Clamor por la carretera del valle de Chistau: "Nos salvamos al dar marcha atrás, la ladera se nos venía encima"

Testimonios de empresarios y vecinos evidencian el peligro de su único acceso, cuyas obras de mejora se siguen demorando. 

Arriba, Nacho López y María Fillat. Debajo, Antonio Vila y Enrique Arcas.
Arriba, Nacho López delante de su restaurante y María Fillat en su hotel. Debajo, el taxista Antonio Vila y Enrique Arcas, pintor y presidente del Centro de Iniciativas Turísticas .
Verónica Lacasa

Nacho López, propietario del restaurante Casa Ruché de Plan, estuvo a punto de morir el 6 de febrero de 2017 en una avalancha de piedras que dejó incomunicado el valle 9 horas. "No nos matamos allí dos personas por décimas de segundo", afirma. Su testimonio, como el de otros vecinos, evidencia el hartazgo por la deficiente situación de la única carretera que da acceso al valle de Chistau, la A-2609 (Salinas-Plan), construida hace un siglo, apenas reformada y con un tramo de 1,5 kilómetros con cuatro túneles excavados a pico en el congosto de la Inclusa que apenas se han tocado.

El malestar de los 600 habitantes de Plan, San Juan de Plan y Gistaín ha ido a más tras conocer que todavía tendrán que esperar algunos años para contar con un acceso digno como el que tienen otros valles del Pirineo. 

Lo que le ocurrió a Nacho López le podría pasar a otro, porque la caída de piedras es constante. Él volvía de un cáterin con un compañero de madrugada. "Vi que caían piedras y le dije al copiloto ‘Si no pasamos ahora, igual nos quedamos aquí’. Él me contestó que mejor nos quedábamos. Frenamos en seco y empezaron a caer piedras, árboles... Tuvimos que dar marcha atrás porque se nos venía encima la ladera", cuenta. 

Le impactó tanto que quería iniciar una campaña para que nadie votara, a ningún partido. "Me dijeron que harían algo, arreglaron la curva, pero luego ya no se ha hecho nada. Y de esto han pasado 7 años". Asegura que para los vecinos los semáforos instalados en la entrada de los túneles, para evitar que coincidieran un camión y un coche, porque no caben, eran "un incordio", por las esperas y porque no funcionaban bien. "Más que resolver el problema, ralentizaron el tráfico. La gente se los acababa saltando porque no estaban bien programados".

El mal estado de la carretera afecta al día de día de los habitantes del valle y perjudica a los negocios turísticos, como el de María Fillat, cuya familia posee un hotel restaurante en San Juan de Plan, Casa Anita. "No te puedes cruzar con un camión o un autobús, y cada vez son más frecuentes vehículos más grandes, como las campers. Algunos visitantes igual tienen una visión romántica de la carretera pero a otros les genera miedo. Aunque los vecinos estamos acostumbrados, en verano se ve a mucha gente que se da la vuelta", explica esta hostelera, que pensaba que la solución estaba cerca, y sin embargo no llega. 

"Echo de menos una señalización adecuada, porque alguno se mete en el túnel creyendo que es de única dirección y se enfada al cruzarse con otro". No oculta que la situación es "bastante precaria", hasta el punto de que como los repartidores cada vez llevan vehículos más grandes, "nos tememos que algún día nos digan que bajemos a buscar el género porque ellos no quieren subir".

"Solo pedimos una carretera acorde a los tiempos", aclara, por su parte, Antonio Vila, taxista de Plan que además cubre el servicio de transporte de viajeros tres veces a la semana. "Los túneles se excavaron hace cien años cuando no había casi coches. Se han quedado completamente anticuados", explica. 

Para él los semáforos han sido más "una pérdida de tiempo, un mal parche". "Entorpecen más que ayudan, nunca han funciona bien. Puedes estar 10 minutos parado y al ponerse verde no encontrar a nadie que pase o darte de bruces con un camión en medio de un túnel".

Otro usuario habitual es Javier Pueyo, el panadero de Plan, que hace reparto diario. "Desde hace un mes los semáforos no funcionan. No existen marcas laterales en la carretera, caen piedras continuamente, hay baches y unos carámbanos superpeligrosos", lamenta. Afirma que alguna vez ha tenido que dar marcha atrás 300 metros al toparse con un camión.

Una carretera mejor acondicionada sería un impulso para el turismo. Enrique Arcas, vecino de Saravillo y presidente del Centro de Iniciativas Turísticas, lo tiene claro, porque el actual acceso, añade, supone claramente un freno. "Hoy me he cruzado en el túnel con el quitanieves. Nosotros estamos acostumbrados y maniobramos, pero si le pasa a un turista…". Achaca la rotura de los semáforos al enfado de la gente. "No lo justifico pero denota el malestar".

Esta semana, el presidente de la Diputación se comprometió con los alcaldes a asfaltar la pista forestal de Plan a Chía, una salida hacia el valle de Benasque, aunque para Arcas, esto no puede desviarles sobre cuál es la prioridad, el arreglo de la carretera de la Inclusa. "Es lo realmente importante", dice. Se queja además de que buena parte de las inversiones para el Pirineo, como los fondos europeos, "van a la nieve, nosotros somos siempre los últimos".

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