Emilia Pardo Bazán salió preocupada del Palacio de la Aljafería cuando lo visitó en 1899. De ello dejó constancia en su libro ‘Por la España pintoresca y otras notas de viaje’, volumen que ha reeditado hace unos meses la modesta casa editora Rimpego.

La escritora gallega describe el desencanto que sintió al recorrer "los salones de soberbias techumbres artesonadas al estilo árabe" bajo los que reinaba el desorden: "un arsenal" con "hileras y trofeos del armamento destinado al ejército español".

Fue necesario casi un siglo más para ajustar cuentas con el pasado y reconvertir "aquella armería" en el majestuoso monumento actual que da medida de su pasado. El príncipe Felipe puso la primera piedra de las obras de restauración en 1986 y él mismo inauguró el renovado y espléndido palacio 12 años después. En su visita, se detuvo en la capilla de San Martín, donde pudo leer una lámina del siglo XIX que reflejaba, precisamente, el uso cuartelario del Salón del Trono.

Han pasado 25 años desde aquella histórica visita que dejó impresionado al ahora Rey, quien no dejó de interesarse por los trabajos emprendidos gracias a la decidida apuesta de las primeras Cortes de Aragón. Este miércoles vuelve a recorrer las dependencias del Palacio de la Aljafería. Y si pudiera hacerlo Emilia Pardo Bazán, estaría de acuerdo con la definición que utilizó en 1998 ante el príncipe Felipe el entonces presidente de la Cámara, Emilio Eiroa: "Símbolo de todos los aragoneses, al ser sede del Parlamento, testigo de nuestra historia y ejemplo de convivencia de etnias, razas y religiones". Y también diría la escritora, como exclamó entonces el propio heredero de la Corona: "¡Cómo ha cambiado el Palacio!".   

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