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La iglesia de San Gil, gran joya románica en el joyero de Luna

La localidad suma en un corto espacio alicientes para los amantes de la historia, gracias a la iglesia de Santiago de La Corona y la Torre del Reloj

Aun siendo una época con pasajes muy oscuros para la humanidad, el medievo tiene algo que engancha; serán las películas, las leyendas perpetuadas por la tradición oral, las historias de dragones o, simplemente, la huella tangible de aquellas épocas que ha llegado hasta el presente;las edificaciones religiosas, los puentes y los castillos. En Luna no van mal servidos de referencias, pero es sin duda San Gil la que atesora una mayor relevancia. El Ayuntamiento de la localidad y la Asociación Cultural Banzo Azcón han unido fuerzas en la defensa de esta valiosa pieza de su patrimonio, consagrada en 1170 por el entonces arzobispo de Zaragoza don Pedro Tarroja.

Daniel Carnicer, vicepresidente de la mentada asociación, es muy explícito a la hora de valorar el templo. “La iglesia de San Gil es románica, ya rayando en el gótico. Por fuera parece una cajita de zapatos, pero el interior asombra de verdad; para quien la conozca, impresiona cómo recuerda a la capilla de la Reina Petronila en Huesca; según dicen los expertos, comparten al mismo escultor, el llamado maestro de Agüero”.

Daniel explica que “la iglesia original era bastante más larga, pero la cortaron; el asunto parecía no tener explicación, y la principal hipótesis durante mucho tiempo fue que se quedaron sin dinero para concluir la obra. También se pensaba que la Reconquista había seguido su camino hacia el sur y este templo se había abandonado. Ahora sabemos el motivo; al consolidarla en las últimas obras, hace apenas dos años, se encontró una grieta impresionante que estaba partiendo la iglesia, y que ya estaba ahí hace nueve siglos. Los técnicos encargados de los trabajos le llamaron la falla de San Gil, por sus dimensiones; en cuanto al subsuelo, decía que parecía un milhojas de arenisca y arcillas”.

Las obras, dirigidas por el arquitecto José Miguel Pinilla, concluyeron el año pasado; también se hallaron varias tumbas antropomorfas, algunas excavadas en la piedra. “Aún quedan huesos por ahí –comenta Daniel– y aún queda faena. Hay que destacar el trabajo de micropilotaje para asentar todo el terreno; se trata de ‘suturar’ el terreno con tubos y hormigón. También hay una grapa gigante en el suelo del interior, que se va a poner este año”.

Dando vida al lugar

En la iglesia se han organizado varias actividades culturales, incluyendo conciertos y grabaciones. “Antes hacíamos también las visitas en la Asociación –explica Daniel– pero ahora se encarga el Ayuntamiento, hubo un guía en el verano de 2019, antes de que las obras y la pandemia obligaran a un parón en las actividades. Tenemos un buen entendimiento con el consistorio y creo que el pueblo se beneficia de todo lo que se va haciendo y consiguiendo. La iglesia es de propiedad municipal, por cierto”.

Hace unos años se colocó un sencillo escenario en el altar para eventualidades culturales de aforo reducido. En los años 90, en una restauración previa, echaron suelo de hormigón con un altillo de piedra. “Antes de la pandemia cabían unas 100 personas sin apreturas; se han hecho conciertos muy bonitos de música antigua, desde sefardí a cuartetos, también gregoriano… incluso músicas más recientes, como la que hace Gradus Jazz. La atmósfera que se logra aquí para estas manifestaciones artísticas impresiona. El grupo Schola Cantorum Paradisi Portae, radicado en Zaragoza, grabó en la iglesia; también hemos tenido a otra formación zaragozana, Kyria, especializada en música sefardí”.

Historias a media altura

San Gil era un eremita de origen griego y asiento francés, concretamente en la desembocadura del Ródano. Su vida y la del obispo de Narbona está contada en la iglesia a la que da nombre en Luna; figura en varios capiteles. “Lo más valioso de la iglesia –explica Daniel, aludiendo a los estudios de Antonio García Omedes– es el ciclo escultórico que da la vuelta a todo el interior del templo; se narra la vida de Cristo, con la Natividad a la izquierda de la puerta de entrada. También están los ciclos de las vidas de san Ginés y San Gil, a distintas alturas”.

En los últimos años, afortunadamente, se ha descontinuado una práctica que solía repetirse cada Semana Santa;se entraba en San Gil a apedrear las figuras de los capiteles, hecho palpable en varios de ellos.

Los dos Santiagos

En Luna hay dos templos dedicados a Santiago. La actual parroquia, en la parte baja, está consagrada a Santiago y San Miguel, y es barroca. En el altar destaca la figura de San Pedro Mártir.

Arriba, muy cerca de San Gil, está Santiago de la Corona, también del siglo XII: fue consagrada nueve años después de San Gil. Su retablo, anónimo y datado en el siglo XV, está dedicado a Santiago Peregrino y ha sido restaurado por la DPZ; se contempla la posibilidad de que corresponda al maestro de Bolea. La cripta es muy interesante, excavada en roca. También alberga al Cristo de Zareco, que despierta una gran devoción en Luna. “El nombre –explica Daniel Carnicer– viene del ganadero que financió la figura”. En este templo también hay figuras de Santa Bárbara, Santa Lucía y Santa Apolonia. Se celebra misa para Santa Lucía, y el 14 de septiembre, día del Cristo.

En cuanto a la Torre del Reloj, en el antiguo Castillo de la Corona, destaca el curioso reloj externo colocado en tiempos recientes, que preside toda la vista del pueblo. Una vista –una visita, de hecho: esa ‘i’ extra amplía mucho el campo semántico– que vale la pena.

Vídeo de la Iglesia de San Gil de Luna en 'Aragón es extraordinario'

La Capilla Sixtina de las Cinco Villas

El trabajo en los capiteles de San Gil, atribuido al maestro de Agüero, hizo que el cirujano y estudioso del románico Antonio García Omedes (responsable de la web romanicoaragones.com) otorgara ese calificativo al templo. Presenta planta de una sola nave, rematada por un ábside poligonal. Consta de cinco lienzos sustentados por un trío de tres contrafuertes. La nave se cubre con bóveda de cañón apuntado apoyada en arcos fajones apuntados. En el alzado interior destaca la arquería ciega que recorre el ábside.

García Omedes explica, citando una tesis doctoral sobre San Gil de José Luis García Lloret, que ‘en San Gil trabajaron dos maestros escultores. El maestro principal decora la portada y los capiteles más próximos al espectador que narran episodios de la vida de Cristo, situándolos en una arquería ciega adosada a los muros como si de un claustro se tratase. Este escultor guarda similitud con el maestro Leodegarius, con el que debe de haber coincidido”.

Comer y dormir.

 El Regano es uno de los restaurantes más populares en las Cinco Villas; se sitúa a las afueras del pueblo, poco después de pasar por Sierra de Luna, con espacio para grandes celebraciones. En cuanto a la pernocta, destaca El Rincón de la Media Luna, de categoría superior: es un antiguo corral rehabilitado cuya reforma ha respetado los elementos originales de la arquitectura popular de la zona.

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