Chus Fernández, músico: "Battiato decía que las cosas las sabes al final del camino"

Fernández (Zaragoza, 1951) es el fundador del festival Borja en Jazz, que este año se celebra entre los días 27 y 30 del presente mes de julio.

Chus Fernández, músico
Chus Fernández, músico
Guillermo Mestre

Llega de nuevo Borja en Jazz. Un cuarto de siglo es bastante tiempo para un festival...
Empezamos en 1997, pero hubo un parón de 2011 a 2014 y, obviamente, en 2020. En un principio no iba a ser lo que es hoy: solicité una ayuda a la DGA para realizar un concierto homenaje a Miguel Ángel Bordejé, que falleció en accidente en diciembre de 1996. Domingo Buesa, que era entonces el director general de Cultura, me sugirió el festival. 

Un programador debe hilar fino, y descartar gente. No es fácil.
Es el trabajo más desagradable de un festival: decir que no a alguien. Este año tenemos buen cartel: guiño al flamenco con Antonio Lizana, vuelven los brasileños del Trío Corrente, que tienen dos premios Grammy y grabaron con Paquito de Rivera, y hay un pianista madrileño joven que es tremendo: Jorge Castañeda. Es muy difícil que te sorprenda algo en el jazz, porque a la muerte de Coltrane hace más de medio siglo ya se había hecho casi todo, pero a veces pasa, como con Jorge.

¿Concibe la vida sin música? Quien dice la vida, dice un ratito. 
Iba para químico, pero lo dejé y no me arrepiento. Quizá estaría mejor económicamente. De vida sin música, ni hablar. El día que no toco el piano o el bajo un par de horas, por la noche ando nervioso. Es una suerte hacer lo que te gusta, aunque eso conlleve incomodidades en el terreno económico. Recomiendo vivamente a todo el mundo que pruebe a tocar algún instrumento, es una terapia maravillosa. 

¿Ha experimentado con alguna otra disciplina artística?
Me gusta la coordinación de eventos, y escribir los libretos de conciertos didácticos. Me encanta el cine y leo mucho: filosofía, sobre todo. El pensamiento de finales del XIX y principios del XX me interesa especialmente: Steiner, Jung. Reflexiono bastante sobre mi propia evolución en lo físico, emocional e intelectual.

¿Le ha inspirado alguna mente especialmente preclara?  
Jodorowsky dice que los creadores somos responsables de que nuestras creaciones sirvan de algo a la gente, traigan optimismo y bienestar. Y Gurdjieff, el del recuerdo de sí mismo, decía que la gran vocación del hombre es ser actor. Estoy de acuerdo con ambos.  

¿Un momento especial en su trayectoria como músico?Pues mira, fue el primer año del festival. Lo cerró Tete Montoliu al piano, él solito, y resultó ser su último concierto. Debo citar las visitas de musicazos y grandes personas como Philip Catherine o Ron Carter. Bueno, y la de un monstruo como Damien Schmitt, batería francés: es de los mejores del mundo en la actualidad.

Ha recalcado el componente humano al hacer memoria...De hecho, recuerdo con más afecto a la persona que al músico. Ron Carter es como un buda, muy respetuoso: habla lo justo, sin alardear, y es un genio.

También trabaja usted en la gran pantalla.  
Llevo unos cuanto años con José Ángel Guimerá como responsable de sus bandas sonoras. La música tiene la función de acompañar en el cine, no es protagonista, aunque curiosamente piensas en ‘El padrino’ o ‘007’ y enseguida escuchas sus grandes piezas. Me gusta hacer canciones con buena melodía, que se queden en la memoria. El año pasado, en la Academia del Cine de Madrid, oí a alguien silbando un tema mío; pocos elogios me han gustado más.

Vivió ocho años en Italia en su juventud. ¿Con qué se queda de aquella aventura?  
Fui para un trabajo que no prosperó y, sin embargo, el destino me reservaba experiencias maravillosas allá. Battiato decía que las cosas las sabes al final del camino, y es cierto. Pude trabajar tres años como técnico de Darío Fo en Milán, o colaborar con Umberto Tozzi, otro intérprete y compositor que aúnan talento y bonhomía. Italia me dio algo más: me libré de la movida madrileña. Entre 1977 y 1985 estuve totalmente desconectado de lo que pasaba en España, temas familiares aparte. También tuve suerte al volver: trabajé ocho años con Labordeta y grabé con él ‘Tú y yo y los demás’. ¡No me puedo quejar! 

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