Las acequias aún activas bajo el asfalto zaragozano

La reciente reforma de la calle Hayedo recupera el recuerdo del rico patrimonio hidráulico asociado a la huerta, las tajaderas, los molinos...

El tramo de la acequia de Plano que se ha integrado en la calle Hayedo.
El tramo de la acequia de Plano que se ha integrado en la calle Hayedo.
José Miguel Marco

Hasta hace unos meses la calle Hayedo terminaba de forma abrupta en un tramo sin urbanizar entre barro, juncos y maleza. Desde que el pasado mes de mayo, cuando se estrenó un nuevo andador peatonal en paralelo a la llamada acequia del Plano, los vecinos han descubierto la relevancia de una red de ‘caminos de agua’, cuya antigüedad se remonta a tiempos prerromanos y que puede considerarse la más importante de la Península Ibérica.

No son pocas las acequias que continúan activas bajo el asfalto zaragozano, incluso, en el centro de la ciudad. De hecho, el trazado actual de las calles "es la memoria de los antiguos caminos rurales que surgieron asociados a estos ejes hidráulicos". Si bien es cierto que con el desarrollismo muchas acequias se soterraron, se cortaron y se dejaron sin servicio, hay otras supervivientes que discurren ocultas bajos los edificios o tras medianeras de inmuebles.

Así como en los barrios rurales suelen estar a la vista a ras de calle, en la ciudad se asoman, se ocultan, vuelven a emerger e, incluso, definen ejes tan importantes como el Camino de las Torres, que se corresponde al trazado de la acequia de Las Abdulas, todavía activa y en uso. Su cauce aún puede verse en el parque Grande, aunque luego se mete por dentro de la ciudad o entre lindes de urbanizaciones fuera de la escena urbana. Parecido sucede con la de Ontonar, que emerge ‘abierta’ por la Harinera de San José y luego se adentra en las entrañas de la ciudad. En la margen izquierda, las acequias de Urdán, Mamblás y Camarera mantienen vivo el recuerdo de una red que regaba las huertas, pero también aportaba agua a lavaderos, molinos o industrias, a través de un rico patrimonio hidráulico del que se conservan tajaderas, almenaras y azudes.

La acequia de la Almozara se cree que tiene 2.100 años de antigüedad (sería de origen celtibérico) y hoy se ve un tanto desdibujada por el barrio del AVE. "El término municipal de Zaragoza es tan extenso que llega a Villarrapa: ahí justo converge la desembocadura del Jalón con el inicio de la acequia de la Almozara. Esta estrategia servía para no dejar desabastecida la ciudad y garantizar siempre el riego", explica el arquitecto Carlos Marín La Moneda, uno de cuyos proyectos acaba de ‘abrir’ un tramo de la acequia de Plano de Miralbueno.

Martín La Moneda, junto a una de las tajaderas de la acequia del Plano en la calle Hayedo.
Martín La Moneda, junto a una de las tajaderas de la acequia del Plano en la calle Hayedo.
José Miguel Marco

"La primera idea para intervenir en la calle Hayedo era asfaltar, soterrar la acequia, entubarla y olvidarse. Se pretendía hacer una calle con tráfico, pero eso requeriría expropiaciones. Planteé a los ingenieros poder ‘abrirla’ y la junta de distrito respaldó la propuesta. Esta integración como un eje peatonal es única en la ciudad", dice Martín La Moneda.

La acequia del Plano une el Canal Imperial con el Ebro y da servicio a comunidades de vecinos y parcelas agrícolas desde los actuales depósitos de Casablanca hasta casi la desembocadura del río. Todo esto puede verse en un monolito que brinda una explicación del potencial que tiene la red de acequias y los ‘caminos del agua’, como los llama el urbanista Pablo de la Cal.

Las obras de la calle Hayedo tuvieron que llevarse a cabo en los momentos puntuales en los que hay cortes del Canal, pero aún con exiguos plazos consiguió conectarse –con una inversión de 400.000 euros del área de Infraestructuras– Gómez Laguna con el entorno de la ciudad escolar Pignatelli. Esta semana aunque no había excesivo flujo (el viernes, unos 10 centímetros de agua), algún vecino fantaseaba con que Zaragoza pudiera reinventarse como una pequeña Venecia. "Se podrían integrar otras acequias, pero lo que es seguro es que el discurrir del agua es fuente de riqueza y está impregnado en nuestra identidad como ciudad", concluye el ideólogo de este singular proyecto.

Lavanderas en la acequia de Urdán en el año1920.
Lavanderas en la acequia de Urdán en el año1920.
Ayto. Zaragoza

Una respuesta paisajística contra los efectos del cambio climático

Recuperar el trazado de algunas acequias es una oportunidad. Su trazado puede ser "un eje natural para la movilidad peatonal y ciclista", además de afianzar la identidad de la ciudad a partir del patrimonio hidráulico. "A veces no nos damos cuenta pero estamos en un desierto en el que solo la confluencia de los ríos permite vivir en esta zona", dice el arquitecto Carlos Martín La Moneda, al tiempo que explica que la historia de Zaragoza la definen sus ríos (Ebro, Huerva y Gállego), así como la creación del Canal y la extensa red de acequias.

Su proyecto para abrir la acequia de la calle Hayedo –en lugar de entubarla y soterrarla– puede servir de ejemplo para futuras actuaciones, dado que brinda respuesta también al reto del cambio climático. Con la reciente intervención se ha evitado que esta zona se convierta en una isla de calor, pues ha sumado césped, agua y vegetación en lugar de asfalto y hormigón que podría hacer que el mercurio al sol escalara seis o siete grados más.

Un plano de las tomas de agua de Miraflores de 1762.
Un plano de las tomas de agua de Miraflores de 1762.
Heraldo

"En el diseño procuramos no crear puntos ocultos por una cuestión de seguridad. Es una calle que está entre muros, así que mantuvimos la acequia pegada a la tapia que genera más quiebros y desde su inicio se puede ver el final", dice el arquitecto, responsable también de otras obras como el Parque de la Alfranca o las zonas verdes de la nueva avenida de Navarra. "Se han colocado unos postes de acero corten y se ha vegetalizado la pared para evitar vandalismo", añade, al tiempo que reconoce que las acequias siempre se han considerado espacios peligrosos y que también ha habido que abordar el debate de quién se hace cargo de su mantenimiento.

De cara a futuras actuaciones, Martín La Moneda recoge el guante de los ecologistas que, en favor de la biodiversidad, proponen que estos ‘mini parques lineales’ incluyan unas "bandas en los laterales para desarrollo de vegetación" en el cauce hormigonado. Los vecinos, por su parte, celebran la intervención y dicen que habían olvidado "lo bonito es ver el agua correr".

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