Aceralia, de zona industrial a residencial: "Si el suelo se vende rápido, las viviendas pueden estar listas en cinco o seis años"

Javier Artal, presidente de la asociación de vecinos, muestra la degradación actual del terreno y detalla los planes de futuro para el gran solar.

Javier Artal, presidente de la asociación de vecinos del Picarral, en los suelos de Aceralia.
Javier Artal, presidente de la asociación de vecinos del Picarral, en los suelos de Aceralia.
Guillermo Mestre

Hierbajos, vallas rotas, basura por doquier. Hay unas naves perdidas en medio de la nada y otras desmanteladas a golpe de radial. Se atisban desde la lejanía okupas correteando dentro de ellas; es difícil saber si son ocasionales o esporádicos, pero ahí están. Dicen que la parcela está repleta de conejos y de ratas, pero a la luz del día son difíciles de ver. Una dejadez absoluta campa a sus anchas por los suelos que ocupó en el Picarral Aceralia, el gran solar de 159.080 metros cuadrados que se expande entre la avenida de Alcalde Caballero y los caminos de los Molinos y de la Corbera Baja. No quedan industrias, solo el esqueleto de algunas de las más de diez naves cuya salida de la ciudad se pactó en el plan municipal. Dos décadas lleva abierta la cicatriz que se cerrará, siendo optimistas, dentro de media docena de años más. "Si el suelo se vende rápido, puede estar listo en cinco o seis años", asegura, Javier Artal, presidente de la Asociación de Vecinos del Picarral. 

Las naves que quedan en pie, incluidas las que acogen empresas de servicios que aún abiertas y que dan al Camino de los Molinos, desaparecerán. Si no hay acuerdo, se podrían llegar a expropiar. No ocurre lo mismo con la Escuela de Hostelería TOPI, que se queda como está. Para la nave de la Fundación Picarral, que se tendrá que tirar, se plantea construir un nuevo edificio junto al TOPI si bien hay que concretar cómo se pagará.

El solar está vandalizado. Aunque hay zonas cerradas por vallas, en la mayoría es posible acceder porque están rotas. Durante el paseo por el solar, se ve un coche de la Policía en tareas de vigilancia. Artal explica que en ocasiones puntuales han visto "gente que se pincha"; reflejo del grado de degradación actual. Se utiliza, también, de vertedero. Se ven colchones, maletas... "Cuando hay mucha basura llamamos, la retiran, y ya está", indica Artal. 

Los hierbajos crecen sin control, y sirven de escondrijo para conejos y ratones. Todas las naves se derribarán. Las sustituirán zonas verdes, con un tanque de tormentas soterrado incluido, viviendas y equipamientos sin definir que se instalarán junto a las vías y la zona próxima a Alcalde Caballero. Los vecinos no quieren que se retiren los raíles. Les gustaría, de hecho, que el apeadero industrial se transformara en la Estación del Norte, de la que podrían partir trenes a Huesca y a Canfranc. Proponen, si no, que sirva para acercar el tranvía al Picarral. Explica Artal que lo ideal sería que fuera de la MAZ a El Cascajo, y por las vías hasta La Azucarera. Dice el presidente de la asociación de vecinos que ellos dan ideas, aunque muchas de ellas se quedan sin respuesta. Propusieron, también, que se construyera una pasarela para peatones y bicis sobre las vías del tren para acceder sin dar rodeos al polígono Cogullada y para recortar la distancia que tienen que recorrer para llegar al centro de especialidades médicas Grande Covián. 

Desde la Fundación Picarral, que creó la asociación de vecinos hace 40 años y se está negociando con la Sareb, propietaria del suelo, la reubicación de la nave donde imparten módulos de oficios. Apoyan a unas 500 personas en el barrio, y en algunos casos necesitan darles formación para avanzar en su socialización. 

Otra de las propuestas vecinales consistía en incluir junto a las vías empresas de artesanía, pero finalmente se descartó. Lo que consideran irrenunciable es aumentar los aparcamientos. Y se instalarán, en parte, en la zona que ocupó Aceralia. 

La ampliación de Saica en el suelo anexo a la fábrica servirá de pantalla acústica para las nuevas viviendas. "Quieren hacer oficinas, aparcamientos y la sede del grupo", explica Artal. La del Picarral fue la primera fábrica de Saica y los vecinos, asegura, tienen "muy buena relación" con los dueños. Como el suelo donde se ampliará es industrial, piensa que en un año y medio esta parte del proyecto podría estar terminado. Cuando se presentó el pacto en 2023, desde Saica se calificó el acuerdo como "razonable" y se anunció que "se urbanizará cuando legalmente se pueda hacer".  

En la asociación vecinal se muestran satisfechos con la reducción de viviendas que recoge el último acuerdo: 850, muy por debajo de las 1.300 planteadas. "Si metiéramos muchos pisos, aumentarían los problemas con las cartillas en los centros de salud y de tráfico", advierte Artal.

La mayoría de los suelos de las empresas que cerraron fueron a parar, al pinchar la burbuja inmobiliaria y quedar paralizado el plan por sentencia judicial, a la Sareb, el 'banco malo'. Y éste será el que tendrá que vender a una constructora o a una unión temporal de empresas el enorme solar para que lo empiece a urbanizar. Aunque si todo va rápido podría estar listo en cinco o seis años, Artal tiene dudas y considera que se podría dilatar un poco más. La aprobación este mes o el que viene de la modificación aislada 213 del Plan General de Ordenación Urbana marcará, en todo caso, un punto de inflexión y será el inicio del anhelado final. 

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