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Mezalocha saca pecho con el Pago de Aylés

El empuje vitivinícola de la familia Ramón con esta apuesta especial ha arrojado resultados muy positivos en cuanto a calidad e inserción en otros mercados

La historia de la Bodega Pago de Aylés comenzó a escribirse con renglones rectos desde el principio. Partía de una ilusión, y se materializó con mimo. El proyecto se inició hace décadas con la compra de la finca por parte de la familia Ramón, que sigue siendo su propietaria. Federico Ramón fue el soñador que puso los mimbres de un negocio que ahora llevan sus hijos Ana María, Federico e Inmaculada. La meta fue y eso producir un vino de la mejor calidad; el patriarca plantó con una idea en la cabeza, adoptar el modelo que ya desarrollaba el Marqués de Griñón con Valdepusa.

A Fernando Reyes, responsable de exportación de la bodega, le toca responder la gran pregunta: ¿qué es el vino de pago? “Viene a ser una denominación de origen solo para esta finca; actualmente hacemos el único vino de pago de Aragón. Hay varias condiciones para obtener esta certificación, empezando por las climáticas: hace falta un microclima diferenciador, en este caso marcado por el cierzo, seco y frío. Su efecto refrescante favorece la maduración pausada de la uva. Además, aquí estamos cerrados al levante, que es húmedo y más cálido, algo que viene peor para una viña porque favorece hongos y enfermedades. Además, en una plantación de pago debe haber mucha diferencia entre el día y la noche, el invierno y el verano”.

Hay más. “Otra condición es un suelo diferente, en nuestro caso repartido entre el arcilloso y el calcáreo, que guarda bien la temperatura y favorece una maduración óptima. Además, retiene muy bien el agua. Otro asunto es la edad de la viña; debe ser de al menos 25 años. Hay más de 3.000 hectáreas de finca; 100 hectáreas son de viña y de esas 100, la mitad son de vino de pago, porque las otras no cumplen el requisito de la edad de la viña”.

Pago de Aylés ofrece habitualmente (aunque ahora no es, obviamente, el mejor momento) visitas a la viña y la bodega. Hay 17 explotaciones de pago en España, más dos en trámite. “Los rendimientos también influyen; la de pago no puede exceder los 5.000 kilos por hectárea. Además, hay una considerable burocracia para conseguir la certificación, que se otorga en Bruselas tras auditorías muy exigentes”.

En los vinos de Aylés hay garnacha sobre todo, más tempranillo, merlot, cabernet sauvignon, syrah y chardonnay en blancos. Exportan mucho al mercado asiático (China, Japón, Corea y Malasia) amén de Estados Unidos, Canadá menos British Columbia y toda Europa, sobre todo en Países Bajos, Suiza y Reino Unido.

La sala de barricas tiene un jardín arriba que ayuda a mantener la temperatura constante. El enólogo Jorge Navascués trabaja para la bodega: está insistiendo en apostar por una menor influencia del roble, con barricas más grandes y usadas, para respetar la fruta. Casi todo es roble francés aquí, y algo de americano. Es una inversión clave. Cada una, de una buena tonelería, puede costar 600 euros. En cuanto a los vinos, dentro del pago, destaca la gama de las letras (A, Y, L, E, S) con diferencias en cuerpo, potencia e incluso uva. Hay dos nuevos vinos de pago, Senda de Leñadores (suelo más arcilloso, más potente) y Cuesta del Herrero (suelo más calcáreo, más fresco, más funky y ácido). Fuera de la gama de pago, Aldeya es el ‘best seller’.

El embalse viejo y el nuevo, dos puntales de la historia local

Para ir al pantano desde el pueblo se puede optar directamente por un camino que lo bordea por la izquierda, en la orilla del cortado, o atravesar el pueblo longitudinalmente para conectar con el camino que lleva hasta el vaso. Su historia remota se halla en el comienzo del siglo XVIII, y se trata sin duda de un paraje fundamental para el pueblo.

El embalse tiene dos murallones, el actual desde 1911 y el primero, cuyo origen data de 1731, y que se derrumbó el 20 de junio de 1766. El Conde de Aranda pidió que se hiciera una mención discreta de los hechos; había oposición a la obra porque se iban a inundar muchas tierras desde aquí a Muel, Aylés e incluso Mozota. Hubo quien negaba una crecida como causante de la catástrofe (aunque hay incluso marcas de la altura alcanzada por las aguas en el vecino pueblo de Muel), así que hubo suspicacias con el accidente, pero también se especula con que la mampostería estuviera mal.

