MEDIO AMBIENTE

El galacho de Juslibol, un paraíso que cumple medio siglo

La riada de 1961, la mayor del Ebro en el siglo XX, creó este espacio natural. «Es un paraíso a las puertas de Zaragoza y aún no se valora bien su importancia», afirma una responsable de su gestión.

Un lago del galacho
El galacho de Juslibol cumple medio siglo
P. F.

La riada de 1961, la mayor crecida del Ebro del siglo XX, trajo a Zaragoza 4.130 metros cúbicos de agua por segundo (el caudal medio es de unos 200 metros cúbicos). Toda la Margen Izquierda se inundó y por lo que hoy es el Actur navegaban las barcas. Cuando el agua se retiró, quedó un meandro abandonado que dio lugar al nacimiento del galacho de Juslibol.


Este espacio natural celebra este año su 50º aniversario con distintas actividades: exposiciones, encuentros, formación a escolares y, por supuesto, una invitación a pasear por sus caminos y las orillas de sus lagos. «Tenemos la suerte de tener un paraíso natural a las puertas de Zaragoza. Es un lujo. Aún no llegamos a valorar la importancia de este espacio», afirma Olga Conde, responsable del proyecto de educación ambiental del Ayuntamiento en el galacho.


Tras la riada del 1 de enero de 1961, el Ebro modificó su cauce y recuperó la tranquilidad. Pero el galacho tardó años en ser el espacio verde cuidado y atractivo que hoy es. «En los años 70, una empresa de áridos se dedicó a extraer gravas del galacho para hacer negocio. Surgieron muchas voces de ciudadanos, ecologistas y científicos que reclamaban su protección. El Ayuntamiento compró el espacio, de 112 hectáreas, en 1984», recuerda Olga Conde.


Después surgió el debate de qué hacer y qué no con el galacho. Entraban coches por los caminos, había barbacoas, se vertían basuras… Hasta que en 1992 se aprobó una ordenanza municipal de protección del galacho. Hoy está cerrado al tráfico. Se puede acceder andando desde Juslibol, en bici o en trenecito turístico (‘El Carrizal’).

Visitas y voluntarios

Desde 1984, más de 120.000 escolares han visitado este paraje. Cada año, unas 10.000 personas participan en actividades programadas y mucha más gente visita por libre el espacio. Además, unos 300 voluntarios han participado en la promoción y protección del humedal en los últimos doce años.


Arturo Tutor, zaragozano de 67 años, es uno de los voluntarios veteranos. Lleva cinco años paseando e informando a los visitantes. «Hay que hacer compatible la difusión del galacho y su protección. Le pediría más civismo a la gente: que no dejen basura, que no circulen a toda velocidad con sus bicis», señala Arturo, técnico de mantenimiento jubilado. «Me gusta estar activo y ser voluntario, ya lo fui en la Expo y también lo soy del tranvía», añade.


Los gestores del galacho se enfrentan ahora a nuevos retos. «Estamos estudiando qué repercusión tienen las especies invasoras en el ecosistema. Hemos detectado mejillón-cebra, tortugas galápagos (la gente se cansa de tenerlas en casa y las trae aquí) y otras especies que afectan a la fauna autóctona», señala Olga Conde. También está disminuyendo el nivel de las aguas. Otros debates son la posible prohibición de la pesca e incluso limitar la circulación en bici.

Exposición sobre las crecidas del Ebro

Dentro de los actos del 50º aniversario del galacho, el Ayuntamiento inaugurará una exposición fotográfica el próximo 5 de mayo: 'El Ebro desbordado. Una historia de las crecidas del río en Zaragoza'. Permanecerá un mes abierta al público en el Edificio Europa (antigua Unidad de Montes), junto al puente de La Almozara.


«Las crecidas son un fenómeno natural de los ríos, no son negativas. El galacho de Juslibol es el último que se formó en el Ebro, testigo de la dinámica natural de los ríos. El Ebro es ahora un río muy encorsetado y regulado, aunque nunca se sabe si podría repetirse una crecida como la de 1961. De vez en cuando, el río nos sorprende y ocupa su espacio», reflexiona la responsable del programa de educación ambiental.