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Fieles a la Ofrenda | "Los primeros años éramos tan pocos que el ayuntamiento nos regalaba las flores"
No han faltado ningún año a su cita con la Virgen del Pilar, salvo fuerza mayor, como la pandemia de covid. Varias generaciones cuentan cómo viven y cómo ha cambiado esta cita hoy multitudinaria.
Empiezan a sacar fotos y llenan toda la mesa. Rosana Franco, su hermana Mª Ángela Franco y su sobrina Noël Giménez acuden a la cita, la semana del 12 de octubre, llenas de recuerdos de otros días como este en los que se vistieron con sus mejores galas para acudir a la Ofrenda de Flores a la Virgen del Pilar. Las imágenes en papel, algunas en blanco y negro o en color pegadas en álbumes, permiten un viaje a un pasado sin móviles y al origen de este acto religioso y de celebración de las raíces aragonesas que llegó a las Fiestas del Pilar en 1958.
Mª Ángela es la más veterana. Vivió los primeros años de la ofrenda ya que casi la estrenó cuando acudió en 1961, según calcula mientras bucea entre sus recuerdos. Tenía entonces 12 años y a sus 75 no ha faltado a la cita salvo un año que estaba viajando. "Entonces llevábamos falda corta, medias de garbanzos, la blusa negra con puntillas blancas y negras y el delantal con lentejuelas, cuantas más mejor", enumera sobre los primeros trajes que se extendieron casi a modo de uniforme entre las oferentes.
"Entonces llevábamos falda corta, medias de garbanzos, la blusa negra con puntillas blancas y negras y el delantal con lentejuelas, cuantas más mejor"
(Mª Ángela Franco, 74 años)
"El primer mantón con el que me vistieron era de una tía cantadora de jotas que entonces era muy famosa, Encarnita Rodríguez", cuenta. Iba a su casa la mañana de la Ofrenda a que se lo prestara y se lo colocara ella misma. La jornada era corta entonces porque el número de participantes era muy reducido. "Igual había tantos como grupos ahora", calcula. Hoy en día se baten récords superando algunos años los 300.000 asistentes, que empiezan de madrugada y terminan de noche. "Los primeros años éramos tan pocos que el ayuntamiento nos regalaba las flores", recuerda. Además, durante el recorrido, también por la calle de Alfonso I hasta la plaza del Pilar, "nos hacían fotos individuales a todos" por el histórico fotógrafo Marín Chivite, que luego podían comprar en su estudio en el paseo de la Independencia.
"A las 12.00 ya habíamos terminado de pasar", calcula. Entonces al altar instalado en la fachada de la basílica. Su marido Andrés Giménez, que murió el año pasado, también fue de los pioneros de la Ofrenda. Primero salían cada uno con su grupo y después en familia.
Su hermana Rosana, de 61 años, se sumó a la ofrenda con apenas un año. "Nos hacía la ropa mi madre", cuenta, que siguen conservando, aunque han ido incorporando nuevos trajes a medida que iban creciendo e incluso heredando de la familia de su cuñado Andrés. Ella se casó en 1989 vestida de baturra con un conjunto de dama brocado que ha llevado en varias ocasiones y que conserva con especial cariño. "Mi hija tiene 30 años y se ha puesto mis trajes", pone como ejemplo. Entre las fotos guardan una de bebé de la joven, Lara Molina, con solo 20 días y una falda que le hicieron con tela "del chaleco de un primo" porque no tenían ninguno tan pequeño. Con la indumentaria que han ido guardando aseguran que "el que viene de visita para el Pilar sale vestido para la Ofrenda".
"La mañana del Pilar era una locura", recuerda Noël Giménez, de 48 años, hija de Mª Ángela, sobre las decenas de escenas de nervios vividas en casa vistiéndose desde niña con sus padres. Las tres tratan de cuidar los detalles del traje para respetar los que existieron realmente, como defienden los puristas, pero imaginan que alguna vez no habrán acertado. "En los años 80 con la moda del mantón remetido por el escote...", critica Rosana, como algo poco ortodoxo. "Era lo que se llevaba", trata de justificar Noël.
Comprometidas con el folclore, todas ha pasado por la escuela municipal y forman parte de algún grupo en Zaragoza. Rosana ha participado estos días en las rondas con los Gaiteros del Rabal tocando la pandereta y bailando, aunque su instrumento es la dulzaina; Mª Ángela baila en el grupo de bailes tradicionales de la Casa de Teruel, Rengue, con varias citas estas fiestas, y Noël forma parte de la formación de folclore aragonés Somerondón. Esta última explica de dónde les viene la afición: "Empezamos a aprender bailes las tres desde que yo tenía 9 ó 10 años, porque La Orquestina del Fabirol enseñaba, un sábado al mes en San Vicente de Paul, las piezas que se iban recuperando por los pueblos". Luego siguieron en la Escuela Municipal de Música y Danza haciendo el curso de Bailes Tradicionales.
A la familia le gusta reunirse en la Ofrenda a primera hora. En estos años han pasado por varios grupos en los que hay que inscribirse para participar y ha habido años que lo han hecho como individuales, todo con la intención de mantener la tradición del 12 de octubre de juntarse por la mañana toda la familia, con tíos, sobrinos o primos que puedan acudir cada año. "Después de la Ofrenda vamos todos a desayunar, entramos a ver a la Virgen, nos hacemos una foto de grupo y ya cada uno se va a sus obligaciones", explican las tres, listas para hacerse este jueves una nueva foto para el álbum familiar.
