brutal impacto de una plancha de hierro. El objeto cayó desde un camión y chocó con el parabrisas delantero del turismo que conducía. La placa le destrozó la cabeza y provocó su muerte en el acto.


La suerte desdichada también aprovecha las fechas más celebres para aparecer. Hace dieciocho años, las tradicionales doce uvas de Año Nuevo acabaron en Madrid con la vida de una mujer de 72 años. Las pepitas y la jugosa carne transparente de la uva obstruyeron la garganta de la anciana.


En un principio, el médico que la atendió no se atrevió a certificar su muerte porque no sabía a ciencia cierta en qué año había muerto.  ¿Antes o después de las doce? En presencia de la juez de instrucción, el facultativo esclareció la incógnita: la anciana no había llegado a ver el nuevo año de 1997. Se atragantó antes de que el reloj de la Puerta del Sol marcara las doce.


En otras ocasiones, la desdicha se mezcla con un peligroso apego a los animales. Un riesgo del que no se dio cuenta un vecino de un pueblo de Orense que en 1990 murió aplastado por una roca mientras gozaba de los placeres carnales, que no culinarios, que le proporcionaba su gallina favorita.


La pasión en su relación con el animal hizo que se tambaleara una pared y provocó el deslizamiento del pedrusco que causó su muerte