entrevista

Ignacio Peyró: "En Italia se nos quiere mucho y es muy reconfortante. Eso lo colorea todo"

El director del Instituto Cervantes de Roma, anglófilo confeso, es el invitado al ciclo 'Conversaciones' de la Aljafería el martes 14 de marzo

Ignacio Peyro _ 12-03-23 _ Enrique Cidoncha[[[FOTOGRAFOS]]]
Ignacio Peyró, escritor e intelectual, el domingo en el Parque del Retiro de Madrid, tras llegar de Roma.
Enrique Cidoncha

Ignacio Peyró (Madrid, 1980) es escritor e intelectual. Ha publicado libros de ensayo como ‘Pompa y circunstancia. Diccionario sentimental de la cultura inglesa’ y ‘Un aire inglés’ (ambos en Fórcola), de periodismo y ficción como sus diarios ‘Ya sentarás cabeza. Cuando fuimos periodistas’ (Libros del Asteroide, 2002) , y de gastronomía, ‘Comimos y bebimos. Notas de cocina y vida’ (Libros del Asteroide). Fue director del Instituto Cervantes en Londres y ahora lo es en Roma. El martes 14, a las 19.00, es el invitado a dialogar en el ciclo ‘Conversaciones’ de la Aljafería.

¿Existe la vida interior para un vitalista como usted?

Hoy a todos se nos impone la obligación de encontrar huecos para, por decirlo con Voltaire, cultivar nuestro jardín -sigue siendo una imagen exacta-. Hay que luchar para abrir momentos de tiempo lento: si no, ¿en qué se nos va la vida? Pero es difícil, claro. Mucho más que antes. Lo que pasa es que la lectura es una planta de floración tardía, y lo que leíste de joven obra también de más viejo.

¿Es igual la vida interior de un inglés que la de un español?

Nunca me lo había planteado: somos dos pueblos bastante fieros y amantes de la libertad -poco transigentes con que nos toquen las narices-. Tampoco somos países intelectualistas, aun con tantas cumbres. Ellos han sido más ricos y nosotros más igualitarios. Y, durante siglos, la fe, que ha moldeado mentalidades, nos ha separado -quizá ellos más pragmáticos y nosotros más dramáticos. Pero no me haga mucho caso.

¿Por qué le atrae tanto Inglaterra?

Han cultivado muy bien la literatura y la política. Y tiene una estética particular -en gran comunicación con el continente- y una historia interesante.

"Tenemos una sociabilidad que nos salva. Cada semana parecemos al borde del conflicto civil y cada semana lo levantamos. En todo caso, yo recomendaría no abusar, que esto causa tensión y cansancio"

¿A quién le debería más, al rey Arturo, a Shakespeare o a Dickens, por ejemplo?

En el rey Arturo hay una hermosura ya olvidada: la del encantamiento. Pero Para mí Shakespeare y Dickens son casi lo mismo: no sé explicarlo mejor, pero es como si demostraran que hay una verdad en última instancia amable con los hombres. Y también demuestran la existencia del genio: hay pasajes que solo pueden explicarse recurriendo a la inspiración más pura.

¿A qué dirías qué afecta el llamado ‘aire inglés’: al vestuario, al humor, a una actitud vital, y en qué medida estaría contaminado Ignacio Peyró por ese ‘aire british’?

Bueno, yo creo que hay que medirse un poco con eso de los tweeds en un país como España, donde tres o cuatro meses tenemos cuarenta grados. El aire inglés era una mezcla de agudeza, tolerancia, piedad, pudor y excentricidad como hijuela de la libertad. También era -en otro orden- una estética y unas costumbres. No hace falta decir que hoy todo es más homogéneo y va a menos. Pero también es importante señalar aquello que ha tenido y tiene valor.

No sé si se puede decir genéricamente, ¿nos quieren o nos odian los ingleses? ¿Qué sensaciones ha experimentado en sus años en Londres?

Entre las generaciones mayores -hispanistas aparte- sigue habiendo muchos clichés, e incluso la huella viva del recuerdo de una vieja enemistad. Pero -importante- sin merma del respeto. Entre los hispanistas, conocimiento y devoción. Y entre los jóvenes, naturalidad en el trato e interés. Bilateralmente, además, el momento -del intercambio comercial a las casas reales- no puede ser más interesante.

¿Cómo se ve España desde el Instituto Cervantes de Londres, cómo la veía?

