aragón es extraordinario

La Barana prefiere el trote al galope y el susurro a la fusta en Sesué

El centro ecuestre de José Antonio Doz es un empeño muy particular surgido del afán emprendedor de este veterano profesor de esquí de Cerler

José Antonio Doz Iglesias es de Renanué, a 15 minutos de Sesué; Nicole Steinbach hizo más kilómetros para llegar a este punto del valle de Benasque, donde lleva 13 años; estadounidense de familia alemana y criada en Bolivia, ya es montañesa de pro. Canoso, pero físicamente tan entero como un chaval, Jose (así le llaman los íntimos, sin acento en la e) se parece un poco a Dustin Hoffman cuando sonríe. La Barana, el centro hípico de Jose en el que trabaja Nicole, está en las afueras del pueblo. "Vine porque Jose necesitaba monitora un verano -apunta Nicole- y yo quería desconectar un poco de mi vida en Alemania. Probé aquí... y me quedé, enamorada de esta tierra, de los caballos de Jose, de su filosofía tan alejada de la hípica convencional".

"La historia -comenta Jose- comienza en una casa de ganadería, donde nací. La gente se iba de los pueblos, pero yo no lo hice: empezó la estación de esquí en Cerler y fui el tercer monitor en trabajar allá: soy el más veterano del lugar, he estado 47 años dando clases de esquí. Lo que pasa es que he probado de todo: he tenido restaurantes, discotecas en Benasque e hice el camping Alto Ésera en Castejón de Sos, que se llevó el río. Trabajo con los caballos desde 1995; llegué a exportar ejemplares a Estados Unidos durante una época, siete u ocho años, iban a California para espectáculos. Tengo una yeguada que se llama Palasí, el nombre de la casa de mi familia, ejemplares de pura raza española; ahora también tengo caballo de deporte español".

A Jose le ha pasado de todo, pero no se arrepiente de ningún tropezón. "Creo que al final lo importante es haber disfrutado de lo que has hecho, y levantarte después de los reveses". "Nunca lo he visto desmoralizado -dice Nicole- es un chavalín de espíritu". Desde luego, los 72 años que adornan a Jose no se le dan en absoluto.

Fuertes y resistentes

La instructora de equitación habla maravillas de los caballos de la yeguada y de La Barana. "La raza española que crece aquí es resistente, fuerte… aquí se crían a 1.500 metros desde que nacen, tienen una fuerza y resistencia fuera de serie. Los caballos con los que trabajamos son de casa, desde la inseminación al nacimiento de los potros y su vida entera". "Aquí estamos -explica Jose- después de pasarlas canutas, tras la desgracia del camping tocó cambiar de sitio; el Ayuntamiento de Benasque nos facilitó el montaje de una hípica en Linsoles allá por 2013, en un sitio precioso, donde pasamos cuatro años de éxito, pero se puso competencia local puerta con puerta y tuvimos que marcharnos; queda el apoyo de mucha gente, lo mostraron entonces y han seguido con nosotros luego. Yo tenía en Sesué una granja de vacas, con terreno detrás, y nos trasladamos; este es el quinto año aquí. Vamos mejorando las instalaciones año tras año".

8 de Sesué en 'Aragón es extraordinario'

"Lo más chulo aquí son las rutas a caballo, con este entorno es una gozada desde el principio"

Nicole lleva las clases en la pista de la Barana (palabra que quiere decir valla de madera en patués, por cierto) y trabaja por grupos de edades y niveles. "Desde los seis años se comienza la iniciación, luego se pasa a clases avanzadas y algo de salto; no obstante, lo más chulo aquí son las rutas a caballo, con este entorno es una gozada desde el principio".

Jose explica que los paseos son para todos los públicos. "Lo que más hacemos son paseos de una hora por las inmediaciones, que están muy bien; también tiene bastante respuesta el paseo de dos horas, ahí bajamos hasta Castejón de Sos, subiendo luego hasta Linsoles y vuelta. También se pueden armar travesías de varios días; hay una hasta el valle de Plan, que está aquí atrás, y otra hasta Castanesa por Cerler; la más larga que hemos hecho ha sido de 10 días. Para el que no está acostumbrado, las agujetas sorprenden al día siguiente, pero si sueles montar con regularidad, poder hacerlo aquí es un verdadero lujo".

En los últimos tiempos ha abundado el cliente holandés en La Barana. "Nos demandan excursiones más largas, de varios días; la covid lo paró todo, claro, pero el verano pasado trabajamos muy bien, y también la Semana Santa de este año", apunta Nicole. "Lo más bonito -prosigue- es ver disfrutar a los peques, o comprobar cómo cambian de opinión los más reticentes cuando finalmente se animan a probar la monta. "Ciertos críos vienen algunos bajos de autoestima; cuando se suben a uno de estos bichos gigantes y ves su desarrollo personal en la monta... si ya vas al caso de algunos niños con problemas físicos o psicológicos, la cosa es aún más llamativa. El vínculo que se crea entre los niños y los animales asombra. Una vez tuvimos un nene que no podía ponerse recto, y el último día que vino tras una semana entera lo consiguió. Los padres lloraron de la emoción… estas son nuestras grandes victorias, la belleza simple de esta actividad y su capacidad para mejorar la vida de alguien. Eso es impagable".

Caballos felices, dóciles y domados sin golpes

Uno de los secretos a voces de La Barana es el modo en que crecen sus caballos; lo hacen en régimen de semilibertad. "Comen verde, están en manada… se trata de un modo de trabajar que prima el bienestar del animal sobre todo. Es un placer ver cómo rodean a Jose -apunta Nicole- porque basta con que se acerque a ellos y se siente en el suelo para que se acerquen a charlar, como si fuera una tertulia de amigos".

La doma tampoco es la típica en La Barana (659 477 997). "Aquí se doma con otro caballo paseando junto al que está en el proceso de doma; preferimos optar por las riendas largas desde el suelo, y nada de fusta… las cosas funcionan así y el resultado es muy satisfactorio; cuando trabajan con nosotros en las rutas y clases sabes al cien por cien que el caballo va a responder, no tiene resabios ni tics. Te aseguro -corrobora Nicole- que no echo en falta la hípica habitual, ni siquiera los grandes clubs en los que he trabajado o mucho menos el ambiente elitista; el lujo está aquí".

Por La Barana pasan muchos valencianos y madrileños, sobre todo, seguidos de clientela catalana. "El reparto de procedencias en la estación de Cerler va por ahí -apunta Jose- aunque quizá los madrileños se llevan la palma. Los aragoneses van viniendo más por aquí, y creo que quienes han venido por el confinamiento perimetral en los últimos meses irán volviendo, sobre todo cuando reabra la carretera del Congosto; cuando conoces el valle de Benasque, engancha. Si vas subiendo por el monte y llegas a puntos donde se ve el valle entero, ya ni te cuento".

Jose aclara que "en La Barana hay clientes que ya son casi familia, tenemos algunos que han crecido literalmente con nosotros. Yo estoy siempre aquí, todo el año; con reserva respondo y traigo los caballos para una ruta. Ya sabéis".

Artículo incluido en la serie 'Aragón es extraordinario'.

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