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Magia y alquimia: la cultura de la hispano. Una visión del Auditorio de Zaragoza

En los 25 años de la creación del templo zaragozano, que concibió el arquitecto José Manuel Pérez Latorre

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Cubierta de la sala hipóstila.
Archivo Auditorio/Antonio de Clemente.

Muy poco es lo que se ha escrito sobre este edificio de grandiosas proporciones y muy pocas las publicaciones que lo han recogido a lo largo de sus 25 años de vida a pesar de que el Auditorio de Zaragoza desde su construcción se ha convertido en un referente para la cultura no solo a nivel local sino también nacional. La sala de música que le ha dado la fama mundial es la Sala Mozart con una capacidad de 1992 espectadores y que sigue el modelo de la Filarmónica de Berlín proyectada por Hans Scharoun. Pero el edificio no puede entenderse únicamente a través de su sala principal, sino que esta se encuentra rodeada por un cosmos mágico y singular que recibe al visitante antes de acceder a esta ‘caja de música’. Este espacio, conocido como sala hipóstila, se convierte como veremos en un ejemplo de referencia de la arquitectura hispana actual.

Su arquitecto, José Manuel Pérez Latorre, toma el templo griego como punto de partida para su proyecto. No es de extrañar la elección de este modelo, pues en la antigua Grecia era considerado como la construcción más importante que servía para acoger a la deidad –en este caso a una musa, Euterpe–. Un ideal arquitectónico que apenas varió a lo largo de los siglos gracias a su concepción divina como el máximo exponente del ideal arquitectónico basado en principios de simetría y proporción.

Pero este modelo no es copiado de manera literal, sino que la interpretación de este ideal clásico va a estar influida como veremos por la tradición en la que surge. A lo largo de estas líneas pretendemos descubrir cuáles son las claves de esta tradición y cómo las podemos leer en nuestro auditorio.

Y cómo en este caso las palabras de Eugenio d’Ors: "Copiará fatalmente quien no sepa heredar. Recuérdese que cuanto no es tradición es plagio" cobran sentido. Y en palabras de Alonso del Val: "Cada cultura posee un modo específico de entender la arquitectura lo cual constituye la esencia de su tradición". Sin tradición las culturas se igualarían y morirían.

España se caracteriza por no haber creado ningún estilo arquitectónico a lo largo de su historia, pues siempre ha ido tomando los diferentes estilos que iban surgiendo en los diferentes países vecinos de la Europa occidental y los fue reinterpretando de acuerdo a una tradición propia. Frente a la simetría y al canon, la arquitectura hispana planteó asimetría y anti-canon; frente a composición, primó la estructura; frente a la naturaleza, se inspiró en la urbe y así podríamos citar un largo etcétera.

La idea de cultura mágica es una de las principales claves de la tradición hispana y que más presente va a estar en la genética de esta arquitectura. Esta cultura de lo mágico y lo alquímico podemos encontrarla en el edificio de Pérez Latorre.

I.Espacio finito ‘versus’ infinitud. Frente al espacio infinito que podemos encontrar en una catedral gótica francesa, Pérez Latorre plantea un espacio finito al utilizar el ladrillo como material constructivo de la fachada. Esta decisión proyectual le confiere a la sala hipóstila un carácter marcadamente interior, pues desde este espacio es imposible una relación con el exterior. El espacio mágico sobre el que estamos centrando el texto se fundamenta en este contraste entre interior/exterior, no en la continuidad de espacio que por ejemplo encontramos en la Neue Nationalgalerie de Mies, ni en la alegoría natural, sino que centra todas sus fuerzas en trasladarnos a un mundo totalmente diferente al exterior con la sorpresa que esta translación produce.

La idea de cultura mágica es una de las principales claves de la tradición hispana y que más presente va a estar en la genética de esta arquitectura. Esta cultura de lo mágico y lo alquímico podemos encontrarla en el edificio de Pérez Latorre.

II.Percepción parcial. El espacio interior dentro del interior. Especialmente en Zaragoza somos expertos en la experiencia de un espacio interior dentro de otro, pues no hay zaragozano que no se haya encontrado dentro de la Santa Capilla de la basílica de Nuestra Señora del Pilar; quizá por esta costumbre casi diaria pase desapercibida para nosotros esta configuración espacial.

Cómo si Pérez Latorre se hubiese inspirado en la Santa Capilla del Pilar, así plantea la disposición de la sala de conciertos situada dentro del gran espacio de la sala hipóstila. La planta de salón que encontramos en la basílica del Pilar es reproducida en el espacio del Auditorio y dentro de esta gran planta de salón –en la que todas las ‘naves’ poseen la misma altura– encontramos la gran caja de la música. Esta composición espacial de un elemento dentro de otro favorece esta idea de interioridad y nos hace descubrir el espacio de manera progresiva.

III.La luz que sorprende y el cielo construido. Para finalizar nos centraremos en la luz, que viene a cerrar el círculo del espacio mágico al que nos hemos referido durante todo este tiempo. El cielo construido va a ser una de las características más especiales del edificio de Pérez Latorre siendo el principal punto de entrada de luz al espacio. Esta idea de cielo construido tiene referentes directos en la arquitectura religiosa de nuestro país. Uno de los mayores ejemplos es, sin duda, el cimborrio de la capilla del Condestable de la Catedral de Burgos obra de Simón de Colonia.

Podemos establecer un paralelismo en el tratamiento de la luz entre el proyecto de Simón de Colonia y el de Pérez Latorre. En ambos la luz entra de una manera similar; por un lado, lo hace de manera cenital, a través de un óculo y, por otro, lo hace de manera lateral. Esta forma de tratar la luz enfatiza el contraste y nos habla de ese mundo alquímico del que venimos hablando hasta ahora.

La magia se hace presente en el Auditorio de Zaragoza no solo gracias a sus conciertos sino también a su especial arquitectura heredera de nuestra cultura y de nuestras raíces, magia y alquimia se dan la mano y nos sorprenden cada vez que lo visitamos. ¡Felicidades en tu 25 aniversario!

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