'El Gourmet del pan', nuevo en la calle Ávila

"Siempre pensamos en positivo y así cumplimos un sueño"

Constantin Ionica y Diana Fuior inauguraron esta semana en la calle Ávila de Zaragoza 'El Gourmet del pan', su humilde apuesta local para plantarle cara a la crisis.

Diana y Constantin en su pequeño negocio de la calle Ávila de Zaragoza
Diana y Constantin en su pequeño negocio de la calle Ávila de Zaragoza
P. B. P.

En estos tiempos de crisis económica, si no encuentras algo diferente, se cierran puertas". Partiendo de esta premisa, Constantin Ionica y Diana Fuior -un matrimonio inmigrante afincado en Zaragoza- abrieron hace escasamente una semana su propio negocio artesanal de productos ecológicos en el barrio de Delicias: 'El Gourmet del pan'. 


Ambos rondan la treintena, pero conservan las ganas y la ilusión de un niño. Al menos, en lo que respecta a su nueva apuesta local, donde han querido plasmar toda su filosofía: "ahora que no tenemos hijos es el momento de experimentar y hacer cosas. La vida es mucho más que la crisis, por eso nos hemos atrevido", defiende ella.


Diana es profesora y trabaja en un colegio privado de orientadora. Constantin estudió Derecho en Rumanía, pero todavía no ha podido ejercer su profesión aquí. Aun con todo, tampoco ha querido cerrarse puertas. Le encantaba la hostelería y se decidió a apostar por ella. "Antes de abrir el negocio hizo un curso de formación de 500 horas con el restaurante La Bastilla", cuenta orgullosa su mujer. Fue su primera oportunidad en el sector. Al poco tiempo, lo llamaron y empezó a organizar eventos, aunque su formación fuera "totalmente distinta".


"Aquí en Zaragoza si quisiera ser abogado tendría que retomar la carrera a mitad y es complicado… El Derecho rumano y las leyes son muy diferentes a las de aquí", matiza.

'El Gourmet del pan', en la calle Ávila

En la calle Ávila, esquina con Santander, este matrimonio ha encontrado la manera de plantarle cara a la crisis. Atienden en un mostrador rodeado de productos aragoneses: panes de leña, legumbres a granel y arroz integral del Campo de Belchite, vinos de las bodegas aragonesas y una humilde variedad de productos ecológicos y artesanales. Todos –destacan– de aquí cerquita. "La gente pedía mucho pan ecológico, así que contactamos con una empresa de Monegros para abastecernos. Nosotros también empezamos a cambiar el chip en casa porque es una comida más sana y si compras a granel no son productos tan caros porque te ahorras el envase", explica Constantin.


Un pequeño rincón del establecimiento, con una barra y tres sillas, está reservado a la degustación. Allí uno puede tomarse un café o una infusión hojeando el periódico o probar uno de sus ya famosos 'miniartesanitos'. "En la estantería hay también libros, periódicos y revistas para que la gente que quiera entrar tenga también la posibilidad de leer algo", señala Diana, quien confiesa haber trasladado al local su propia "colección de libros".


Por las tardes, demuestran sus dotes culinarias y preparan al horno distintas galletas y bizcochos con los que van surtiendo el mostrador. "El olor a chocolate invita a entrar a la tienda a las 17.00 de la tarde", apunta una vecina.


En un principio, cuentan que pensaron montar algo en Movera, pero la panadería de allí "pedía muchísimo dinero y no se pudo". Eligieron la zona de Delicias por el local, la "cercanía" de la gente y la "multiculturalidad del barrio", tres aspectos que les animan a "aguantar un poquito" el tirón hasta que la gente les conozca.


"Sabemos que con estos tiempos y siendo que no somos españoles lo tenemos un poco más complicado. Vivimos momentos muy difíciles, intentas buscar un responsable por así decirlo y el que no es de aquí puede ser el que no encaje… pero estoy segura de que los tiempos cambiarán y poquito a poco estaremos más integrados", afirma Diana convencida.


Por el momento, en esta primera semana se alegra cada vez que alguien entra a la tienda "aunque solo sea a mirar", y barajan también la posibilidad de mudarse al barrio, para estar más cerca.

Su apuesta frente a la crisis

A pesar de las vacaciones, que dejan desierta la ciudad, el goteo de clientes –dicen– se ha mantenido. "Siempre entra alguien nuevo e intentaremos hacer algo diferente cada día para atraer a la gente", cuenta Diana con una sonrisa.


Su historia podría ser la de cualquiera de los más de 100.000 extranjeros que residen en Zaragoza, o la de aquellos zaragozanos que empujados por la crisis han decidido probar suerte fuera de aquí. Ahora, la permanencia de su negocio depende de la acogida que tenga su proyecto en un barrio "completamente nuevo" para ellos. "Queremos que la gente tenga confianza y se atreva a entrar, a preguntar… no pasa nada si simplemente entran a ver la tienda", anima Diana. "A veces -añade Constantin- el pensamiento te cambia la vida. Nosotros siempre pensamos en positivo y así cumplimos un sueño".


Para ellos, hacer cosas diferentes, conocer gente y disfrutar de la vida, es la mejor fórmula para salir adelante. "Nunca hemos tenido un negocio, no teníamos ni idea, no somos de aquí, pero la vida es un poco más que eso y hay que abrirse", aseguran.


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