Caneto, la escuela que resiste en la España (re) poblada

Este colegio del Pirineo está en el foco del debate político desde su cierre mientras los padres asumen la educación de los 21 niños. Ninguno sube al autobús que va cada día a buscarlos.

Los niños siguen asistiendo a clase y los padres se encargan de su educación.
Los niños siguen asistiendo a clase y los padres se encargan de su educación.
Verónica Lacasa

Son las 8.00 y el autobús escolar llega a Caneto para recoger a los niños y llevarlos a Tierrantona, un trayecto de 45 minutos, con 193 curvas y tramos limitados a 20 km/h por las condiciones de la carretera. El conductor espera unos minutos y se va de vacío. Así un día tras otro, desde que la consejería de Educación abrió una ruta de transporte como alternativa al cierre de la escuela que, dice, "nunca ha existido" y que carece de los permisos oficiales, pese a llevar cinco años funcionando con maestros asignados por la administración.

El autobús vacío es el paradigma de esta enrevesada situación que mantiene sin escolarizar a 21 menores de 3 a 11 años de esta aldea de la comarca del Sobrarbe. Caneto está hoy en el centro del debate político, con acusaciones de la izquierda sobre «el ataque a la escuela rural» del nuevo gobierno PP-Vox y reproches de la actual consejera, Claudia Pérez, sobre las irregularidades cometidas por su antecesor, Felipe Faci, desde que en 2019 un primer informe de la Inspección advirtiera de que las dos aulas de madera no reunían condiciones.

La lista que Pérez expuso al detalle en las Cortes de Aragón es larga: está en suelo rústico para pastos, anegable y sin sistemas de drenaje; sin vías pavimentadas accesibles a los servicios de emergencias; ni certificaciones de que las instalaciones de agua, luz, saneamiento... cumplen la normativa. El sistema de calefacción es otro de los puntos sensibles al haber estufas sin informe de prevención de incendios.

Silvio, Lorién y Laina, de 8, 11 y 10 años, salen de esas cabañas para jugar en el recreo. No es un patio al uso sino un terreno abierto al bosque. Echan de menos a sus profesores, reasignados al colegio de Tierrantona. "Aquí podemos aprender en medio de la naturaleza. Tardamos un minuto en llegar andando a casa. Con el autobús serían casi 50 de ida y 50 de vuelta", comentan los niños. El conflicto se complica para Lorién, que debe pasar al instituto el próximo curso.

Padres que ejercen de maestros

Desde la orden de cierre el 3 de noviembre y la posterior negativa de los padres al traslado a Tierrantona por "la peligrosidad de la ruta y la merma de la calidad de vida para los niños", ellos hacen de maestros a la espera de una medida de gracia o de la regularización definitiva, a más largo plazo. No temen la visita de los servicios sociales, "los niños están bien atendidos", afirman. Han hecho un cuadrante para compaginarlo con sus trabajos, aunque ahora se les ha abierto otra posibilidad con el ofrecimiento voluntario de profesores titulados con experiencia para llevar a cabo la escolarización de forma altruista hasta que reabra el centro, según anunciaron este sábado en un comunicado.

De los más pequeños se ocupa Peña Pérez Salcedo, madre de dos alumnos. "Hemos adaptado nuestras responsabilidades laborales para hacer este puzzle", cuenta. Admite la "buena voluntad" de la administración para superar "esta barrera burocrática", pero discrepa en los tiempos y cree que ir al colegio de Tierrantona (con 30 alumnos) no es una opción viable. "Hay un derroche de recursos con el transporte", añade. De hecho ya han pedido formalmente a Educación que anule la ruta porque nadie la utiliza. Ella cree que es cuestión "de poco tiempo que busquemos una solución, para que los niños recuperen la normalidad".

"Aquí todos nos calentamos con estufas"

Lo que nadie puede negar, mantiene Pérez Salcedo, es que aquí había una escuela. "No estaban en riesgo sus vidas como para justificar un traslado de urgencia", señala. "Si el acceso no está asfaltado es porque el pueblo entero está sin asfaltar, y si existe riesgo de incendio será el mismo que en las casas, todos nos calentamos con estufas". Entre otras cosas, porque a Caneto no llega el tendido eléctrico, se alimenta con placas solares. Sí tiene conexión a internet. El arquitecto Sixto Marín, autor de un estudio que analizó 32 experiencias de repoblación en el Alto Aragón, lo puso como ejemplo "de recuperación y revitalización exitosa, esforzada y respetuosa".

Esta semana ejercen también de maestros otros padres y madres como Dani Lombardo, José Manuel Villellas o Nirvana Jiménez. El primero defiende la educación "en la naturaleza, en un medio rural y una vida sana", y el segundo comprende "que hay problemas, pero el cierre de un día para otro no es solución".

Nirvana, madre de tres niños, es hija de los primeros repobladores de la aldea, deshabitada por la construcción del embalse de El Grado en los 60. Apenas dos décadas después, la médico de Tierrantona y otra familia, cada una con cinco hijos, llenaron de vida un núcleo al que solo se podía llegar por una pista forestal. Fue el germen que hizo posible la primera escuela en una ermita, que pronto se quedó pequeña. Hoy viven 14 familias en las casas rehabilitadas, 54 vecinos .

Eduard Jubert, convertido en el portavoz, no para de atender a medios de comunicación de todo el país interesados por la historia de la escuela "que no existe". Asegura que algunas deficiencias se han subsanado ya desde los primeros informes negativos, aunque admite que hay otras pendientes. En su opinión, "existe una gran diferencia entre que incumpla requisitos de aislamiento, medidas de los aseos o el código técnico de edificación, a que las aulas sean peligrosas".

Los informes "demoledores" de la Inspección

Fue el Ayuntamiento quien en 2019 pidió la apertura, cuando ya había varias cabañas pagadas por la Diputación, aseguró la consejera ante el parlamento aragonés. El informe de la Inspección fue entonces "demoledor", dejó clara una situación "anómala", "en la que todos hicieron la vista gorda", y la corroboró otro este año. 

Al margen de los problemas urbanísticos, Claudia Pérez también cuestiona los criterios pedagógicos. En su intervención se preguntó por qué el anterior gobierno no legalizó la escuela en cinco años, y concluyó alabando la cordialidad de las familias con los técnicos de Educación en sus visitas a Caneto, "aún sabiendo que lo que estaban redactando era desfavorable".

Esta misma semana, la consejera ha vuelto a referirse al tema. Preguntada por si es posible que los padres tengan alguna sanción al no acudir al colegio, ha dicho que no se enfrentarán "absolutamente a nada", y cree que se conseguirá una solución "más o menos rápida". 

El Ayuntamiento de La Fueva, al que pertenece Caneto, hoy con otro alcalde, afronta el difícil reto de iniciar los trámites de cero para recalificar el suelo y ofrecerlo al departamento de Educación. Ya estaba previsto en la redacción de su primer Plan General de Ordenación Urbana, pero los litigios con las empresas de los macroparques solares lo tienen bloqueado. 

El Gobierno de Aragón le ha pedido que solicite formalmente abrir una escuela en Caneto y pronto espera mantener una reunión con las autoridades urbanísticas y la CHE (propietaria de los terrenos). "Vamos contra reloj porque los niños están sin escolarizar y es una tarea titánica para nosotros", reconoce Carlos Esplugas, concejal de este modesto ayuntamiento de apenas 600 habitantes de la comarca de Sobrarbe.

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