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Fayón y sus aguas: mirar adelante sin olvidar el pasado

A pesar del durísimo varapalo que supuso la inundación del antiguo pueblo para construir el embalse de Ribarroja en 1967, la localidad busca superar esa afrenta histórica con acciones encaminadas a mejorar el presente

Lo dice con orgullo Eva Amposta, responsable técnica de turismo de Fayón. “Somos de los pocos pueblos de la zona con subida de población. Estamos trabajando en ello, tanto en el Ayuntamiento como en la Asociación de Empresarios”. La mentalidad del municipio es cambiar un poco el tono de su historia, marcada por la triste (e irritante, por las formas) inundación del antiguo pueblo para la construcción del embalse de Ribarroja, allá por 1967. “Obviamente, mostrar Fayón hoy supone explicar lo que pasó, y nos pareció muy interesante hacerlo sobre las aguas. Queríamos dar otra visión, no incidir en el hecho trágico que tanto afectó a la gente del pueblo y su descendencia; se trata de contar lo ocurrido e identificar las oportunidades que surgieron de algo que en su momento fue muy malo. Todo el mundo aquí prefería vivir a orillas del Ebro, claro, y se sacó a la gente de sus casas con engaños, pero la intención es mirar hacia adelante. Desde el minuto uno entendimos que la navegación fluvial no debía tener una mera perspectiva turística o económica, sino una oportunidad para vincular a la gente al río”.

Eva Amposta aclara términos mientras surca el embalse, después de partir en una coqueta embarcación desde la zona de la Reixaga. “Estamos en la zona del río Matarraña del embalse de Ribarroja, al final de esta curva –señala al fondo del brazo acuático– desembocaba en el Ebro; el paseo que ofrecemos lo muestra todo”. Esta es una de las pautas iniciales de los viajes en que organiza el Ayuntamiento de Fayón desde hace tres años entre Semana Santa y el puente de noviembre; se han recuperado con las limitaciones derivadas de la situación sanitaria, que dejan en 10 el aforo de pasajeros (patrón y guía aparte) cuando lo normal es que quepan casi 30. Las embarcaciones tradicionales en la zona son los llaüts, muy populares en su día en Fayón y Mequinenza; las originales eran mucho más grandes que las utilizadas en esta actividad. Actualmente, el viaje cuesta 8 euros y se ofrecen los domingos por la mañana, aunque también hay alquileres de la barca completa. En verano cambian horario y precio.

En los llaüts se han hecho hasta catas de vino, y se ha experimentado con rutas hasta Mequinenza para grupos a ocupación completa; son dos horas de camino. En la otra dirección se accede al Camping Port Massaluca, que ya pertenece a la provincia de Tarragona. El patrón del barco Elisa durante la visita es Teddy Liso, de Ejea, afincado en la zona. Hay otro llaüt con motor en este servicio municipal, Virgen del Pilar. En Fayón, la oficina de turismo idea diferentes actividades a lo largo de todo el año para unir historia y presente, y funciona además en un ‘coworking’ dentro del parque industrial, en el que se ha dado solución logística a varios proyectos de trabajadores autónomos.

La primera etapa del viaje acuático está muy cerca de la Reixaga. “Llegamos a la boca del túnel del ferrocarril, que fue muy importante en la batalla del Ebro durante la contienda civil. Después de este punto, el Matarraña ya deja de ser navegable, apenas un kilómetro después”. Es una vista que impresiona; cuando se conoce la historia, aún más. Peña Bugarrech, la pared rocosa en la que entra el túnel, es el testigo mudo de la escena. “El tren pasó aquí por primera vez en 1896; el túnel que se abre aquí tiene kilómetro y medio de largo, recto primero y con curva final al antiguo pueblo de Fayón. La línea venía de Madrid y Zaragoza, y llegaba hasta Alicante. La boca del túnel se construyó para proteger las vías de los desprendimientos, sin mucho éxito al principio, hasta que el los años 30 se hizo la boca actual, con cubierta en punta; se concluyó en 1933, como reza la placa que se puede ver desde el llaüt”.

A balazos y bombas

Con la guerra, en 1938, llegó un momento catártico para la zona. La boca del túnel se usaba como trinchera y almacén, lo mismo que las casas de Renfe situadas al otro lado, junto al camping. Aún se ven los impactos de bala en esa boca del túnel, que ahora está cegado. “El acceso al túnel fue bombardeado como parte de la táctica militar republicana para frenar el avance nacional, pero éstos últimos reconstruyeron el puente en tiempo récord; es famosa una foto de Franco en este punto celebrando la reconstrucción con sus soldados”.

Volviendo hacia la Reixaga, las aguas hacen una curva de izquierdas que pasa delante de otro camping, el Wellscamp, muy orientado a la pesca, el antiguo cementerio y las viviendas abandonadas de los antiguos empleados de Renfe, construidas en los años 30, en las épocas de bonanza de las minas; llegaron a vivir 70 familias en ellas. Ahí asoma ya la torre del campanario de la antigua iglesia, único vestigio visible del pueblo de Fayón anegado por las aguas del embalse.

Vídeo de Fayón en Aragón es extraordinario

Navegar sobre el pueblo viejo impresiona. Y la historia dice que pudo haberse salvado. “Entre 1910 y 1912 se planifican inicialmente las presas del Ebro, con la duda de si habría dos o tres. Si hubieran sido tres de menor capacidad, Fayón no habrá sido inundado. Con dos, Ribarroja y Mequinenza, el aprovechamiento del agua es mayor, aunque supuso la inundación de un pueblo. Enher optó finalmente por las dos presas; hubo quien aceptó la indemnización ofrecida y se fue a las ciudades; otros eligieron una casa en el pueblo nuevo, opción que resultó costosa por las pobres compensaciones y la tabla rasa en cuanto a propiedades y derechos, más un nutrido grupo de vecinos que no aceptaban dinero ni casa y querían quedarse; ellos eligieron la resistencia, y solo con malas artes fueron doblegados.

Otros imanes de visitas

La ermita del Pilar, con una vista perfecta sobre el embalse de Ribarroja y la confluencia de los ríos Ebro y Matarraña, es otra visita recomendable en Fayón. También está la ruta de las trincheras defensivas, y un camino experiencial por la orilla del agua, con varias estaciones interactivas; en una de ellas se oye una canción inspirada en el pueblo viejo, otra invita a regar un olivo como metáfora de que hay mucho por hacer, y otra tiene un tótem minero que se va a rellenar con carbón. “Se trata –explica Eva Amposta– de ir más allá del mero panel informativo. Se hará una segunda fase de este camino hasta las viviendas de Renfe, y el reto definitivo es completarlo hasta la Reixaga”. El ayuntamiento también ofrece estancia en casa de madera y servicio de masajes, actividades orientadas a la pesca, degustaciones de gastronomía local y diversas actividades relacionadas con los deportes náuticos.

Rurap. Esta iniciativa empresarial, impulsada por jóvenes del municipio desde el coworking Rivus en la zona industrial (situado junto al museo bélico, en la entrada del pueblo), trabaja con un dispositivo móvil, orientado a la ocupación de transportes en desplazamientos compartidos dentro del medio rural; la idea ya está en marcha, aunque espera desarrollarse plenamente cuando las condiciones sanitarias lo permitan.

El Museo de la Batalla del Ebro. Abrió en 2012, tras el impulso inicial de los vecinos del pueblo José Payas y Miguel Ferragut, y lo mantienen los Voluntarios de Fayón en colaboración con el Ayuntamiento. Es uno de los espacios museísticos de corte bélico más aclamados de España, con una colección impresionante.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es extraordinario'.

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