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La importancia de Alejandro Francés en el Real Zaragoza

El Real Zaragoza ha encajado 8 de sus 11 goles de la temporada cuando el defensa central aragonés no estaba en el campo.

Alejandro Francés, en el entrenamiento con la absoluta.
Alejandro Francés, en el entrenamiento con la absoluta.
RFEF

La vida del Real Zaragoza es más complicada cuando no juega Alejandro Francés. El defensa central representa una pieza básica para la fiabilidad defensiva del equipo. Fijo indiscutible en el tramo de la temporada en el que el rendimiento defensivo galvanizó el liderato de la escuadra de Escribá; su primera marcha a la selección sub 21 en la ventana internacional de septiembre le condujo a un periodo de más discontinuidad en el once por la singular gestión de su caso por parte del entrenador.

Si Francés fue uno de los rostro más reconocibles del Zaragoza competitivo e imbatido de las las primeras jornadas; su presencia lagunar ha sido una de las notas más destacadas del periodo gris en el que se ha sumergido el equipo en el último mes.

La relevancia de Francés en la buena estatura competitiva del Zaragoza puede medirse con su impacto en el rendimiento defensivo, principal rasgo de juego que se ha debilitado en este tiempo de caída libre en el que se ha perdido pie con las posiciones de privilegio de la clasificación de Segunda División. Han influido diferentes cuestiones en esa pérdida de garantías en el área propia. Al fin y al cabo, Poussin, en Gijón, hubiera tirado el balón al césped sin mirar por el retrovisor si hubiese estado Alejandro Francés o cualquier otro central del planeta. O Jair hubiera descuidado igual su marca y su espalda contra el Eibar independientemente de quien le acompañara ese día en la retaguardia.

Los errores individuales han marcado buena parte de los problemas defensivos en las últimas siete jornadas, pero también ha influido la inestabilidad en una zona crítica del equipo, donde la complicidad, la coordinación, la complementariedad y la continuidad son claves. Ahí, la pareja Francés-Jair, como desde que este dúo se asoció en el eje del Zaragoza hace tres temporadas, casi siempre ha sido garantía de buen funcionamiento.

La falta de Francés, un Francés imponente en su primer mes de temporada, se ha dejado notar. Los números de eficacia defensiva hablan por sí solos. El Zaragoza ha encajado once goles esta temporada. Ocho de ellos los ha recibido sin Francés en el campo. Con él dentro del césped, ha sufrido tres: los dos de las dos primeras derrotas, en Ferrol y en casa contra el Mirandés, y el tanto del 0-2 del Alcorcón en la segunda parte de un encuentro en el que Francés salió tras el descanso ya con 0-1.

En los otros ocho goles del Zaragoza esta temporada, no estaba en el equipo. El primer día que faltó coincidió con el primer partido en el que el equipo encajó, en Cartagena. Después de cuatro triunfos con portería a cero, el conjunto de Escribá siguió ganando aunque recibió su primer tanto. Ese día Francés estaba con la selección sub 21, al igual que Azón. Escribá no le alineó ni le sacó tampoco al campo frente al Racing, unos días después. En esa jornada, el Zaragoza encajó su segundo tanto de la temporada. Volvió a ser titular contra Ferrol y Mirandés. También en Andorra, donde se volvió a dejar la portería a cero -la última vez-. Pero Escribá, en una semana de rotaciones masivas por la disputa de tres jornadas, lo mandó al banquillo contra el Alcorcón, cuando se sabía que una semana después sería baja en Gijón por irse a la selección sub 21, donde es capitán. 

El día del Alcorcón saltó al césped con 0-1. Contra el Sporting, Francés no jugó, fecha en la que se recibieron dos goles más. Y, de nuevo, aunque regresó a tiempo para jugar frente al Éibar, el entrenador no le dio ni un solo minuto en la derrota 2-3. En total, ocho goles encajados sin él; tres goles recibidos con él. En estas últimas jornadas de sangría, al Zaragoza no le generan mucho más peligro que antes ni le disparan más, pero los rivales sí lo hacen de posiciones más favorables. En este sentido, la ausencia de Francés se sufre en la peor calidad defensiva en los metros previos a la portería propia y en la menor exposición al error que permite su mejor salida de balón.

Su discontinuidad en los once se ubica en el plan de gestión del vestuario que rige Fran Escribá, quien está penalizando, en cierto modo, las internacionalidades de Francés. Más allá de los partidos que se pierde por obligación con la selección sub 21, Francés, lejos de reconocerse su destacado papel -llegó a entrenar con la absoluta en septiembre-, tampoco juega los encuentros sucesivos en los que ya está disponible. Escribá, en este sentido, opta por anteponer las horas de trabajo semanales con el grupo y la buena salud del vestuario. Esa, al menos, es su teórica intención.

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