aragón es extraordinario

El arroz de Valareña, olímpico: más largo, sabroso y versátil

La versión cincovillesa y agrícola del ‘citius, altius, fortius’, lema ideado para los Juegos por el fraile francés Henri Didon, también aplica el nuevo colofón ‘communiter’ (juntos) gracias a la Cooperativa San Miguel

Un cultivo de arroz no es un lugar para la gente tiquismiquis. Rubén Blasco, productor de Arroz de Valareña –pueblo de colonización, incluido administrativamente en el municipio de Ejea– no lo es. Se calza las botas altas impermeables y se mete en el campo para posar ante la lente de HERALDO; el terreno está encharcado, como procede en pleno  verano. Rubén lleva la explotación familiar con su hermano Víctor; además del arroz tienen almendros, cultivan cereal y forrajes de primavera. “Me quedé en el campo hace unos 20 años, al acabar el instituto, siguiendo la tradición familiar de mi padre y mi tío; lo mismo hizo mi hermano, nos llevamos poco en edad. Trabajamos varios cultivos desde siempre, pero el arroz ha venido siendo el esfuerzo principal. Hemos tratado de mantener la actividad, luchando contra las teóricas contraindicaciones de la zona para este tipo de cultivo, gracias a que el terreno sí es el adecuado. ¿Por qué el arroz? Mi padre se lo planteó desde que el cultivo llegó a esta zona de las Cinco Villas a finales de los 80; venía de Alcolea de Cinca, y también pasó a Navarra, al otro lado de la Bardena. Las tierras de mi padre eran arcillosas y no valían para la mayoría de cultivos, estaban prácticamente yermas, pero sí funcionaban con el arroz. Había buenas perspectivas, llegaron variedades que se asentaron bien: con ellas seguimos”.

El arroz lido es una de las joyas de la corona en Valareña, pero hay otra más refulgente. “También se probó con el loto desde el principio, ambas venían de Italia; son semilargos y cristalinos en vez de perlados y redondeados, que es el que más se ve en España. El lido es un arroz excelente, bien visto en el mercado, y aunque lo comercializamos no es ni de lejos el que más cultivamos aquí. Luego llegaría el guadiamar, del mismo tipo japónica, con un gran rendimiento agronómico en esta tierra, y sigue siendo el más apreciado y demandado por las marcas de fuera; tiene una nascencia complicada año tras año, es débil en el arranque, pero luego sale fuerte y bien espigado, al revés que otros. Da buenos rendimientos; hemos probado alternativas, pero sin quitar ésta. Se vende a grandes firmas de toda España, de hecho”.

El secado del grano de arroz es una de las tareas más delicadas del proceso; la Cooperativa San Miguel tiene dos dedicados de manera exclusiva al arroz. La conservación posterior es igualmente vital, para que el producto mantenga todas sus propiedades; San Miguel emplea un total de 18 silos de 500 toneladas cada uno, dotados con sondas de temperatura que indican en tiempo real la humedad que tiene el arroz. La producción no es precisamente pequeña, aunque la mayoría sale hacia otros destinos de distribución; San Miguel alcanza los siete millones de kilos anuales, y solamente se reserva una pequeña parte de lido para la marca ‘Arroz de Valareña’, en cuidados empaques de tela.

“Las tierras arroceras suelen estar en los hondos, se aprovechan las escorrentías de otros campos”

Las hectáreas aragonesas de arroz han disminuido en los próximos años, y la razón principal es la escasez de recursos hídricos. “El arroz debe estar en tierra arcillosa –explica Rubén– y la tierra se prepara en primavera, para cultivar acto seguido. El ciclo va de mayo a octubre, con riegos hasta mitad de septiembre, más las lluvias que puedan llegar; el agua que precisa es similar a la que demanda el maíz o la alfalfa. Las tierras arroceras suelen estar en los hondos, se aprovechan las escorrentías de otros campos; si el agua entra por una punta y sale tras el último bancal, se puede trabajar bien”.

El problema con el que se topan los agricultores arroceros es calcular bien el agua que hará falta en verano. “Aquí trabajamos todavía con procesos antiguos. Estamos siempre en contacto con otros agricultores, hay buena relación con la comunidad de regantes, porque tienen la deferencia de regular caudales y acordarse de nosotros. En Valareña habrá ahora unas 1.000 hectáreas arroceras, que no está mal, pero hasta hace poco había el doble; en los cinco meses fuertes de trabajo el arroz pide atención continua”.

El joven agricultor matiza esta ética de trabajo. “No es lo mismo manejar esto que un secano, aunque el secano sea grande. Aquí hay más complicaciones en el día a día; el arroz pide calor, hay que tener eso en cuenta, y mucha agua. El tema de la ampliación del pantano de Yesa también es un factor a tener en cuenta; seguimos esperando una resolución, son muchos años esperando y muchas más hectáreas de regadío en las Cinco Villas. Ahora mismo hacemos corto, desde luego”.

Hay que recordar que la Cooperativa Agraria San Miguel Arcángel de Valareña fue fundada en 1966, y su actual gerente es Pilar Cortés. Es principalmente cerealista, y trabaja sobre todo arroz y maíz. Hay bastante gente joven, y un número estable de arroceros. “Estamos unos 15 en activo –apunta Rubén– con diferencias notables de hectáreas entre socio y socio”.

Lido, una variedad sabrosa y agradecida

En San Miguel se solía molturar directamente la variedad lido para la comercialización. Ahora se externaliza parte del proceso. “Llevamos el arroz –explica Rubén– a un molino moderno, y luego envasamos aquí en la cooperativa. La marca Arroz de Valareña data de algo más de un año; hemos conseguido la C’alial de calidad del Gobierno de Aragón hace nada. Ahora estamos investigando la demanda en el mercado, porque hasta el momento sembramos lo que sabemos que vamos a vender; aquí viene mucha gente de fuera a comprar, pero vender en los supermercados son palabras mayores”. En la web arrozdevalarena.es se sirven pedidos a toda España.

En Valareña siempre se vendió lido al detalle, en persona. “Fue el primer arroz que vino y la gente de la zona se acostumbró; además, es muy versátil, se acomoda a muchas recetas”. Curiosamente, el lido no está en su mejor momento en Italia, si hablamos de los gustos de aquel mercado. “Aquí lo rescatamos entre nosotros y unos compañeros navarros; somos los únicos que lo vendemos en España, y casi en el mundo. Además de la Cooperativa, donde también vendemos ‘online’, aparece en varias agrotiendas, en otras cooperativas y en varios comercios concretos de Ejea y Zaragoza; próximamente puede ir a una gran superficie, pero hasta que no se confirme del todo es mejor no avanzarlo”.

Tanto los tratamientos de la tierra como la siembra del arroz se hacen con ruedas de hierro. A la hora de cosechar se emplean unas cadenas igualmente férreas en el lugar de la ruedas delanteras. “También hay ahora de goma dura. Se cosecha con el campo inundado; la paja del arroz es muy correosa y la cáscara del grano, muy basta, hacen falta máquinas potentes y precisas para trabajarlo. Es un gran esfuerzo, pero el resultado vale la pena”.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es Extraordinario'. i

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