especial pilar 2022

Un viaje entre capillas y recuerdos

La Virgen del Pilar y la columna siguen atrayendo a millones de visitantes al año hasta la basílica.

Una imagen de la Virgen del Pilar con el manto especial por las fiestas de la Vaquilla de Teruel este mes de julio.
Una imagen de la Virgen del Pilar con el manto especial por las fiestas de la Vaquilla de Teruel este mes de julio.
José Miguel Marco

La capilla de la Virgen y el altar mayor son los principales atractivos con los que cuenta la basílica del Pilar, pero no los únicos. El templo zaragozano ofrece a turistas y visitantes habituales un recorrido histórico, artístico y de devoción que se ha ido adaptando al devenir de la sociedad. "La pandemia ha marcado un antes y un después", reconoce Joaquín Aguilar, deán presidente del Cabildo Metropolitano de Zaragoza, al recordar que permitió identificar dos tipos de visitantes: el que acude solo a ver a la Virgen, que está unos diez minutos; y el que se queda a misa, cuyo tiempo en el templo se extiende por encima de la media hora. Y, por ello, se mantiene la separación del altar mayor siempre que hay misa a través de una verja, evitando así el paso de los turistas, a los que atrae el retablo mayor.

Esta composición renacentista que incorpora elementos góticos fue esculpida en alabastro de Escatrón, con guardapolvo de madera, por Damián Forment en el siglo XVI. Frente a este elemento, a los pies de la nave central, se sitúa el coro mayor, que procede de la antigua iglesia gótica. De estilo plateresco, fue tallado en roble de Flandes entre 1544 y 1548 por un zaragozano, Nicolás Lobato; un navarro, Esteban de Obray; y un italiano, Giovanni Moreto.

El otro gran icono de la visita es la Santa Capilla, que no solo da refugio a la Virgen del Pilar –se encuentra dentro de un camarín de plata con fondo de mármol verde–, sino que se convierte en un pequeño templo gracias a la obra de Ventura Rodríguez. En ella se pueden observar dos grupos escultóricos, el de la Venida de la Virgen, labrado en mármol blanco de Carranza sobre resplandores de bronce dorado; y el de Santiago y los Convertidos, una composición sólida, equilibrada y armónica llevada a cabo por Rodríguez de Arellano. Sobre la estructura arquitectónica, la capilla tiene su techo propio abierto que permite ver la cúpula decorada por la pintura al fresco de Antonio González Velázquez.

Estas pinturas no son las únicas que sobresalen dentro del Pilar. La basílica cuenta con dos grandes frescos de Francisco de Goya y Lucientes. El primero de ellos es ‘La adoración del Nombre de Dios’. Tiene un estilo clasicista, una composición muy cuidada y unos tonos suaves que encajan a la perfección con el entorno. Se encuentra en la bóveda del coreto que hay enfrente a la capilla de la Virgen. El segundo es una composición colorista, imaginativa e innovadora, muy diferente a la anterior. La cúpula ‘Regina Martirum’ está en el lado norte del templo a unos 50 metros de altura.

En la basílica hay además varias capillas, como la de Santiago o la de Santa Ana y dos de las cuatro bombas que cayeron sobre ella durante la Guerra Civil y no explotaron. Pese a todas estas piezas y espacios de excepcional valor, el verdadero "corazón" del Pilar sigue siendo la columna, que durante toda la pandemia ha estado alejada del público, puesto que no se podía ni tocar ni besar. Desde este verano, producto de la mejora de la situación epidemiológica, ya se puede tocar, aunque en muchas ocasiones el fervor de los asistentes les lleva también a besarla. Lo mismo ocurre con el Santo Cristo que hay en la capilla de San Juan, nada más entrar por la puerta baja. Era costumbre tocarle y besarle los pies, aunque ahora, como el caso de la columna, se ha visto limitado a la primera acción.

Justo en ese acceso también se sitúa otro de los espacios más visitados: la tienda, cuyo principal atractivo es la medida. "La cinta permite que la Virgen nos acompañe en el coche, en el carrito del bebé o en la muñeca", señala el deán, quien recuerda que este elemento nació de la "incapacidad" para poder atender con mantos de la Virgen a todos los enfermos que los demandaban. Y ahora su uso se ha popularizado todavía más, siendo compradas y utilizadas por visitantes y turistas de todos los continentes.

Durante este año, ya se han registrado en el Pilar más de 2,5 millones de visitas. La mayoría (cerca de 2 millones) entraron al templo por la puerta baja, que es la que da acceso a la capilla de la Virgen; mientras que más de 560.000 lo hicieron por la puerta alta, más cercana al altar mayor. "Si el año de la pandemia pasaron 1,7 millones de visitantes, este rebasaremos los 5 millones", apunta Aguilar. 

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