El zaragozano Diego Ibarra, fotógrafo del año en los prestigiosos premios POY Asia

Residente en Líbano desde 2014, Ibarra recibe este reconocimiento por su maestría en el seguimiento cotidiano de la realidad en zona de conflicto

El fotoperiodista zaragozano Diego Ibarra, en 2022.
El fotoperiodista zaragozano Diego Ibarra, en 2022.
José Miguel Marco | Diego Ibarra Sánchez, fotógrafo

Los premios POY Asia (Pictures of the Year) corresponden al segmento asiático de una iniciativa estadounidense: concretamente, del Donald W. Reynolds Journalism Institute en la Missouri School of Journalism. Se trata de unos galardones muy valorados en el gremio fotográfico a nivel mundial, que este año han posado su mirada en el ojo público de Diego Ibarra (Zaragoza, 1982)

El profesional aragonés es el Photographer of the Year (la medalla de oro de esta convocatoria) y ha sido destacado además en el segmento Daily Life Picture Story, que aplaude la capacidad relatora de una serie de imágenes cotidianas.

Ibarra lleva 10 años en Beirut (Líbano); entre 2009 y 2014 residió en Pakistán. Su experiencia y excelencia en la cobertura gráfica en zonas de conflicto está ampliamente probada y aplaudida: este jueves 11 de abril, con la noticia del premio aún fresca, la inspiración le ha pillado trabajando: una coyuntura picassiana y, al mismo tiempo, desprovista de todo glamur, por tratarse de su día a día.

“Vuestra llamada ha llegado cuando iba de camino a hacer unas fotos. El premio se agradece: ha sido muy bonito, siempre pasa con los reconocimientos, sobre todo cuando no los esperas. De todos modos, me gustaría insistir en que el premio es sobre todo a los protagonistas de mi trabajo, los que aparecen en las imágenes”.

Aplauso sostenido al talento

El premio es al repaso del trabajo de todo un año: en este caso, el pasado 2023. “Líbano vive en un estado de crisis endémica, pero fue un año con otros polos de atención. Cubrí el terremoto de Turquía para el ‘New York Times’, medio con el que colaboro desde 2012. También trabajé en un reportaje sobre la infancia perdida tras la caída del califato del Estado Islámico en Irak; cubrí hace unos años la guerra en Mosul y he seguido yendo con frecuencia. Es lamentable ver cómo toda una generación tiene comprometidos su presente y su futuro por la guerra, tantos años después de iniciarse”.

Ibarra también pasó el año pasado por Ucrania. El ataque de Hamás del pasado octubre y la réplica de Israel, que continúa a día de hoy con una política basada en el ensañamiento y una barbarie de estado que no ha recibido la adecuada repulsa internacional, es un contexto que obviamente preside su trabajo actual. “El conflicto entre Israel y Hezbolá está acabando con el sur del Líbano, destruyendo las vidas de gente que no está en el foco mediático; los más desfavorecidos, los sin nombre, justamente los que más merecen nuestra atención. El premio POY permite visibilizar todo esto”.

Ibarra recuerda que “hay otros conflictos aquí que siguen sangrando, y las consecuencias se sentirán a largo plazo. Los pueblos están devastados, los cultivos destrozados, se violan a diario convenciones internacionales… en lo personal, he tenido que ver cómo mataban amigos periodistas. En el terremoto turco, al ser sirios muchos de los afectados, intenté y conseguí pasar a Siria y retratar las consecuencias: la devastación alcanzó un rango bíblico por allá”.

No quiere ser 'paracaidista'

El aragonés define su ética de trabajo por el interés en empaparse de la cultura que le acoge. “He podido huir de la figura del paracaidista, que llega a un conflicto y lo abandona antes de empatizar con la gente que lo sufre; no critico ese formato de actuación, pero no es el que quiero para mí. De hecho, vivo en Líbano pero me gusta volver a los sitios donde he trabajado y comprobar cómo ha evolucionado la situación desde mi última visita. Eso me permite ser más honesto en mi trabajo”.

"Es un estímulo para seguir apostando por el formato ‘freelance’, por proyectos a medio y largo plazo, por una manera de contar historias que persigue precisamente despertar preguntas"

Los regresos al terruño, a la familia y los amigos (pertenece a la Asociación Profesional de Fotoperiodistas de Aragón) son balones de oxígeno para este zapador de la captura gráfica. “Son tiempos distintos, no es justo comparar las situaciones. Volver a Zaragoza es desconectar, preparar nuevos retos, disfrutar de los tuyos y darte cuenta una vez más de lo afortunados que somos en el llamado primer mundo, donde hay agua corriente, electricidad sin cortes y paz en la calle. Valoras todo un poco más”.

Contar historias y plantear preguntas

Ibarra aún no tiene detalles acerca de la entrega del premio. “Está claro que este galardón me abre una puerta al mercado asiático; es un estímulo para seguir apostando por el formato ‘freelance’, por proyectos a medio y largo plazo, por una manera de contar historias que persigue precisamente despertar preguntas y remover las conciencias de quienes miran las imágenes”.

El zaragozano se despide explicando que “sigo adelante con mi proyecto de análisis de los ataques a la educación, a las escuelas, esa intención de minar el pensamiento crítico: comencé con esto en 2010 y quiero seguir adelante. Ahora lo combino con otro análisis acerca de cómo afecta la guerra a la población civil, con una mirada que esquiva todas las propagandas. Mi lema es trabajo, trabajo y trabajo”.    

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