El ‘zaragozano de las nieves’ alcanza el Ártico y saluda a Papá Noel tras superar aludes y tormentas de nieve

José Andrés Abián Pajares regresará a Cadrete el próximo día 3 después de recorrer con su bici Noruega y Finlandia a temperaturas de -37 grados. 

El zaragozano de las nieves, en su nueva aventura en el Ártico.
El zaragozano de las nieves, en su nueva aventura en el Ártico.
Heraldo

Por videoconferencia, enseña los mapas en la pantalla del móvil, en los que apenas se ve una sucesión de exclamaciones, advertencias y señales de prohibido. Significa que las carreteras están cortadas y que las autoridades no esperan que se reabran en tres o cuatro días. José Andrés Abián Pajares, también conocido como el ‘zaragozano de las nieves’, ha sufrido las inclemencias del tiempo en su última odisea ciclista, pero -claro- visitar Finlandia, Noruega y llegar al Cabo Norte en pleno mes de enero es lo que tiene…

"Lo peor es la nieve blanda, es lo que más ralentiza la marcha, y también los fuertes vientos aunque las temperaturas sean suaves", explica Abián, que tiene experiencia en estas expediciones invernales tras haber recorrido ya Rusia, Mongolia y Siberia pedaleando con temperaturas de hasta 55 grados bajo cero. Fueron precisamente los medios rusos los que, ante tal hazaña, comenzaron a denominar a este vecino de Botorrita de 53 años como ‘el español de las nieves’.

"Después de lo de Siberia, llevaba dos años parado, si exceptuamos otro cicloviaje por los Balcanes. Tenía ganas de reemprender una aventura de este tipo y Laponia me pareció un buen destino", explica Abián, que salió de Zaragoza a finales de diciembre y ha tardado algo más de un mes en llegara Cabo Norte, que era su objetivo. 

José Andrés Abián Pajares regresará a Cadrete el próximo día 3 después de recorrer con su bici Noruega y Finlandia a temperaturas de -37 grados

"En todo este tiempo no me he cruzado con ningún ciclista ni ningún motorista", explica, evidenciando que lo impracticable de las carreteras desaconsejaban este tipo de aventuras. El repertorio de anécdotas es amplio -como la ‘caza’ de auroras boreales o los apuros por la avería de un pedal-, pero lo más impresionante de este paseo por el Círculo Polar Ártico es "lo monótonas que son algunas carreteras finlandesas". "Me recordaban mucho a la tundra siberiana y, de cuando en cuando, cruzaban alces majestuosos: son unos animales enormes, pero bastante asustadizos", cuenta el zaragozano. "También he visto numerosos renos, algunos incluso atropellados, con los cuernos enterrados por una vasta capa de nieve". 

Las temperaturas más frías que ha vivido este mes han sido unos 37 grados bajo cero en la localidad de Rovaniemi, donde se encuentra la popular 'aldea de Papá Noel', que a Abián le despierta sentimientos encontrados. "Han hecho mucho negocio con el turismo allí. Hay filas para ver al supuesto Papá Noel real y te puedes tirar media mañana hasta que accedes a la casa. Es todo un parque de atracciones. ¡Hacerte la foto con el Papá Noel te cuesta un ojo de la cara!", explica el zaragozano, que sí pudo visitar -no obstante- a otro personaje de la localidad (no ‘oficial’), al que pudo entregar las pajaritas que portaba desde el colegio Qadrit de Cadrete. Abián es embajador del Club de la Pajarita, que hace unos años ganó el Premio Nacional de fomento de la convivencia escolar por este proyecto. El club fomenta los valores educativos a través de la producción artística y audiovisual y el ciclo-aventurero reparte pajaritas, globos y sonrisas a los niños más desfavorecidos durante su viaje. 

Hasta Papá Noel recibió una de estas figurillas, lo que para el colegio zaragozano supone todo un hito. Fernando Melero es jefe de estudios del centro y sigue muy de cerca las andanzas de Abián,  aunque esté a miles de kilómetros de casa. Otro que también está en contacto directo con el aventurero es el médico y montañero Manuel Avellanas, que le atendió en la unidad de congelados del hospital San Jorge de Huesca cuando Abián sufrió patologías en tres de sus dedos en su travesía siberiana. "Me ve por la pantalla del móvil y me dice: ‘tienes los ojos muy rojos, ándate con cuidado’", cuenta Abián, quien agradece su preocupación y todos los consejos de salud que le brinda. "Los dedos aún se resienten y me duelen a veces con tanto frío. Por eso a veces los vídeos salen como salen", bromea esta suerte de Marco Polo aragonés.

Bien pertrechado, en parte con material que le facilita Altus desde sus instalaciones en el polígono de Malpica, Abián ha tenido que dormir este último mes "en pequeños hoteles, en salas de cinco metros cuadrados, en psicifactorías de salmones y, también, en una tienda de campaña a la intemperie". Y aunque las comodidades se antojan escasas, lo peor del viaje es la soledad: "Hay que estar mentalmente preparado porque se hace muy duro pasar solo tanto tiempo. Yo llevo más de veinte años viajando de esta manera y ya estoy acostumbrado". Al margen de las auroras boreales, otro hito del viaje que le ha sorprendido ha sido el cruzar un túnel "que está por debajo del mar 250 metros" y que tiene unas puertas automáticas "para que no entren los ciervos ni se hagan carámbanos o chupitos de hielo", comenta.

La aventura ártica de Abián ya toca a su fin, pero el zaragozano ya está pensando en el próximo desafío. "Tenía previsto volar de vuelta desde Oslo o Estocolmo, pero finalmente lo haré el día 3 con una conexión directa desde Rovaniemi a Madrid", explica. Después de haber completado rutas de máxima exigencia en Pakistán, Irán, Jordania, Kirguistán o Marruecos, Abián confiesa que le gustaría regresar a Rusia, pero las circunstancias no parecen las propicias. "Llevo 24 años con este tipo de travesías y ahora toca trabajar y ahorrar para poder volver a poner en marcha otro viaje".

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