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Un año de la primera pastelería siria de Zaragoza: "Queremos agradecer a la gente su apoyo"

Musaab, Hussam y Albeshr, tres jóvenes refugiados que abrieron su negocio en la capital aragonesa, celebran con descuentos su primer aniversario.

Hussam Al Kayal (i), Mussab Al Awadi (en el centro), y Besher al Kabbani (d), al frente de El Damasquino, en la calle de San Vicente Mártir.
Hussam Al Kayal (i), Mussab Al Awadi (en el centro), y Besher al Kabbani (d), al frente de El Damasquino, en la calle de San Vicente Mártir.
B. A. K.

Cuando Mussab, Hussam y Besher, tres jóvenes refugiados en Zaragoza, decidieron lanzarse a la aventura de emprender y abrieron la primera pastelería siria de la capital aragonesa (El Damasquino, en San Vicente Mártir, 26), nunca pensaron que la respuesta iba a ser tan buena. "No lo esperábamos para nada. Al contrario, pensamos que íbamos muy lentos y que no íbamos a vender nada con la situación económica actual, pero ha sido una sorpresa. Estamos teniendo cada vez más producto y trayendo a mucha gente de fuera que nos anima a seguir", relata Albeshr, de 25 años, quien al igual que sus compañeros compagina su labor en el obrador con otro trabajo a media jornada. 

Llegar hasta aquí ha sido "duro" para ellos, que dejaron atrás un país en guerra y cuatro años después abrían su propio negocio en la capital aragonesa mientras otros muchos cerraban lastrados por la grave crisis económica. "El principio no ha sido nada fácil -reconoce Besher-. Siempre da un poco de miedo emprender en estas circunstancias. Barajamos abrir un restaurante en un primer momento, pero como había muchos, elegimos hacer pastelería porque no había ninguna y para presentar los pasteles típicos de Siria de la mejor forma que se puede", relata. A día de hoy, mientras su negocio sigue creciendo, compaginan su trabajo en el obrador con otros empleos fuera. Es así -cuentan- como consiguieron abrir la pastelería y elaborar sus dulces bocados para el público zaragozano. "El dinero para abrir lo hemos conseguido del trabajo. Hemos ahorrado y ahorrado hasta poder coger préstamos, y aún hoy seguimos compatibilizando con otros trabajos. Yo tengo media jornada fuera, y mis otros compañeros, jornada completa. Trabajamos desde que sale el sol hasta que se va todos los días desde hace un año", cuenta este joven sirio. 

El "cariño" que encuentran en su clientela de Zaragoza les ha llevado a ofrecer descuentos esta semana para celebrar que llevan un año al frente de este proyecto. "Ahora vamos a hacer descuentos el día 1 y el día 2 en todas nuestras cajas de surtidos. Al rebajar un 25%, nosotros no vamos a ganar nada, vamos a regalar nuestro producto para agradecer a la gente que viene a darnos su apoyo", reiteran.

La oferta se mantendrá además de este lunes festivo, Día del Trabajador, el martes día 2, para que aquellos que se marchen de puente "puedan aprovechar a la vuelta el descuento", que se realizará en tres formatos: la caja grande de dulces -de un kilo-, la mediana -de 700 gramos- y la pequeña -de 350 gramos-, cuyos precios oscilan de normal entre los 9 y los 28 euros.

Nuevos dulces para mayor clientela

Para quienes se acerquen por su obrador estos días, los tres jóvenes prometen tener también el mostrador lleno de novedades. "Hacemos pasteles de Siria típicos -como la Baklava- y pastas de té, pero ahora estamos ofeciendo más productos. Hacemos tartelas de chocolate con frutos secos (almendras, pasas y nueces o de anacardos), mini bombas rellenas de avellanas y cacahuetes, tostadas con chocolate, dedos rellenos de dátiles y recubiertos de sésamo, y trufas de dátiles. La idea es ir cambiando", añaden. 

En este año de andadura, una de las cosas que más felices les hace es la respuesta de la gente, pero también el poder ayudar a sus familias a kilómetros de distancia. "Lo más bonito es la acogida que hemos tenido. Nos tratan muy bien aquí y ahora la pastelería está trayendo a mucha gente de otros barrios. Vienen de Delicias, de Santa Isabel, de Miraflores, de Romareda... porque es la única pastelería artesana que fabrica dulces típicios de Siria, y el tener un producto único atrae mucho", asegura Besher, que al igual que sus compañeros llegó hace cinco años a la capital aragonesa. 

Los zaragozanos -dicen- aplauden su esfuerzo y eso les ayuda también a crear lazos con su clientela. "Todo el mundo nos dice que hemos sido muy valientes, porque ahora que otros están cerrando nosotros hemos abierto. La gente nos anima mucho a seguir, más al ser jóvenes, y la mayoría de los clientes nos preguntan por nuestras familias", confiesan. 

A día de hoy, el buen funcionamiento de su pastelería siria les permite también poder ayudar a su gente, y eso -reconocen- "nos hace muy felices". 

"Nuestras familias están en Siria. Nuestros padres son mayores y no trabajan, y allí no hay ayudas para la gente mayor. Nosotros les ayudamos en lo que podemos. Somos dos de Damasco y uno de Yemen. Los dos países están en guerra ahora. Han sufrido además el terremoto, no tienen luz, gas ni energía... Yo he vivido tres años en guerra y mi compañero también. Hemos vivido cosas duras, hemos visto disparos... Nos conocimos aquí al venir como refugiados, a través de las organizaciones y de las clases de español. Zaragoza nos ha dado la oportunidad de empezar de cero y estamos muy contentos", concluyen. 

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