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La anormal normalidad del Real Zaragoza

El equipo prepara el enfrentamiento contra el Huesca intentando aislarse de la crisis de entrenador.

Entrenamiento del Real Zaragoza a dos días del derbi contra el Huesca.
Entrenamiento del Real Zaragoza a dos días del derbi contra el Huesca.
Toni Galan

Ninguna semana de partido contra la SD Huesca es normal en Zaragoza y en el Real Zaragoza, y mucho menos aún lo es la actual: la terrible crisis de entrenador que azota al club y lo tiene puesto patas arriba como tantas otras veces en estos pasajes de otoño eleva aún más la dimensión extraordinaria de un enfrentamiento vecinal de estas características. El delicado momento de Fran Escribá en el banquillo agrega un condimento inesperado a la capa ambiental, pero también deportiva, que envuelve en esta ocasión el pulso entre aragoneses. 

El marco general es el siguiente: el Zaragoza está mucho mejor clasificado que el Huesca, pero está peor. Los oscenses llegan al partido aireados por el cambio de entrenador y la llegada de Antonio Hidalgo. Sin embargo, el Zaragoza llega con su cristalería emocional rota en mil pedazos. Y el factor emocional lo es casi todo en el fútbol.

Por eso, en la preparación del partido, el cuerpo técnico de Fran Escribá está prestando especial atención a esa materia. El Zaragoza insiste en poner el acento en la normalidad, y así ha podido observarse en la sesión de entrenamiento de este jueves una mañana como muchas otras: los jugadores recuperando la sonrisa y las palabras volviendo a sonar tras los gestos alicaídos y los silencios del miércoles; los ejercicios de calentamiento; la atención de Escribá a esas tareas; las conversaciones de los auxiliares; el rincón de los porteros (aún sin Cristian Álvarez); la cámara del analista; un nuevo entrenamiento de Fran Gámez con el grupo y la confirmación de su recuperación; la presencia de canteranos como Cuenca, Pau Sans, además de los ya frecuentes Borge, Vaquero o Juan Sebastián… Todos los elementos estaban dispuestos de acuerdo a una normalidad natural.

Pero no es así. Aunque el club se esfuerce en darle a la situación y al partido contra la SD Huesca un orden cósmico y una rutinaria serenidad; la actualidad incorpora larvada una crisis que tiene al entrenador contra las cuerdas y que amenaza la paz ambiental del encuentro frente al Huesca. Por mucho que el Zaragoza se empeñe en construirse ciertas apariencias, el equipo vive bajo una anormal normalidad.

La bunkerización del Zaragoza

El primer signo de ello, de que el Zaragoza no se acerca al trascendental choque contra el Huesca dentro de un cauce ordinario, es la bunkerización de los mensajes y de las acciones mediáticas y sociales que han definido en los últimos años la agenda semanal de los Real Zaragoza-SD Huesca. Mientras que el vecino oscense ha facilitado entrevistas con jugadores y ha tratado el partido con las singularidades y costumbres habituales de una cita de este relieve para Aragón; el Real Zaragoza se ha encapsulado. 

Entrenamiento del Real Zaragoza a dos días del derbi contra el Huesca.
Entrenamiento del Real Zaragoza a dos días del derbi contra el Huesca.
Toni Galan

Es obvio que el partido de Copa alteraba la programación de estos días, pero más aún lo ha hecho el batacazo recibido en ese duelo contra el Atzeneta. Como si nadie contemplara que eso pudiera suceder. Ni una rueda de prensa de un futbolista del Real Zaragoza, ya sea capitán, aragonés, alegre, tímido, zurdo o diestro, antes de jugarse un partido contra el Huesca. 

Tan solo, la protocolaria e ineludible comparecencia del entrenador Fran Escribá de este viernes: de nuevo, el entrenador será el encargado de ponerle voz y explicaciones -como si hubiera alguna distinta que dar- a todo. Exponiéndose así en pleno tornado sobre su figura, mientras los cargos principales del club permanecen en un calculado segundo -y tercer- plano. ¡Será la quinta rueda de prensa en una semana que ofrece el entrenador! Todo ello, mientras una imponente crisis se ha instalado sobre él, pero también sobre el equipos, sin que nadie en el club le levante un cortafuegos alrededor. 

Y, así mientras Fran Escribá se refugia en el fútbol y se acerca al volcán de La Romareda, el Zaragoza se esfuerza en transmitir normalidad y tranquilidad. Pero hay realidades imposibles de impostar.

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