fiestas de san lorenzo

La ofrenda de flores y frutos de Huesca: una marea multicolor de tradiciones

Cientos de oscenses participaron en una multitudinaria Ofrenda de Flores y Frutos, salpicada de jotas y dances, que puso el colofón a unas fiestas históricas.

La ofrenda destacó por los bellos trajes procedentes de numerosos rincones de Aragón.
La ofrenda destacó por los bellos trajes procedentes de numerosos rincones de Aragón.
Verónica Lacasa

Las fiestas de San Lorenzo 2022 no podían tener un mejor epílogo. Hasta el termómetro fue un aliado y el sofocante calor sufrido en los últimos días respetó la Ofrenda de Flores y Frutos, que una vez más resultó multitudinaria, con unos 2.000 participantes.

Los oscenses hicieron pasillo a esta pasarela multicolor de tradiciones desde la avenida de Monreal hasta la plaza de San Lorenzo, pasando por el Coso. Las calles se llenaron a lo largo del recorrido para ver el desfile, que abrieron la corporación municipal, encabezada por el concejal de Fiestas, Ramón Lasaosa, y la cofradía de San Lorenzo.

A las 19.21 salió a la plaza la peana del patrón de Huesca para recibir las ofrendas. El saludo al santo corrió a cargo este año de Joaquín Almerge, de la cofradía del Santo Cristo de los Milagros, quien recordó los 1.047 días transcurridos desde la última vez. Han sido "duros días de pandemia", dijo, y entre los deseos expresados ante San Lorenzo, "que termine la guerra en Ucrania y el mundo".

En el orden de prelación sucedieron a los representantes municipales y de la cofradía las mairalesas, para luego dar paso a las peñas Zoiti, Alegría Laurentina, La Parrilla, Los que Faltaban, 10 de Agosto y Los 30, que llevaban ante el santo sus escudos tejidos con claveles. Más tarde pasaría la peña Os Casaus.

Siguieron los Danzantes de Apiés y los grupos folclóricos Roldán del Alto Aragón, San Lorenzo, Estirpe de Aragonia, Elenco Aragonés y Santa Cecilia. Los primeros acuden al acto cada dos años. Fue un momento muy especial para el mayoral, Manuel Pérez, quien dio el relevo a su hijo, Nacho. "Es el último año para mí como mayoral. Llevo en el dance ya 40 y ha llegado el momento de ceder el testigo". Les acompañaban vecinos de Apiés, como Mari Paz Monaj, María José Salas, Trini Oti y Carmen Malanes, que trajeron en sus cesta unas rosquillas como ofrenda.

El desfile se vio salpicado por la interpretación de las jotas a cargo de los distintos grupos folclóricos y los dances de la agrupación de Apiés. El primero en aparecer por la plaza fue Roldán del Alto Aragón, que bailó la Jota de San Lorenzo. No olvidó el conductor de la ofrenda, Pablo Gracia, mencionar la aspiración aragonesa de reconocer la Jota como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Rica indumentaria

Gracia, un año más, fue desgranando los detalles de la vestimenta de los participantes y acercando al público sus secretos. La esencia aragonesa se expresó en el rosario de indumentaria aragonesa. El desfile estuvo poblado de vestidos originarios de todo Aragón pero sobre todo de la provincia: de Fraga, de Hecho, de Ansó (con todas las ricas variantes), de Sástago, de Alcañiz o de la Ribagorza. Llamó la atención un bebé de siete meses ataviado con el traje de periquillo.

Se vieron mantones de merino y adamascados, moños de picaporte, ricos delantales de seda, escapularios, escarapelas, gorgueras, basquiñas... demostrando una vez más el creciente respeto por el traje tradicional. "Cada vez se viste mejor y la gente tiene más interés en recuperar la indumentaria antigua, aunque todavía hay labor por hacer", explicaba Ana Laplana, en referencia a que aún se ven desfilantes con flequillo o gafas de sol. Esta representante del grupo Estirpe de Aragonia acudió junto a una treintena de miembros con trajes de toda la provincia.

Desde el valle de la Orotava

Pero no solo se vieron atuendos aragoneses. Otras Comunidades también estuvieron representadas. Llamó la atención uno del valle de la Orotava portado por Natalia Martín, una tinerfeña residente en Chimillas. "He salido otras veces con vestido aragonés, pero este año he querido volver a mis auténticas raíces", dijo. Igualmente salpicó el desfile algún llamativo traje andaluz, y muchos optaron por desfilar de impoluto blanco y verde.

Para algunos niños pequeños fue su primera ofrenda tras el paréntesis de dos años. También para la familia Mairal, que quiso salir por primera vez en homenaje a un familiar fallecido y que había alquilado los trajes.

San Lorenzo no solo recibió ramos de claveles y de albahaca. También hubo quien le llevó laurel, y no faltaron las hortalizas de la huerta oscense y de los alrededores: calabacines, berenjenas, tomates de Igriés, cebollas, pimientos. Y hasta cestas con pan de Loporzano.

El desfile, como es tradición, se cerró con la Banda de Música de Huesca y la ofrenda de los Danzantes de Huesca, este año a cargo de la familia del Danzante José Ignacio Montorio Bernad. El público volvió a vibrar con el dance. Quienes estaban en la plaza de San Lorenzo tuvieron que esperar hasta las nueve de la noche para ver la actuación final. La agrupación la formaba un cuadro menos, cinco en lugar de seis, por la lesión de alguno de sus integrantes.

A lo largo de dos horas, los asistentes subieron a la plataforma para dar su ofrenda y acercarse al busto del patrón. La parrilla instalada en la fachada de la iglesia pronto quedó cubierta por ramos de claveles que por la noche sirvieron de telón de fondo al emotivo acto de despedida al santo.

Los participantes dejando su ofrenda ante el busto del santo.
Los participantes dejando su ofrenda ante el busto del santo.
Verónica Lacasa
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