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El Cristian Álvarez que más golpea

El portero argentino, recién lesionado, protagoniza la temporada en la que más pases y más lanzamientos en largo realiza con el pie desde que llegó en 2017 al Real Zaragoza. 

Fotos del entrenamiento del Real Zaragoza para el partido contra el Eibar.
Fotos del entrenamiento del Real Zaragoza para el partido contra el Eibar.
Toni Galan

Frente al Eibar, el Real Zaragoza repitió esquema táctico después de su buena imagen de Gijón, pero el desarrollo de su fútbol fue bien diferente: el equipo, pese al 4-3-3, reincidió en viejos vicios. Ninguno de ellos es más acusado en la identidad moldeada por Escribá que su excesiva inclinación a acostar el juego en sus defensas, en posiciones bajas y próximas a su portería. El pase de seguridad -el pase atrás o de protección- es una de las señas de este Zaragoza. Pero, al contrario de en otros modelos, ese pase no termina de ser un medio para progresar después, sino un fin en sí mismo. O al menos, así lo transmite el juego del equipo. Uno de los protagonistas de este engranaje es el portero, Cristian Álvarez, recién lesionado por una rotura de fibras en la musculatura isquiotibial. El argentino está viviendo un curso muy diferente en su estilo y funciones. Está golpeando en largo más que nunca. Un síntoma más de los problemas del equipo en la salida de balón y en la construcción inicial de su juego.

La actual temporada está exigiendo en Cristian Álvarez más pases totales, más pases largos y más lanzamientos, es decir, pases lejanos con el pie de más de 35 metros que en sus seis temporadas previas en el Real Zaragoza. También está siendo la campaña en la que los pases del portero argentino más metros promedio recorren de los últimos años y en la que más envíos completa al tercio final, es decir, a la zona de tres cuartos.

El juego en largo de Cristian Álvarez en el Zaragoza

El desglose de datos de la gráfica complementaria a este estudio exhibe ese mayor protagonismo con los pies de Cristian y su mayor tendencia a golpear en largo en la temporada actual. Para empezar, Cristian hace este curso un 41% más de pases que el promedio de su seis temporadas anteriores. Por ejemplo, en la campaña precedente, intentó 22 pases por cada 90 minutos. En la actual, ha subido a 29. De todos su pases, también se ha incrementado el porcentaje de ellos que son lanzamientos lejanos de más de 35 metros (sin saques de puerta). En este curso suponen un 46,3% de los pases totales, cuando la temporada previa fue del 40,2% y el promedio de las seis anteriores fue de 42,5%. De hecho, la temporada actual es en la que menos está sacando con la mano desde su primera temporada en el Zaragoza.

El portero argentino también está pasando más en largo que nunca. Intenta 22,6 envíos por 90 minutos de juego, completando un 53,4%. Es decir, está pasando más en largo, pero también mejor. El contraste con las campañas anteriores es notable, pues el curso pasado dio 18,1 y el promedio de sus seis temporadas previas es de 17,9: Cristian intenta un 20,1% más de pases largos en la presente campaña. De esos envíos, también ha crecido de forma notable aquellos completados al último tercio del equipo, es decir, a la zona de tres cuartos: de 0,51 ó 0,37 de las dos temporadas previas ha pasado a 0,72. Es un signo evidente de que Cristian le pega a la pelota directa al sector de los delanteros mucho más, ya sea por obligación ante la presión rival o por voluntad. Otro indicativo es el número de lanzamientos, golpeos en largo -de más de 35 metros- con el balón en juego, que no son saques de portería. De 14,6 del pasado curso ha subido a 17,4 en acciones de esta naturaleza. Cristian golpea la pelota un 16,5% más que en sus anteriores temporadas.

El juego aculado

Como se ve, Cristian está asumiendo más participación con el balón que nunca, especialmente, en el juego en largo. Esta conducta es una consecuencia más del fútbol calculador, precavido, tímido y apaisado que predomina en el Zaragoza de Fran Escribá. Cuando le toca atacar, el equipo conserva la pelota a bajo ritmo muy lejos de sus delanteros, un comportamiento que se acentúa aún más ante sistemas de presión bien cohesionados y trabajados, como el puesto en práctica por el Eibar en la pasada jornada, cuando obligó a Jair, un central débil en este aspecto por sus limitaciones con la pelota, a iniciar el juego. Un día más, los centrales del equipo fueron los jugadores del Zaragoza que más se pasaron la pelota: la conexión Lluis López-Jair lo hizo 12 veces y la Jair-Luis López también los hicieron 12 veces. Además, ambos fueron los jugadores con los que más se asoció el mediocentro Marc Aguado: lejos de verticalizar el fútbol, lo encoge aún más. El pivote aragonés le dio 5 pases a Jair y 6 a Lluis López, mientras que ambos centrales solo entregaron a Marc tres pases.

Cristian es un eslabón más en esa cadena de pases fáciles y traseros que busca el control y la reducción de riesgos: el último cierre de seguridad. Esto le obliga a gestionar más cesiones de compañeros y le involucra más cuando los rivales aprietan arriba y fuerzan al golpeo lejano al portero. El juego de pies no es, precisamente, una de las fortalezas de Cristian. Y eso, los adversarios lo saben. Como también conocen a Jair, otro jugador que está pasando más en largo que en sus temporadas previas. Y ya se sabe: cuanto más lejos mandas la pelota, más rápido te vuelve.

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