aragón es extraordinario

Agustín Fornós y sus aceites hechos para disfrutar

Con arraigo en Trasmoz desde hace 45 años, este hijo de Gandesa elabora variedades de oliva virgen extra situadas entre las más valoradas del país

La historia de Agustín Fornós transcurre desde hace muchos años en Trasmoz, el pueblo excomulgado en el que ser elegida bruja es un honor, el pueblo de la Casa del Poeta a la vera del mágico Moncayo. Agustín hace aceite de oliva virgen extra, y le llueven los premios con regularidad meridiana.

"He sido empleado de banca toda la vida; fui director regional de Aragón, Navarra y La Rioja en Bancaja antes de que llegara la prejubilación. Tenía de herencia unos olivos milenarios en un terreno de Gandesa, en Tarragona, fronterizo con Aragón y Castellón; siempre tuve mucha amistad con Ángel Luengo, de Samca, y el actual presidente del Real Zaragoza Club de Tenis, Miguel Ángel Palazón, personas excelentes, y conversando con ellos me preguntaron qué iba a hacer tras el retiro; pensé que había llegado el momento de hacer un buen aceite para repartir entre antiguos clientes y amigos. Luego, la idea se amplió".

Agustín lanza una frase que resulta lapidaria en el primer redoble, y que matiza rápidamente. "El 99% de los consumidores de aceite no sabe lo que consume; no se fija si es de variedad empeltre, arbequina, picual, el porqué del dulzor de uno u otro… yo cojo las aceitunas en su momento óptimo, en verde; los frutos se recogen manualmente por vareos, y caen en mantas bajo los olivos para evitar contacto directo de la aceituna con el suelo. Hago el aceite cinco o seis horas después de haber cogido el fruto, lo dejo sin filtrar, prensado en frío y ofrezco una calidad suprema. No lo digo yo, me lo dicen los analistas químicos y organolépticos. Cuando llegan los concursos, también suelen llegar los premios; creo que con estos indicadores puedo creer en mi producto y su calidad»".

Agustín empezó a experimentar: aceite con guindillas, con orégano, con mandarina, con cúrcuma, con jengibre… cada vez un poco más osado. "Para que nos entendamos, quiero ofrecer un aceite que resulte eficaz incluso con el pan de ayer, que pueda añadirle miel, canela o mermelada y funcione en cuanto a sabor". Agustín vende a China, a Japón, al Corte Inglés y al Diverxo de Dabid Muñoz. "Le encanta nuestro aceite de farga, fruto de la zona del bajo valle del Ebro, Tarragona y Castellón, hasta Valderrobres. Es aceite que surge de uno de los olivos más longevos de la península; también tiene salida en restauración de alta gama en Formentera e Ibiza, donde tienen cartas de aceite para su clientela. También trabajo la arbequina, con la variedad pura y también macerados con guindilla, romero y orégano. En farga hay aceite normal, premium en varios formatos y varios aromatizados: jengibre, lavanda, bergamota, hinojo, mandarina verde o cúrcuma". Agustín plantea una ‘culpa’ compartida. "«Cuando tomas un buen aceite en una buena ensalada, todos estamos tentados de dejar a un lado la educación y hacer barquitos con el pan hasta limpiar el plato".

"Cuatro gotas de aceite realzan los sabores de un modo increíble"

Con todo el asunto de las brujas, los Bécquer en cada esquina y la creación literaria paseando por las calles -Mariano Castro y María José Sáenz en La Casa del Poeta, Miguel Mena en la suya propia– Agustín se dedica a hacer sus propias rimas en forma de maridajes. "El aceite de guindilla liga muy bien con el jamón; cuatro gotitas realzan los sabores de un modo increíble. También pega con un queso de sabor no muy intenso. El de orégano es perfecto para la pasta, también en poca cantidad; de hecho, nunca hace falta mucha. La carne con el de romero es una maravilla. Y si coges una tostada de pan con aceite de arbequina, un poco de canela, miel y dos gotas de aceite de lavanda, alucinas. En Can Roca me comentaron que ponían en un frasco cuatro gotas de aceite de lavanda, la miel, todo bien batido y un flan normalillo, y el sabor era increíble. Estuve en el Meliá de Marbella con Víctor Carracedo, restaurador aragonés, haciendo catas con mis aceites; se puso a experimentar con gelatinas, era impresionante. Todo un mundo el del aceite".

¿Por qué Trasmoz, se le pregunta muchas veces a Agustín sin conocer su biografía? "Yo nací en Gandesa, empecé en la banca en Barcelona, pero mi novia era zaragozana, nacida en Trasmoz. Vine un día hace 45 años, me encantó y acabamos haciéndonos la casa; aquí tenemos un caballo, un pony, perro, gallinas, ocas… y el domicilio social de la empresa. No renuncio a mis orígenes de Gandesa, claro; a veces parece que aquí soy catalán y allí maño, pero siempre acabo pensando que antes de Cataluña y Aragón ya estaban los olivos, ¿no?".

Agustín recalca que en Trasmoz se siente de maravilla. "Gandesa es mi cuna, pero aquí voy a seguir y no pienso renunciar a ninguna de las dos querencias. No pido subvenciones, solamente aspiro a que no haya zancadillas… y que de vez en cuando nos lleven a alguna feria, si puede ser. Creo que repartir juego siempre es una buena idea, sobre todo cuando hay tantos aceites de calidad en Aragón".

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