ARTE. OCIO Y CULTURA

El artista y actor Antonio Buil intenta contar la historia del mundo con 5.000 piezas

Este barbastrense de origen está afincado en Suiza, muy presente en el cine y las series españoles, abraza el arte conceptual y la miniatura

Antonio Buil en pleno acción: trabajando con sus miniaturas, objetos, recuerdos, fotos, etc.
Antonio Buil en pleno acción: trabajando con sus miniaturas, objetos, recuerdos, fotos, etc.
Archivo Antonio Buil.

Antonio Buil Pueyo (Barbastro, 1964. Creció en Cofita, Fonz) es un actor aragonés que trabajó con Teatro del Alba y Tabanque en los años 80 y luego iniciaría su particular vuelta el mundo: vivió en varios países europeos, estuvo en Latinoamérica y finalmente recaló en Suiza, y se expresó sobre todo en francés. Antonio Buil, con el paso de los años, recuperó su conexión con Aragón y con España y podemos verlo en el teatro, el cine y la televisión (sobre todo series, claro).

Pero no se asoma a ‘Artes & Letras’ por toda su carrera de interpretación o guionista, sino por su condición de artista polifacético e imaginativo. Un artista peculiar, que igual maneja el concepto que la manufactura aplicada a la miniatura.

Expone en Ginebra, "en un teatro de verano dentro de un parque que sirvió de encuentro a Putin y Biden. Son el Parc de la Grange y Le Théâtre de l’Orangerie", una instalación en un hemiciclo de 34 metros por 90 cm de ancho y 80 cm de altura, dividida en 20 cuadros o paisajes donde intenta explicar la travesía de la Humanidad con muchos elementos, detalles, guiños, collages, fotografías, etc.

Cuenta Antonio Buil, que tiene los rasgos de un actor de carácter al modo de Paco Rabal o Antonio Iranzo, pongamos por caso, que hay 5000 personajes "que sirven para representar esa humanidad. En medio del hemiciclo hay una mesa rectangular de 12 metros de largo por 2 de ancho, y 70 centímetros de altura, que alberga una orografía de montañas y valles donde un único monolito o meteorito domina el vasto espacio blanco, realizado con yeso y sal. La procesión de todos los personajes está unida por filamentos que surgen del meteorito y como ríos fluyen entre los caminantes y otros lugares", dice, como si quisiera rendir homenaje al artista Víctor Mira.

Uno de los montajes de esta gran instalación de 34 metros de perímetro.
Uno de los montajes de esta gran instalación de 34 metros de perímetro.
Archivo Antonio Buil.

Más allá de la ambición del proyecto y de la minuciosidad del montaje de las miniaturas, Antonio Buil destaca el uso de los materiales. "Las piezas que componen la obra global las hago yo en su mayor parte. Hay materiales tan banales como el poliespan; puedo modelarlo rápidamente y no es pesado, y luego utilizo recubrimientos de yeso, arcilla, cemento, escayola, resinas. La base puede ser de madera o de piedra si un elemento lo requiere. Me interesan muchos las texturas y bastante los colores o incluso la forma exterior, por decirlo así, la puesta en escena. El conjunto se va enriqueciendo por acumulación de objetos tanto naturales como elaborados por el ser humano que crean una asociación para representar algo distinto", matiza el artista y actor. El espectador puede ver otras cosas: tierras, esqueletos de animales, bichos de plástico, elementos marinos, piezas de latón, enjambre de abejas, caracoles...

Exigencia, ambición y fantasía

¿Qué busca en realidad con un trabajo tan exigente Antonio Buil? "Creo que lo que busco es lo que me revela. Aquello que no me esperaba y que se encuentra en algún lugar que desconozco y surge, primero, como un deseo; después como un desafío, ya que tengo que materializarlo. Ahí comienza la tensión entre lo que se puede hacer, lo que sé hacer y el deseo de lo que querría hacer".

Antonio Buil, como si fuera un cuerpo escindido o alguien que se ve a sí mismo en plena creación desde fuera, dice que presencia sorprendido «lo que mis manos van haciendo guiadas por las sensaciones de lo que se gesta o nace desde el movimiento». Da un salto hacia la poesía y señala: "La pasión es el fuego que libre da alas al acto creador… Después mis ojos validan lo que se plasma sin volver atrás, o volviendo pero para añadir un elemento que da más sentido a todo. Es ahí donde a menudo la imaginación va tejiendo, con todo lo que le sirve, un microcosmos hecho de objetos que me interpelan allá donde se encuentran. Por su forma, su textura o por su color, algo hace eco en las capas de la memoria que me constituyen y me parece que pueden tocar otros seres. Por eso los recojo ya que después serán los materiales que iniciarán la creación". 

Considera que ese microcosmos, que tiene lo suyo de escenografía teatral y de atmósfera telúrica, delirante y fantástica, es como jugar con una humanidad que se pierde literalmente en los agujeros del paisaje. "Esa humanidad habita los espacios, las tierras recordadas, soñadas, horadadas, labradas. El único agujero que podemos ver es, en el último cuadro, donde una montaña oculta deja ver pequeños seres con los brazos abiertos y con una pancarta donde está escrito 'Help' (Ayuda)", declara desde Cofita.

Se trata de una instalación en un hemiciclo de 34 metros por 90 cm de ancho y 80 cm de altura, dividida en 20 cuadros o paisajes donde intenta explicar la travesía de la Humanidad con muchos elementos, detalles, guiños, collages, fotografías, etc.

Matiza un poco más: "Esta imagen final es un puente tendido entre la instalación y el iris del espectador. La miniatura en sí misma ofrece el foco permanente de lo lejano: es como se si contemplase a vista de pájaro, como si un niño mirase por la ventanilla del avión o como si alguien imaginase la materia a través del microscopio o el universo a través del telescopio".

Este montaje da una sensación de la dimensión y la ambición del proyecto de Antonio Buil, instalado en un escenario ideal: parque y teatro.
Este montaje da una sensación de la dimensión y la ambición del proyecto de Antonio Buil, instalado en un escenario ideal: parque y teatro.
Antonio Buil.

LA FICHA. INSTALACIÓN Y ESCULTURA

'Errances ardues'. Antonio Buil. 5000 Miniaturas de la humanidad. Parc de la Grange. Théàtre de l’Orangerie. Ginebra. Suiza.

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