La 'piel' y las cúpulas del Pilar

Las tejas de colores de la basílica son de gres y están cocidas a 1.300 grados de temperatura

El exterior del Pilar es una amalgama de materiales de distintas épocas y materiales.
El exterior del Pilar es una amalgama de materiales de distintas épocas y materiales.
Oliver Duch

El Pilar tiene una piel, veterana, curtida, que incluso en algunos puntos muestra orgullosa las cicatrices que le causaron los Sitios de Zaragoza. Esa piel, de ladrillo de distintas épocas y procedencias, le hace muy especial. Pero la fisonomía del Pilar destaca básicamente por el colorido de sus cúpulas, esas pinceladas amarillas, verdes, blancas y azules que los días despejados brillan tornasoladas en la distancia. Las tejas de las cúpulas del Pilar siempre fueron así, aunque quizá nunca hayan lucido tanto como en los últimos años.

"La decoración de esas cúpulas hunde sus raíces en la tradición mudéjar y tiene influencia valenciana", asegura el arquitecto Teodoro Ríos, restaurador e investigador de la basílica. Las que vemos hoy en día no son las originales: de hecho, es el tercer ‘juego’ de tejas que ha lucido el templo.

"El problema del Pilar es que, por su ubicación, está muy azotado por el viento –continúa Ríos–. Eso ha hecho que las tejas se desgastaran con el tiempo. En los años 80 se empleó en las tejas una pintura que acababa de sacar la casa Bayer, de dos componentes, y que se suponía que era muy dura. Pero el resultado no fue bueno".

Las actuales corresponden a la restauración que se hizo en el año 2000, cuando se renovó por completo el sistema de cubiertas. "Había serios problemas de conservación por distintos factores, desde el viento o las palomas hasta los fuegos artificiales –relata el arquitecto–. Y es que las carcasas de cartón, y por lo tanto biodegradables, se sustituyeron por envases de plástico, que con el tiempo se acumularon y habían generado pequeñas presas con el agua de lluvia. Al intervenir en las cúpulas, decidimos cambiar todas las tejas".

Las que se utilizaron fueron un modelo nuevo, diseñado ‘ex profeso’. Son de gres sin vidriar y están cocidas a la misma temperatura (1.300 grados centígrados) que las placas de cerámica que cubren muchos ingenios espaciales. Resultan extremadamente resistentes a la erosión. "Se fabricaron en Valencia y el resultado parece excelente porque veinte años después están impecables", añade Teodoro Ríos. A título de curiosidad, merece destacarse que esas tejas son un 15% más pesadas que las anteriores (para que el viento no las mueva; y además, por el mismo motivo, están atornilladas entre sí). Pero el conjunto es más liviano para las estructuras que soportan su peso porque, en la restauración, se eliminaron varias toneladas de basura y suciedad.

Ese gres cocido a alta temperatura es el principal secreto de las ocho cúpulas de las naves laterales.

Pero aún hay otro más: bajo ellas, los muros de ladrillo que las sustentan están decorados por seis líneas de ladrillo continuas y discontinuas. Algunos especialistas han querido ver en esa decoración simbología de la antigua tradición china, hexagramas que encarnan la unión del Cielo y la Tierra, del espíritu y de la materia, del fuego y el agua.

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