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Olivos milenarios del Bajo Aragón, los gigantes generosos

Las comarcas bajoaragonesa y del Matarraña han catalogado más de un centenar de oliveras con mil años de vida que siguen dando cosecha puntualmente.

La Olivera Grande del Mas de Conesa, el olivo mas viejo del Bajo Aragón.
La Olivera Grande del Mas de Conesa, el olivo mas viejo del Bajo Aragón.
Fernando Zorrilla

Los olivos milenarios y centenarios del Bajo Aragón y el Matarraña constituyen un patrimonio agrícola singular que impresiona al espectador con sus troncos retorcidos y nudosos y su perímetro de decenas de metros. Estos gigantes se remontan, en algunos casos, al periodo de dominación musulmana, en torno al año 1000. Las dos comarcas los han catalogado con referencias de su localización para conservarlos y que puedan ser contemplados por vecinos y visitantes.

Entre los decanos del olivar del Bajo Aragón y el Matarraña, destacan el centenar largo de ejemplares con un milenio de vida y que, a pesar de su longevidad excepcional, siguen dando cosecha puntualmente. Las pruebas de Carbono 14 y otros sistemas de datación han permitido concretar su edad dentro de un proyecto de investigación y catalogación que ha dirigido el naturalista Fernando Zorrilla.

El olivo más antiguo del Bajo Aragón es según el Carbono-14 la Olivera Grande del Mas de Conesa, en Las Parras de Castellote, con 1.044 años de vida. El pie de este ejemplar monumental mide 15,3 metros de perímetro a ras de suelo y su copa cubre una superficie de 56 metros cuadrados. El tronco, medido a 1,30 metros de la tierra de cultivo, mide 5,6 metros de circunferencia.

El propietario, Carlos Pedro, orgulloso de este árbol, lo ha localizado en Google para que sea más fácil de encontrar. Además, está situado junto al sendero de largo recorrido GR8, que va desde los Puertos de Beceite a Villel. Pero esta montaña de madera viviente no está sola porque junto a la Olivera Grande, hay otros ocho olivos que, por sus dimensiones, podrían rondar también el milenio de vida.

La Olivera del Pla, en La Portellada, un ejemplar milenario.
La Olivera del Pla, en La Portellada, un ejemplar milenario.
Fernando Zorrilla

La Comarca del Bajo Aragón ha confeccionado dentro del proyecto ‘Oliveras centenarias’ una publicación divulgativa de olivos singulares. Algunos de estos monumentos vivientes son los olivos de La Val de Olchin en Alcorisa, de 984 años; de Romero en Berge, de 803 años; de Mir en La Codoñera, de 801 años; de Santa Lucía en La Codoñera, de 719 años; o el de Los Mases en Torrevelilla, de 693 años.

También el Matarraña ha hecho inventario del olivar centenario y milenario. Una referencia básica para catalogar un olivo como milenario es que, a 1,3 metros del suelo, el perímetro del tronco supere los 3,5 meteros, aunque Zorrilla cuestiona esta medida, que está muy condicionada por la fertilidad del suelo, la variedad del árbol o el riego de la finca, tres circunstancias que condicionan el crecimiento.

Aunque la variedad predominante en el Bajo Aragón y el Matarraña es el empeltre, la presencia de tipos distintos de olivo entre los más longevos es superior a la que les correspondería en función de su participación en el conjunto del olivar bajoaragonés. Esta pista podría apuntar, según Fernando Zorrilla, a una mayor resistencia frente a las heladas, la principal amenaza para este cultivo.

El Matarraña ha catalogado sus Oliveras Centenarias como reclamo turístico. El recorrido propuesto incluye siete árboles monumentales. Todos superan los cinco siglos de existencia y destacan, además, por otras peculiaridades, como sus dimensiones o emplazamiento. El árbol más viejo es el Oliver del Suavo, de Calaceite, con 853 años de vida. Se trata, a pesar de su antigüedad, de un ejemplar “vigoroso”, como resalta el inventario. También hay ejemplares de Arens de Lledó, Fórnoles, Fuentespalda, La Fresneda, La Portellada, Lledó y Mazaleón.

El olivo del Mas de Cervera, con mil años de vida en Belmonte de San José.
El olivo del Mas de Cervera, con mil años de vida en Belmonte de San José.
Alberto Bayod

El recorrido por este singular patrimonio natural permite apreciar la importancia del olivar en la economía y la sociedad del Bajo Aragón y el Matarraña en el presente y, sobre todo, en el pasado. Además, es un testimonio de la resistencia y generosidad del cultivo más característico de la cuenca del Mediterráneo desde los albores de la Historia.

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