gastronomía

La historia de los mejores cocineros de Aragón: dos salsas y un destino

Adrián García y José Alberto Blasco consiguieron el título esta semana en el certamen de Huesca.

Adrián García y José Alberto Blasco, nuevos ganadores del concurso de cocineros de Aragón.
Adrián García y José Alberto Blasco, nuevos ganadores del concurso de cocineros de Aragón.
Francisco Jiménez

Adrián García es más de salsas potentes, de las que no dejan indiferente a ningún paladar. En cambio, José Alberto Blasco las elabora más suaves, con un toque dulzón. Ese contraste lo llevaron a la receta que les encumbró como mejores cocineros de Aragón esta semana en el certamen celebrado en Huesca.

García trabaja en la parte gastronómica de la coctelería Moonlight, mientras que Blasco está en las cocinas del restaurante Gente Rara. Entre los dos hicieron un tándem ganador y un curioso plato. "No era nuestra primera opción, cambiamos dos días antes", confiesan.

En un inicio pensaron en una trucha –ingrediente base- cocinada a baja temperatura, pero querían ser diferentes y, entonces, surgió una idea. "Había probado a transformar la trucha en embutido, pero nos daba miedo porque, al final, era triturar el producto", recuerda José Alberto.

Como el resultado tenía forma de longaniza, apostaron por preparar unas migas aragonesas. "Fue la reinterpretación de unas migas como las que se comen en algunos pueblos de Huesca", añaden. El huevo frito era una yema curada, confitaron las patatas con mantequilla de longaniza y se decantaron por unas migas crujientes de panko. Como ya se ha mencionado, la creatividad de estos jóvenes se unió en la salsa.

Sobre el emplatado tuvieron dudas. Pero el contenido emocional era importante, ya que tuvieron la ayuda del abuelo de García, que casi sacrifica la tarde futbolera por colaborar con su nieto en la presentación. Con cuatro palos les hizo una armazón donde colgaron el embutido de trucha.

"Mi madre me ha enseñado todo"

Adrián (1993) lleva la hostelería en la sangre, tanto que a los 13 años le regalaron su primera chaquetilla. Se crió en la cocina del bar Ocean del paseo de Pamplona, junto a su madre y abuela, y al final se contagió de la pasión por los fogones. "Mi madre me ha enseñado todo", confiesa este zaragozano que se formó en el instituto Juan de Lanuza de Borja para después pasar a La Granada.

Hacer albóndigas con su madre en casa era una de las aficiones de niño de José Alberto (1996), donde veía una diversión. Aunque no había pensado dedicarse a la hostelería, cuando terminó la ESO trabajó en algún establecimiento. Al final, descubrió que le gustaba la cocina, así que estudió en la escuela Topi de la capital aragonesa y estuvo durante un tiempo en El Chalet.

Celebran que la sociedad aragonesa se haya abierto a nuevas técnicas, a nuevos sabores. De momento, ya piensan con su participación en la fase nacional del año que viene.

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