gastronomía

La borraja también crece en los cuadros del Museo del Prado

En el museo madrileño se encuentran ciertas referencias a esta verdura tan arraigada a las huertas aragonesas y habitual de las mesas. 

El Bosco pintó una borraja en su 'Jardín de las delicias'.
El Bosco pintó una borraja en su 'Jardín de las delicias'.
Museo del Prado

La borraja es uno de los productos con más tradición culinaria en Aragón. En el pasado se usó con ciertas connotaciones mágicas y en la actualidad no falta en las verdulerías de las tres provincias. No son necesarias muchas descripciones: verde intenso, de tallos largos, amplias hojas y bellas flores. Aunque se cultive en huertos, también nace de forma silvestre en el paisaje aragonés.

La borraja ha trascendido de los recetarios y los libros de botánica: también está en paredes de museos. Por ejemplo, el del Prado de Madrid referencia en su catálogo digital que, al menos, en cuatro de sus cuadros está representada esta verdura tan aragonesa. Sus matas y flores crecen en bodegones o estampas religiosas.

'Paisaje dentro de una guirnalda' es uno de ellos. La autora es Catharina Ykens, y, aunque es propiedad del museo nacional, se encuentra en depósito en el Museo de San Telmo de San Sebastián. Data de finales del siglo XVII y procede de la Colección Real, del palacio de Aranjuez. Es una composición de oscura y espesa vegetación, donde destacan las flores blancas y rosas. En el centro, el 'paisaje' es una postal marítima.

De similar estética es 'Guirnalda con Jesús y Santa Teresa', de Daniel Seghers. Es un lienzo del siglo XVII y, al igual que el anterior, su origen está en la colección de Aranjuez. En esta ocasión se observa cómo un Jesucristo resucitado intercambia la corona de espinas por otra real con Santa Teresa, ataviada de religiosa.

Tal vez, tampoco sea tan aparente la representación de la borraja en otro cuadro, uno de los que más minutos acaparan en las visitas al Museo del Prado: 'El jardín de las delicias'. El Bosco demostró su pasión por la botánica con esta obra y pintó una flor de borraja, tal y como recoge Eduardo Barba Gómez en el libro 'El jardín del Prado'.

Se estima que se encuentra en la parte inferior, en el remate de una cola de aires animalescos que sale de una gran fresa. Un detalle que se podría relacionar con las propiedades sudoríficas, diuréticas y emolientes que le atribuyeron en la Antigua Grecia y citan artículos académicos.

Una mata de borraja a los pies de la Virgen

No obstante, en la obra donde al parecer más se aprecia la borraja es en la estampa religiosa 'Santa Ana, la Virgen, Santa Isabel, San Juan y Jesús niño' –también llamada 'La Santa Generación'–. Es un óleo sobre tabla de Fernando Yáñez de la Almedina, que el museo de Madrid estima que fue realizado entre 1525 y 1532.

Con sus pinceladas mostró cómo la Virgen alargaba sus brazos hacia Jesús, que se acerca a ella dando pasos. El otro bebé, que se encuentra en el ángulo inferior izquierdo, es San Juan. Justo en el otro extremo, a los pies de María, nace un lirio, "símbolo de su pureza", explica el Prado. Y es al lado de esta flor, donde se aprecia lo que parece una mata de borraja. En un artículo del museo se menciona los "precedentes de la curiosidad botánica de Yáñez (tal vez en relación con los influjos que le llegan de Leonardo)". Aunque, tal y como cita la misma publicación, este tipo de detalles "los incorpora especialmente en sus últimas obras".

Esta tabla se puede disfrutar en el museo madrileño, aunque su procedencia era la iglesia de San Andrés Apóstol de Villanueva de los Infantes, en Ciudad Real. Yáñez, ciudadrealeño de cuna y que se considera "más exquisito pintor del Renacimiento en España", tomó modelos de Durero, Pollaiuolo y Leonardo, referencia el museo. La borraja, en el plato, la huerta y el arte.

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