El glaciar del Aneto: las imágenes de la agonía en el último siglo y medio

La principal masa de hielo del Pirineo, que perdió entre 2011 y 2020 un 24% de su superficie, ofrece este verano su fotografía más descarnada, sin nieve dos meses antes de lo habitual por las olas de calor. 

La evolución del glaciar en el último siglo.
La evolución del glaciar en el último siglo.
Fundación Hospital de Benasque

La cuenta atrás para los glaciares ha comenzado. No es algo nuevo. Desde hace décadas es sabido que las masas de hielo del Pirineo, las más meridionales del continente, tienen los días contados. Nadie puede poner fecha a la extinción, pero el final está cerca, como constatan las imágenes tomadas este verano en el Aneto. El glaciar más extenso de la cordillera aparece más descarnado que nunca, y también más peligroso para los montañeros que lo cruzan de camino a la cumbre. 

La Fundación Hospital de Benasque, dedicada a la investigación del patrimonio artístico, cultural, etnológico y natural del Pirineo, guarda en su archivo unas 150 imágenes (algunas de ellas en forma de postal), que muestran el imparable retroceso. Jorge Mayoral, uno de sus miembros, ha difundido algunas de las fotografías que ilustran la evolución del hielo. La primera corresponde a 1876, sacada de un libro editado en Francia. "Hace 20 o 25 años que sabemos cuál es el final", comenta. Esta o la próxima generación tendrán el triste privilegio de ser testigos de ese momento. 

En 1850 había 52 glaciares en los Pirineos ocupando una superficie de 2.060 hectáreas. En 1984 ya eran 39 (810 ha), y en 2008, 22 (306 ha). Una estimación realizada por varias universidades españolas junto al Instituto Pirenaico de Ecología (IPE) en 2016, a partir de imágenes de satélite y observaciones ‘in situ’, aún rebajó más las cifras, hasta 19 masas heladas y 242 ha, un retroceso del 88% desde el final de la Pequeña Edad de Hielo, a mediados del siglo XIX.

El Aneto, el más extenso, ocupaba en 1990 una superficie de132 hectáreas. Entre 2011 y 2020 perdió 15,2 de las 62,6 que le quedaban. Y a este retroceso del 24'3% hay que sumar una pérdida media de espesor de 8,5 metros en el mismo periodo, con disminuciones de hasta 21 metros en algunas zonas. Ya está partido en dos cuerpos, uno mayor en la zona del Collado Coronas (43,6 ha) y uno más pequeño justo debajo de la cumbre (3,7 ha). Una división que acelerará su deshielo, ya que las rocas que afloran irradian calor y la fusión es más rápida. 

A falta de una evaluación científica, este verano se presenta como uno de los peores por la fusión anticipada de la nieve a finales de junio. Apenas iniciada la estación estival, la Guardia Civil ya alertó a los montañeros del peligro, cuando otras veces había que esperar hasta agosto. Las sucesivas olas de calor han hecho emerger el hielo fósil, que dificulta la progresión incluso utilizando crampones.  

Jesús Revuelto es uno de los autores del estudio internacional ‘Hacia una montaña libre de hielo: los cambios en los glaciares pirenaicos entre 2011-2020’, publicado en la revista ‘Geophysical Research Letters'. En septiembre volverá al Aneto para tomar datos y evaluar su evolución. "Cada año la pérdida de espesor ronda un metro", explica el investigador del Instituto Pirenaico de Ecología, especialista en nivología y glaciología. 

La división del glaciar en partes no ayuda a su conservación. "Desde hace años se ha ido dividiendo en más cuerpos", comenta. Habrá que esperar a la campaña de monitorización cuando acabe el verano, pero se teme que la pérdida en este 2022 sea mayor por las elevadas temperaturas. "La cobertura de nieve que tenían los glaciares a principios de julio es la que cabe esperar otros años en septiembre. El del Aneto lleva dos meses sin nieve, con lo que ello conlleva de exposición a la radiación solar y al calor".    

Una imagen aérea del glaciar del Aneto tomada el pasado fin de semana.
Una imagen aérea del glaciar del Aneto tomada a principios de verano.
Gerardo Bielsa

"El glaciar dejará de considerarse como tal en el momento en que pierda su dinamismo, y esto puede ocurrir en 30 o 40 años. Luego quedará ahí un hielo residual, sin dinámica, que ya no se pueda considerar glaciar sino un helero", comenta el investigador. 

"La cobertura de nieve que tenían los glaciares a principios de julio es la que cabe esperar otros años en septiembre"

Con su desaparición no solo se va un elemento paisajístico característico del Pirineo. "También un registro climático. El hielo está atrapando sedimentos de polen que hay alrededor, partículas de aire que quedan atrapadas... Hay elementos históricos que se pierden impidiendo analizarlos en el futuro", señala Revuelto. 

Asimismo implica una serie de riesgos, como la desestabilización de las paredes de la montaña. Solo cabe recordar la tragedia ocurrida en la Marmolada este verano, cuando 11 montañeros murieron bajo toneladas de hielo y rocas por un desprendimiento en el sendero de ascenso al glaciar de la reina de los Dolomitas. Y además, añade el especialista, "permite acceder a ciertas repisas o aristas de manera más sencilla, como si fuera un andamio".  

El Aneto comprarte su muerte anunciada con el resto de glaciares pirenaicos, que entre 2011 y 2020 redujeron su área un 23% y su espesor, una media de 6,2 metros. En 2011, el Instituto Geográfico Nacional, a partir de los vuelos realizados con tecnología Lidar, que utilizaba un emisor láser para calcular el volumen detectó 24 cuerpos glaciares (la mayor parte en Aragón) que sumaban 293’9 hectáreas. En 2020, el IPE utilizó drones para constatar que ya solo quedaban 21 cuerpos y la superficie se había reducido a 229,2 ha.

Los glaciares están protegidos como Monumentos Naturales desde 1990. Treinta años después se aprobó un Plan Rector de Uso y Gestión, que pese a reconocer las escasas posibilidades de conservación a través de esta figura, propuso medidas para evitar su pérdida, deterioro o alteración. A estas alturas, es imposible detener su desaparición porque implicaría cambiar el clima. 

 

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