Figueroa, el árbitro pionero en expulsar porteros por perder tiempo (según él)

El andaluz echó a Ratón en Oviedo a falta de 5 minutos por dos amarillas por retrasar el saque. En una hubo falta al portero y en la otra obvió que Edu García estaba lesionado en el área.

Momento en el que Figueroa Vázquez, con gesto enojado, expulsa a Ratón en el Carlos Tartiere en el Oviedo-Real Zaragoza del pasado mes de mayo.
Figueroa, el árbitro pionero en expulsar porteros por perder tiempo (según él)
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Reaparece Jorge Figueroa Vázquez en el camino del Real Zaragoza por Segunda División. Todo un clásico este singular árbitro andaluz. Lleno de matices. El más reciente, aún levanta las cejas del zaragocismo hasta el cogote, fruto de la estupefacción por aquella expulsión del portero Ratón en Oviedo, cuando faltaban 5 minutos de partido por disputarse. Figueroa le mostró dos tarjetas amarillas por considerar que el guardameta zaragocista perdía tiempo y retrasaba el saque.

Aquella nerviosa noche de mayo, en la que el Real Zaragoza se jugaba la vida literalmente como SAD, como quiera que César Láinez ya había hecho los tres cambios pues el partido estaba en su recta final -ya prácticamente en el tiempo de aumento-, el punta Manu Lanzarote tuvo que enfundarse los guantes y ponerse la camiseta del arquero. Improvisadamente, del delantero debía concluir el crucial duelo como portero. Algo inusual, extraño, anómalo. Por fortuna, el 0-0 que señalaba el marcador cuando sucedió la caprichosa y subjetiva acción de este árbitro, se sujetó hasta el final y el Real Zaragoza no perdió un punto que sería poco después decisivo para lograr el objetivo de salvar la categoría. No hubo mayores secuelas que la indignación y el asombro por la conducta de este juez deportivo.

En una de las tarjetas, Ratón estaba tirado en el suelo doliéndose de una patada de Linares en su brazo derecho en una jugada en el área. Tuvo que ser atendido por el doctor Honorio Martínez y el masajista Míchel Román. Las imágenes no dejaban lugar a dudas, pero también se vio claramente sobre el campo. No era una demora premeditada. Y, en la segunda, la que supuso la roja, Figueroa ordenó sacar de puerta a Ratón cuando Edu García estaba tendido bajo palos, en el área pequeña zaragocista, tras un encontronazo en el ataque oviedista anterior. O sea, con un jugador caído y dolorido, el andaluz quiso que el juego se reanudase como si no pasara nada. En una posición en el campo de alta influencia en el discurrir del partido (ruptura del fuera de juego, alboroto defensivo...).

Ratón calificó la situación como "surrealista". Como todo el fútbol español. Aquello no tuvo pies ni cabeza. Fue una rabieta del árbitro llevada al extremo. Cosas de carácter, normalmente incompatibles con determinados cargos o encomiendas. Por cierto, fue una noche en la que Figueroa se confundió varias veces entre los jugadores zaragocistas porque no eligió bien su uniformidad. Llevaba camiseta negra, pantalón negro y medias amarillas en un partido donde el Real Zaragoza vestía camisa amarilla y negra, pantalón negro y medias negras con detalles amarillos.

Figueroa, al margen de este último y reciente caso con el Real Zaragoza de por medio, tiene su trayectoria ya construida en la división de plata. En un árbitro 'halcón', dado, por lo que sea, a que los marcadores suelan favorecer más a los visitantes que a los locales cuando él pita. No le arruga el jaleo, se crece en la bronca. En su época de Segunda B fue conocido como 'el azote de los locales'. Otro pasaje donde saltó al primer plano fue cuando denunció en el acta que Matilla, jugador del Murcia (ex del Betis) en un partido ante el Sabadell, lo amenazó de muerte. El castigo fue duro para el jugador (seis partidos finalmente), pese a que varios de sus compañeros quisieron testificar, sin éxito, acusando a Figueroa de mentir en su acusación. Más atrás, en 2010, en una fase de ascenso a Segunda, en Pontevedra fue declarado persona non grata por un arbitraje en Alcorcón. Jugadores del club gallego le acusaron públicamente de haberlos llamado "idiotas y payasos".

El Nástic, visitante de La Romareda y que también estará este domingo bajo la jurisdicción particular de Figueroa Vázquez, tiene asimismo un recuerdo singular, de esos que convierten a este árbitro en noticia original por su afán pionero en su mundillo. Este fue el primero en expulsar a un futbolista, aplicando a rajatabla el matiz de la norma subrayada el año pasado, por no llevar en un momento determinado del partido las espinilleras puestas bajo las medias: fue el ariete del cuadro tarraconense, Barreiro. En Zaragoza también volverán a mirarse a los ojos uno y otro.

Jorge Figueroa Vázquez nunca pasó desapercibido. Vistos los antecedentes en La Romareda de muchos miembros del estamento arbitral desde hace ya varias temporadas, especialmente las de Segunda, seguro que muchos zaragocistas darían algo importante porque el árbitro no vuelva a aguar la fiesta y no sobresalga por encima del fútbol, los goles y el buen juego. A ver si lo consigue esta vez el colegiado sevillano. Un gran reto.

Por cierto, a Figueroa se le pasa el arroz. En marzo pasado cumplió los 40. Lleva ya 6 temporadas en Segunda y sus ansias de pitar en Primera alguna vez empiezan a caducar. Por ahora, ha dirigido dos partidos, dos empates: Rayo Vallecano-Numancia (2-2) y Leonesa-Valladolid (4-4).

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