Hace relativamente pocos años se descubrieron unos bocetos de Goya sobre la presa derrumbada. El pantano viejo está prácticamente aterrado por los arrastres. El actual fue construido por el Sindicato de Riegos de Mezalocha en el año 1906.

La historia aquí resumida convierte al embalse viejo en uno de los más antiguos de Aragón; a pesar de no ser obra de la naturaleza, sí está rodeada de espléndidos paisajes cincelados por el paso de los milenios, empezando por los cañones del Huerva en la cola del embalse. Además, la peña del Moro merece un señalamiento especial; se trata de una pared calcárea de 80 metros de altura que se ha convertido en morada de grandes rapaces, desde alimoches en verano a buitres leonados, búho real, águila real y perdicera y halcón peregrino. También hay bastante pesca.

Al pantano se le sacaba tradicionalmente toda el agua una vez al año hasta hace poco. Era a finales de verano, y la gente del pueblo (y de los alrededores) acudía con canastos para recoger peces, sobre todo percas y barbos. Con la suelta del pantano se aprovechaba para limpiar el fondo y las orillas a conciencia.

Las riñas más entrañables

Para San Pedro Mártir, en Mezalocha riñen (sí, de reñir, no de rendir) banderas. «En la iglesia parroquial del pueblo –explicaba Carmelo Lostal– hay dos banderas, la roja que representa el mal y la blanca, que encarna el bien. Se lleva una peana cubierta con ramas de frasno y las banderas se ponen una frente a otra, con el objetivo de dar tres vueltas; la primera que sube a lo más alto es la que gana”. Este colorista festejo se corona anualmente con una gran caracolada. No se hacen a la brasa, como en otras partes de Aragón; aquí la costumbre es prepararlos cocidos y aliñarlos con un buen ajolio.

Las otras fiestas señaladas son las de San Antonio, en junio; se le tiene una gran devoción, da nombre a la cooperativa, una ermita y el parque. Para San Antonio se comen rosquillas. En las fiestas solemnes, seis hombres cantaban la ‘tercia’ desde el coro de la iglesia, un canto religioso.

Los orígenes en época musulmana y una iglesia con milagro

Los documentos más antiguos entre los alusivos a Mezalocha se remontan al siglo XII, en un testamento. El pueblo tuvo otros nombres como Mezloffa, Mocelofa y Mocelocha. El estudioso local Carmelo Lostal explicaba a HERALDO que «el origen era musulmán, porque la expulsión de los moriscos sacó de aquí a 604 personas el 7 de julio de 1610, la práctica totalidad del pueblo. En febrero de 1611 ya hubo un primer bautizo en la segunda etapa, una niña». Por otra parte, la historia de Mezalocha quedó marcada por un milagro en su iglesia, allá por el primer tercio del XVII. Al parecer, la antigua iglesia se hundió en 1632, y la actual (sita en el centro del pueblo) se inauguró sin la torre el 15 de octubre de 1653. Se hundió al acabar la misa, tras la salida de las últimas feligresas mujeres. La iglesia se hundió el día de la Esperanza, y se le pasó a llamar la Virgen de la Esperanza».

MEZALOCHA

Comarca. Campo de Cariñena.

Cómo llegar. Desde Zaragoza, su capital de provincia, hay 35 kilómetros por la Autovía Mudéjar hasta Muel, y desvío por la A-1101 hasta destino. Aylés es una pedanía.

Escalada. En las paredes que rodean el embalse –sobre todo, la Peña del Moro– hay vías de escalada, de las más antiguas de la provincia. Se cuenta con camino de ribera abierto por Volunta-Ríos Aragón.

Las Torcas. El embalse de Mezalocha, de 42 hectáreas y 45 metros de altura, recoge los excedentes de esta presa situada en Tosos.

‘Considera’. Se trata de una interjección afirmativa local; ante una duda planteada en voz alta, se dice ‘considera’ en vez de decir ‘claro que sí’. Es palabra habitual en el Casino Cultural Recreativo del pueblo.

Ermita de San Antonio de Padua. Presenta una sola nave de cuatro tramos con bóveda rebajada. Para su festividad, a mediados de junio, es costumbre que la Asociación de mujeres ‘El Águila Real’ invite a todo el pueblo en el parque a rosquillas.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es extraordinario'.

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