LETRAS HISPÁNICAS. OCIO Y CULTURA

Rodrigo Fresán: "La literatura no es una ciencia exacta, es un misterio y me divierto con ella"

El escritor argentino presentó su ambiciosa y extensa novela, más de 700 páginas, 'El estilo de los elementos' (Random House) en Zaragoza, en Cálamo

Rodrigo Fresán ha escrito una novela que resume sus temas, su tendencia a la experimentación y su concepción de la literatura como un territorio libre.
Rodrigo Fresán ha escrito una novela que resume sus temas, su tendencia a la experimentación y su concepción de la literatura como un territorio libre.
Toni Galán.

‘El estilo de los elementos’ (Random House), que presentó en Cálamo con  el escritor y gestor cultural Andrés Perruca, ¿es una novela en busca de un lector o de sí mismo?

Qué pregunta, como de psicoanalista. Uno puede establecer un montón de teorías de ese tipo pero yo no las tengo sobre mí mismo. Estoy convencido de que las teorías sobre los escritores pertenecen más a los lectores que al escritor mismo. Y tampoco me interesa mucho teorizar sobre mí porque tampoco quiero tener las cosas tan claras.

Nadie lo diría. Parece seguro.

Sí, sí. Me gusta mantener una cierta incertidumbre de lector mientras escribo y preguntarme qué va a pasar, y de dónde viene esto y por qué. Y que a veces te respondan segundas y terceras personas. Este es un libro más personal que ‘Melvill’ o ‘Los jardines de Kensington’, pero finalmente todos mis libros tratan sobre el leer y escribir, sobre olvidar y recordar, y sobre los conflictos paterno y maternofiliales.

¿Es un libro de balance y de afirmación de una trayectoria?

Sí. Yo pensaba que ese rol lo tendría mi trilogía, ‘La parte inventada’, ‘La parte soñada’ y ‘La parte recordada’, pero evidentemente sigo estando desbalanceado. Ja ja ja. Todavía estoy en la cuerda floja tratando de mantener el equilibrio, lo que me parece bien. Me gusta no saberlo todo acerca de mí, y me gusta pensar que todos mis libros funcionan como parte de un metaverso propio, y que conversan entre ellos y que se comunican y se contradicen.

¿Qué novela quería escribir? ¿Ese libro total, donde cabe la vida de uno, lo que uno ha leído, lo que ha escrito, lo que querría escribir?

Sí. Mis libros tratan de lo que más me interesa en realidad en tanto que escritor y en tanto lector que es la búsqueda de un idioma propio y de un estilo, y esa es la gracia. Puedo disfrutar mucho de escritores que son estrictamente puros narradores, a estas alturas de mi vida ya: Faulkner, Proust, Vonnegut, Bioy Casares o Emily Brönte son referentes.

Escribe:«Somos como un experimento que nunca acaba de experimentar y de experimentarse». ¿Podríamos decir que en esta frase se contiene este libro?

Sí, probablemente. En el libro también hay una apología de la lectura sobre la escritura, ¿no?, pero bueno es como diástole y sístole, que son como dos movimientos que van acompasados. Digo: «La escritura es como una lanza que arrojas una vez y puede dar en el blanco», «la lectura es como un escudo que te va a proteger toda la vida y no lo pierdes». A mí me gustan mucho estos libros que transcurren dentro de las cabezas y que son como libros abiertos que no están totalmente supeditados a la trama, si bien en el libro suceden bastantes cosas. Para mí la literatura no es una ciencia exacta sino que es un misterio. Se puede enseñar a leer, pero enseñar a escribir es bastante complicado.

¿Cuánto hay de usted en el joven protagonista Land, y qué cree que no le corresponde de él?

De haber coincidido en el tiempo y en el espacio, le podría haber hecho la misma pregunta a Charles Dickens sobre ‘David Copperfield’, digamos. O a Marcel Proust con Marcel o Jack London con Martin Eden... Siempre se está eso y siempre se juega con eso. Por eso a mí me causa un poco de risa la supuesta moda de la autoficción o literatura del yo cuando es lo más viejo de la historia. Todo libro es literatura del yo a partir de distintos elementos autobiográficos que surgen de una persona.

Digo: «La escritura es como una lanza que arrojas una vez y puede dar en el blanco», «la lectura es como un escudo que te va a proteger toda la vida y no lo pierdes»

¿Entonces?

Hay episodios puntuales que me sucedieron a mí, como el caso de haber estado fingiendo durante dos años que iba al colegio y no hacerlo sin que mis padres se diesen cuenta. Otra cosa que es el real es el avistamiento de fantasmas en el apartamento de enfrente. Me acuerdo perfectamente que fue así. No digo que fueran fantasmas pero estaban ahí. Y lo mismo sucede con los desplazamientos geográficos: nunca hablo de Buenos Aires, de Caracas o de la Barcelona de pasado mañana. Me divierto con la literatura.

Uno de los personajes claves del libro, un maestro, un espejo, un referente, un fantasma, es César X. Drill. ¿Es una creación pura, es un homenaje a sus maestros o lo podemos confrontar con Piglia, Bioy Casares o incluso con Jorge Luis Borges quizá?

Es un compuesto de personas e incluso de anécdotas. No existió en mi vida una figura así, pero tiene partes de Rodolfo Walsh, que venía mucho por casa, era amigo de mis padres; de Quino, que fue una especie de padrino para mí; del editor Francisco Porrúa, que fue marido de mi madre y lo seguí viendo hasta que se murió. Y tiene algo de Héctor Germán Oesterheld, autor de cómics. Y posee el tono de voz de Claudio López Lamadrid, mi editor.

Vaya mezcla.

Y además de todo eso, una figura así es una especie de recurso de la novela dickensiana y decimonónica, el benefactor o pequeño mecenas o protector, como un ‘Deus ex machina’...

Encadena un ‘Así habló César X. Drill’, que dice:«Mi escritor favorito es Vladimir Nabokov porque desprecia a casi todos los escritores…»

No pienso eso de Vladimir Nabokov: no es mi opinión. Es un escritor que he leído mucho en los últimos años y ‘Pálido fuego’, tan completa porque tiene de todo (poesía, ensayo, narratividad, incluso erotismo), sería la novela que yo me llevaría a una isla desierta.

Ha escrito una novela de más de 700 páginas. ¿Cómo debe leerse?

De principio a fin. Yo siempre considero al lector más inteligente que yo. No quiero darle un mensaje mesiánico ni nada por el estilo, huyo de la solemnidad. Y me gusta mucho aprender de mí mismo a través de la lectura que hacen los lectores de mis libros. 

"Vladimir Nabokov es un escritor que he leído mucho en los últimos años y ‘Pálido fuego’, tan completa porque tiene de todo (poesía, ensayo, narratividad, incluso erotismo), sería la novela que yo me llevaría a una isla desierta"

¿Cómo se reescribe o se relee un libro así?

Ese libro lo escribí en poco más de un mes. En un momento en que me quedé solo en casa. Y lo más apasionante fue la reescritura. Escribo desde tres puntos de vista o partes a la vez; con todo eso, me puse a completar el libro. Matizarlo y redondearle es una gozosa aventura para mí. Lo ha sido en 'El estilo de los elementos'.

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