Los Institutos Cervantes son no solo un punto de difusión de la cultura española, sino un lugar para el fomento de la cultura hispánica en general. Desde ese punto de vista -además de otros como la pura docencia-, el Cervantes era muy importante: llevábamos el mensaje de toda una comunidad de hablantes a la que por tradición no se le había hecho un caso excesivo.

Usted es un maestro de la conversación y de la opinión, y un defensor constante de la dialéctica. ¿Sabemos dialogar los españoles?

Tenemos una sociabilidad que nos salva. Cada semana parecemos al borde del conflicto civil y cada semana lo levantamos. En todo caso, yo recomendaría no abusar, que esto causa tensión y cansancio.

"En el diario no entra todo, ni quiero. Intento que haya filo sin sangre, porque no me interesa el género grueso o escandaloso. Pero bueno, un riesgo del diario es pasarse"

¿Cuál sería para usted el secreto de una buena conversación?

¡Hay tan pocas ya! Menos que antes, en apenas unos años. El tiempo nos muerde, nos impone hacer cosas distintas a estar hablando y leyendo, que es lo que sustenta también a veces el hablar. Esto no quiere decir que las buenas conversaciones tengan que ser un cinefórum. Además, conforme pasa la vida, nos vamos encerrando. Somos más fríos, más productivos, más -sin querer- calculadores. Y eso va contra la conversación, que es una comunicación que acerca corazones, y necesitan su tiempo para ganar temperatura.

¿Por qué escribe un diario, y cómo se lo plantea, tal como viene, hay una voluntad de autoría? ¿Qué cuenta y qué excluye?

Empezó siendo un ejercicio para estirar los dedos, por así decir, y luego fue creciendo. Me es muy entretenido y es un género que me gusta: permite sacar punta a lo que veo, intentar cuadrármelo de sentido. No entra todo, ni quiero. Intento que haya filo sin sangre, porque no me interesa el género grueso o escandaloso. Pero bueno, un riesgo del diario es pasarse.

Pasa por ser un liberal modélico, cordial, y un conversador con humor y pasión por la vida. ¿Cómo se logra eso?

Hay que defender esos espacios. Es obvio que luego no te hacen mucho caso. Pero hay que defenderlos, en la ilusión de que siempre, aunque sea un recuerdo leve, algo queda.

Ocupa muchos espacios, escribe en muchos medios, parece que todas las puertas se abren para usted. ¿A qué lo atribuye en un país tan de sectas o de grupos?

Ahora estoy solo en uno, con un picoteo muy limitado fuera, pero es verdad que he estado en muchos. Ese planeo ha sido muy poco habitual, sí.

Ignacio Peyro _ 12-03-23 _ Enrique Cidoncha[[[FOTOGRAFOS]]]
Ignacio Peyró, un ilustrado que defiende la belleza azarosa de España, ha sucumbido a la tentación de escribir diarios.]
Enrique Cidoncha

¿Cómo resiste un ilustrado la tentación del exhibicionismo?

Hemos tirado al tacho aquello que se nos enseñaba en casa: ser discreto, no pavonearse, no fardar -porque, total, de qué vas a fardar-. Creo que lo importante es tomarse eso un poco a la ligera: darse bombo empieza siendo un placer pero a los cinco minutos te abochorna. Ahora, el mundo funciona así. Yo solo tengo ciertos límites: no poner qué como o bebo, ni dónde, ni con quién, etc.

¿A quién le debe su pasión por la gastronomía y cómo la sigue cultivando tras su estupendo y frugal libro ‘Comimos y bebimos’?

Vivimos en un país que es una reserva gastronómica de impresión. Luego, curiosidad, ser un poco tragón y un poco catacaldos; mirar también la biblioteca y no solo bodega y despensa... Pero bueno, llega un momento en que la prioridad es cuidarse, y eso implica portarse más como un cartujo que como un goliardo.

Ahora dirige el Instituto Cervantes de Roma. ¿Cómo se ve desde un país tan convulso otro país tan convulso y agitado como el nuestro?

En Italia se nos quiere mucho, lo que resulta muy reconfortante. Eso lo colorea todo. Cada mañana ves que se aprecia y se valora lo nuestro, y eso se te contagia. No hay problemas de autoestima española en Italia.  

Es un esteta constante. ¿Dónde encuentra la belleza o, si me lo permite, qué belleza anda buscando?

Ahora mismo vivo en un país que es una cuna de belleza, un país con el que todos tenemos una deuda de belleza y una relación especial. Es llamativo lo mucho que la belleza les importa, hasta en lo más pequeño.

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