El arte de emocionar

Un desfile planetario pudo divisarse en el cielo la noche de San Juan. Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno se veían a simple vista; Neptuno y Urano se unieron al espectáculo celestial, aunque apenas podían contemplarse.

Otra conjunción de estrellas ha tenido que producirse para que el universo literario esté de enhorabuena en Aragón: que una modesta asociación cultural nacida en la capital aragonesa sea reconocida con un premio nacional por fomentar la lectura y la escritura no ocurre todos los días.

El arte de emocionar con historias que atrapan el alma a gentes de todas las edades no está al alcance de todos, pero puede contagiarse gracias a iniciativas como la que pusieron en marcha Jorge Gonzalvo y Mamen Delpón, entre otros, hace más de una década. "Miedo a perder los legos/Miedo a sacar un 0 en un examen/Miedo a no ser un buen hermano". Es un extracto de un poema que escribió Lucas cuando tenía 10 años y que descansa en el Cementerio de Miedos, una de las felices iniciativas que ha tenido Atrapavientos en este tiempo.

Otra idea feliz ha sido la de impulsar los libros que importan, el amigo invisible de la lectura que consiste en tomar un ejemplar que te haya marcado por algún motivo, escribir una dedicatoria, envolverlo en regalo y llevarlo a la caseta de Atrapavientos de la plaza del Pilar, donde recibes otro de regalo.

Este intercambio gratuito de libros que tiene lugar en fechas navideñas es un éxito año tras año. Apenas una decena de personas trabajan en esta asociación e insuflan oxígeno literario en los pueblos y ciudades de España, y también de México, Marruecos, Suecia...