Redactor jefe de Aragón en HERALDO DE ARAGÓN

Sánchez pone a Aragón en el foco de su campaña

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez visita el laboratorio forense instalado en Cuelgamuros para la identificación de los restos de víctimas de la Guerra Civil.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez visita el laboratorio forense instalado en Cuelgamuros para la identificación de los restos de víctimas de la Guerra Civil.
MONCLOA

El presidente Azcón, en su etapa de concejal, solía aludir al truco de los cristales de colores, esos que el político mueve para guiar a la opinión pública con sus brillantes destellos allá donde le resulta más provechoso, desviando al mismo tiempo la atención del lugar que no le interesa. Lo decía como queja, aunque después él, cuando le ha tocado gobernar, ha utilizado estratagemas parecidas, tan viejas como la política y con las que los partidos tratan de controlar la agenda y arrinconar al adversario.

Estos días el jefe del Ejecutivo aragonés habrá podido recordar lo de los dichosos cristalitos al ver al presidente de España, el socialista Pedro Sánchez, agitar la bandera antifranquista en el mismo Valle de Cuelgamuros para calentar el ciclo electoral que se avecina, con tres procesos electorales (comicios vascos, catalanes y europeos) en dos meses en los que el PSOE (y el PP) se juega buena parte de lo que queda de legislatura.

Aragón, junto a otras comunidades en las que los populares gobiernan con Vox y que han derogado las leyes de memoria democrática, se ha convertido en la excusa propicia para que el PSOE active a su propio electorado. Entre el votante socialista, así lo evidencian las encuestas, crecen las dudas ante la ley de amnistía y las concesiones a los independentistas. A todo esto se ha sumado ahora la corrupción del caso Koldo.

El movimiento de Sánchez, que ha enviado incluso al secretario de Estado de Memoria Democrática a Zaragoza para acusar al Ejecutivo PP-Vox de "blanquear el franquismo" y que se muestra dispuesto a recurrir al Constitucional y a la ONU, se ha producido en un momento político en el que Azcón había querido poner el foco en la gestión autonómica, más que en dinámicas políticas nacionales en las que se había apalancado en los primeros seis meses de legislatura.

La derogación de la ley de Memoria Democrática es la bandera que agita el PSOE para activar a su electorado

La ofensiva socialista llegaba justo en la semana en la que el presidente escenificaba la implantación del grupo Costa en Villamayor de Gállego, articulaba su paquete de medidas para paliar el problema de la falta de médicos y visitaba la planta de Stellantis en Figueruelas para lanzar el mensaje de que urgen las ayudas para instalar la ansiada gigafactoría de baterías. Es como si después de meses recurriendo a la crispada política nacional para construir gran parte de su argumento político, a Azcón ahora el PSOE le quisiera pagar con la misma moneda.

En el Ejecutivo PP-Vox hay dudas del alcance que puede tener el relato antifranquista a la hora de atraer al electorado moderado o progresista de cara a los próximos comicios. "El tema de la memoria histórica no está en el debate. Eso no va a mover un voto, especialmente en las elecciones vascas y catalanas", afirma un consejero autonómico. Otros responsables del Ejecutivo son más cautos y sostienen que los pactos con Vox en algún momento han sido una vía de activación del votante de izquierdas, como ocurrió en las generales de julio. No obstante, coinciden en que ahora no va a ser suficiente para frenar la cadena de desgaste en que está inmerso el Gobierno del PSOE y Sumar. "Han utilizado el recurso del franquismo demasiadas veces", afirman.

Vox, el punto débil de Azcón

Al margen del rendimiento que puedan sacar los socialistas de su estrategia, los acontecimientos evidencian que Vox sigue siendo el punto débil del Gobierno de Azcón. Y no solo porque facilite el relato de la izquierda y ocupe el debate público en detrimento de la gestión gubernamental. Las declaraciones incendiarias del vicepresidente y líder de Vox, Alejandro Nolasco, se han convertido en el principal inconveniente para que el PP pueda tejer su relato y dar una imagen de estabilidad, uno de los aspectos que más ha apreciado históricamente el electorado aragonés.

PP y Vox han evidenciado sus discrepancias esta misma semana. Tras las declaraciones de Nolasco contra el islam, el presidente Azcón tuvo que comparecer en las Cortes no solo para desmarcarse en la tribuna de su número dos, sino para deslizar que en el caso de que fuera condenado por delito de odio tendría que destituirlo. El líder voxista se removía en su escaño al escuchar al presidente. Es más, el pasado viernes no solo se reafirmó en sus opiniones, sino que publicó en sus redes sociales un vídeo en el que equiparaba a Azcón con los líderes de la izquierda. También criticó a la alcaldesa de Teruel, del PP, por ceder un espacio público a la comunidad musulmana para celebrar el Ramadán.

El PSOE apunta a una crisis embrionaria en el seno del Gobierno, mientras que los populares solo ven en la actitud de Nolasco parafernalia electoral en un contexto de crecimiento de las expectativas del PP de cara a las europeas. Nadie en el Gobierno teme que el bipartito se tambalee, dado que es la dirección del partido en Madrid la que decide y nada apunta a que un paso de Vox a la oposición sea una opción viable en el contexto actual. Toca convivir con las discrepancias. Y con los cristales de colores.

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