Ruta legendaria al santuario en la Jacetania de Zaragoza

Muy cerca de la frontera con Navarra, la ubicación de la ermita de la Peña encima de una roca le otorga un atractivo especial para visitar desde la localidad más al norte de la provincia, Salvatierra de Esca.

Vistas a la localidad de Salvatierra de Esca.
Vistas a la localidad de Salvatierra de Esca.
Ayuntamiento de Salvatierra

En la zona del Pirineo occidental, ya colindando con el Valle del Roncal navarro, se sitúa la zona de la Alta Zaragoza de la Jacetania, una comarca mayormente oscense pero que cuenta con cuatro localidades sujetas a la provincia zaragozana: Artieda, Mianos, Sigüés y Salvatierra de Esca, ésta última la situada más al norte y cuyas calles protagonizan el inicio de la ruta hacia su venerada Ermita de la Peña.

Con 207 habitantes censados y un casco histórico medieval catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC), el municipio de Salvatierra de Esca recibe cada verano a decenas de familias que vienen desde Zaragoza, Pamplona o Tolosa para disfrutar de su entorno entre montañas y sus climas suaves frente al calor. La paradoja geográfica hace que la distancia en coche hasta Zaragoza, de la que dependen provincialmente, esté a más de dos horas de trayecto, muy diferente a los 58 minutos que se tarda en llegar a Pamplona, ciudad a la que se suele acudir por temas médicos o académicos. Los salvaterranos están en todo momento vigilados desde las alturas por su Virgen de la Peña, ubicada en una ermita en lo alto de una roca cuyos orígenes están documentados desde el siglo XVI, concretamente en 1521, si bien hay indicios de que ya hubiera alguna edificación pequeña en su honor.

El cuidado del santuario es clave para los vecinos de la zona zaragozana de La Jacetania, realizando hasta tres romerías durante el año: La primera llega en el Lunes de Pascua de Pentecostés, mientras que las otras dos se organizan en verano junto a todos los vecinos que se establecen esos meses en la localidad, una en la primera semana de agosto y la otra a finales del mismo mes o principios de septiembre.

Ermita de la Virgen de la Peña de Esca.
Ermita de la Virgen de la Peña de Esca.
Ayuntamiento de Salvatierra

Una ruta repleta de leyendas

Hay varias opciones de subida hasta la ermita situada a 1.293 metros de altitud, si bien la más comúnmente aceptada es comenzar desde el propio municipio atravesando la zona de la Gorgocha hasta el cartel que marca el sendero hacia la Virgen de la Peña, permaneciendo visible en la lejanía durante la mayor parte de la travesía. La ruta no tiene un grado elevado de complicación, solamente en el tramo final habrá que trepar unos metros sin mayor dificultad, completando un recorrido desde Salvatierra hasta la ermita de 5,5 kilómetros y 700 metros de desnivel positivo.

Hay diversas historias en la zona que tratan de responder al porqué la Virgen permanece en lo alto del valle rodeada de montañas tanto de Aragón como de Navarra. Durante el ascenso por los caminos empedrados y zigzagueantes se llega a una especie de llanura, lugar donde originalmente se quiso construir el santuario. La leyenda cuenta que los obreros transportaban las piedras para su construcción hasta allí por el día, pero, para su sorpresa, desaparecían por la noche continuamente. Las piedras terminaron apareciendo en lo alto de la peña, es decir, en la roca, por lo que se acordó que era la Virgen quien se las llevaba pidiendo que le levantaran la ermita en lo alto, una voluntad que cumplirían los vecinos.

Las historias tradicionales no paran aquí, ya que, tras caminar una hora y media, se llega hasta la Cueva de la Virgen, ubicada a 1.130 metros. Es en esa abertura de la pared donde la Virgen se paraba a descansar antes de emprender su camino hasta el santuario, si bien también se cuenta que aprovechaba esas pausas para guiar a algún viajero descarriado por los Pirineos occidentales. Desde entonces, las creencias populares aseguran que, si pides un deseo tirando una piedra a la cueva y ésta se cuela dentro, lo que hayas pedido se cumplirá, por lo que siempre está bien tentar a la suerte, al menos por un momento antes de emprender la marcha.

Tozal de Guara, Moncayo o Bisaurín, las vistas desde el sendero

El camino hasta la ermita apenas entraña dificultad, simplemente se debe seguir la senda marcada con la vista siempre puesta en la peña. El constante desnivel puede minar las energías, pero el repaso visual a la orografía pirenaica conforme se asciende es muy valioso. En una escasa media hora ya se divisa el municipio de Salvatierra de Esca así como la foz que le separa de Sigüés. También se podrá disfrutar de la Peña de Oroel (1.769 metros), símbolo endémico de la comarca de la Jacetania oscense.

Ya cercando la barrera de los 1.000 metros de altitud, a 980 metros concretamente, las retinas amplían su ángulo de visión hasta alcanzar lugares como el Tozal de Guara (2.077 metros), la Sierra de Orba, al noreste de Sigüés, el Arangoiti (1.356 metros) si se profundiza en el horizonte navarro o el famoso Moncayo (2.314 metros), cuando el día ofrece poca bruma y hay cielos despejados.

Llegando a la prolongación de la roca, enfilando el tramo final, se disfrutará de otras ‘estrellas’ del Pirineo Occidental: Peña Forca (2.390 metros), El Castillo d’Acher (2.384 metros), Bisaurín (2.668 metros) o Collarada (2.886 metros), un placer a los ojos de cualquier montañero asiduo a visitar los Pirineos aragoneses.

Antes de disfrutar de la ermita llegan las denominadas Escaleretas, una zona más escarpada por la que tocará subir con mayor precaución con algunas trepadas incluidas, si bien su longitud no es muy extensa, conduciendo a la pista llana que circula hasta el propio santuario.

Ya en lo alto de la peña, y tras unas dos horas y media desde que se partió desde la localidad de Salvatierra, aparece la ermita de la Virgen de la Peña, restaurada y cuidada tanto exterior como interiormente, con mucha amplitud para acoger a todos los vecinos salvaterranos en sus tradicionales romerías. La arquitectura ofrece grandes arcos y bóvedas acicaladas con detalles amarillos y de color rojizo, guiando visualmente al viajero hacia el retablo donde reposa la Virgen, la misma que quiso que su santuario fuese construido en lo alto de la peña.

Por último, y tal y como dicen los oriundos de la zona, hay que ir hasta la pequeña casa de la cima para dejar constancia de que se ha alcanzado la peña, escribiendo en un papel que se guarda en uno de los cajones de la casita, un tipo de objeto que curiosamente también se encuentra en cimas como la del Castillo d’Acher o Bisaurín, dando por testigo de la visita realizada a la cordillera montañosa que rodea a la peña.

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