turismo

Senderismo, ibones, tirolinas y otras propuestas para familias en la Selva de Oza

Enmarcado dentro del Parque Natural de los Valles Occidentales de La Jacetania, este paraje del Valle de Hecho ofrece actividades para todos los públicos.

El parque de tirolinas del Bosque de Oza es el principal reclamo para los niños.
El parque de tirolinas del Bosque de Oza es el principal reclamo para los niños.
Val d’Echo Activa

Excursiones hasta ibones, travesías, rutas en BTT, escalada, circuitos de tirolinas o parapente son algunas de las actividades al aire libre que se pueden realizar en los meses de verano en la Selva de Oza. Las familias con niños son el público mayoritario de este espacio natural, incluido en el Parque Natural de los Valles Occidentales de La Jacetania, que buscan, este año más que nunca, turismo de naturaleza cerca de casa.

Quienes visiten la Selva de Oza encontrarán también alternativas más exigentes, como la ascensión al castillo de Acher, a la Peña Forca o a la Punta Agüerri, a altitudes de entre 2.300 y 2.500 metros aproximadamente.

Desde este punto se pueden alcanzar además algunos ibones, como el de Estanés o el lago Acherito, y conocer el pasado megalítico del territorio a través de los innumerables dólmenes que se conservan en esta zona del valle de Hecho.

Si no se viaja en el día, el entorno también es apto para una estancia más larga, ya que se dispone de un camping y varias casas rurales para alojarse.

La Selva de Oza se enmarca dentro del Parque Natural de los Valles Occidentales de La Jacetania.
La Selva de Oza se enmarca dentro del Parque Natural de los Valles Occidentales de La Jacetania.
F. Lampre/Prames

De árbol en árbol en el parque de tirolinas del Bosque de Oza

Uno de los principales atractivos para familias es el Bosque de Oza, un parque de tirolinas donde tanto niños como padres y madres se divierten recorriendo tantas veces como quieren los nueve circuitos del complejo. Al tratarse de un espacio totalmente al aire libre y en plena naturaleza, el parque está funcionando este año con completa normalidad. Eso sí, con las medidas de seguridad oportunas, como la desinfección de los juegos, agarres y cuerdas que sirven de apoyo para recorrer los circuitos de árbol en árbol. Además, es obligatorio el uso de mascarilla durante toda la estancia.

El aforo máximo habitual es de 70 personas aunque este verano se ha reducido a 40 y los más pequeños, los niños de hasta 10 años, disponen de sus propios circuitos, adaptados al público infantil. En este caso, el precio de la entrada es de 18 euros y para el resto, que acceden a otros juegos más complicados, cuesta 20 euros.

Los tiquets se adquieren en el mismo parque y para mayores facilidades se puede pagar con tarjeta de crédito. El bosque de Oza está abierto todos los días, excepto los martes, de 11 a 19.00 horas con un parón de 14.30 a 15.30 horas para el descanso de los monitores.

Lejos de verse perjudicado por este verano atípico, el parque ha vivido un mes de julio “más animado” en lo que a usuarios se refiere que en años anteriores, especialmente durante la primera quincena. “Hemos notado un aumento de visitantes entre semana, cuando otros años la cosa estaba más tranquila”, asegura Marta Martín, una de las socias de la empresa Val d’Echo Activa, que gestiona el parque. El principal motivo, apunta, es la demanda de actividades al aire libre.

El complejo cuenta con nueve circuitos y más de 30 tirolinas entre hayas, abetos monumentales y pinos. Deslizarse a lo largo de un barranco o a la orilla de un río, enredarse entre las ramas que cuelgan sobre la corriente o avanzar de árbol en árbol son algunas de las posibilidades que ofrece el Bosque de Oza.

La excursión al ibón de Acherito es una de las propuestas de naturaleza desde la Selva de Oza. M. Ferrer/Prames
La excursión al ibón de Acherito es una de las propuestas de naturaleza desde la Selva de Oza.
M. Ferrer/Prames

Excursiones para hacer con niños

Desde la Selva de Oza se pueden realizar varias excursiones no demasiado exigentes y aptas para hacer con niños. Es el caso de la ruta al valle de Aguas Tuertas donde se podrá además conocer el dolmen del mismo nombre.

La caminata, que tiene una distancia de ida y vuelta de seis kilómetros, parte desde el final de una pista de grava que hay una vez atravesado el camping de la Selva de Oza. En este punto se dispone de un aparcamiento para dejar el coche y comenzar desde allí la andada. Ésta se produce primero por un camino de grava para ascender durante unos tres kilómetros hasta el refugio de Aguas Tuertas.

Un portón para ganado da la bienvenida al valle al senderista, que deberá atravesarlo para disfrutar del paisaje de alta montaña, a unos 1.600 metros de altitud, con los meandros que el río Aragón dibuja a lo largo de todo el valle antes caer al vacío en forma de cascada.

Desde el refugio, a unos 50 metros, se llega al dolmen de Aguas Tuertas, conocido también como la Caseta del Duende por su forma. Su buen estado de conservación y el paisaje que lo rodea hacen de éste un enclave muy visitado.

Si se quiere prolongar la excursión, se puede continuar cruzando el valle y la vuelta se produce de forma lineal por el mismo camino de ida. En total, unos seis kilómetros de ruta y 300 metros de desnivel.

La misma distancia suma otra alternativa de excursión apta para todos los públicos. Se trata de la ruta al valle de Estriviella desde el aparcamiento próximo al campamento de Ramiro el Monje. En el mismo parking, un poste indica el camino a seguir.

La senda se adentra en un hayedo desde donde comienza la subida a lo largo de dos kilómetros hasta llegar al valle. Un arroyo lo atraviesa de principio a fin, durante aproximadamente un kilómetro, la distancia a recorrer para llegar hasta el final de Estriviella.

Una tierra rica en restos megalíticos

Los amantes del megalitismo tienen un buen filón en la Selva de Oza, puesto que en su territorio o muy próximo a él se conservan innumerables restos de la prehistoria. Junto con el ya citado dolmen de Aguas Tuertas, en este entorno se pueden conocer otros restos megalíticos que, gracias a su buen estado de conservación y a los hallazgos de las excavaciones, dan idea de la vida hace millones de años.

En total, se han catalogado hasta 80 monumentos, siendo ésta la mayor concentración de megalitos de los Pirineos. Destaca, por lo prolífico, la Corona de los Muertos, una concentración de grandes círculos de piedra. En su interior se descubrieron puntas de flecha de sílex y pequeños utensilios de piedra que podrían ser los restos de un poblado habitado desde la prehistoria hasta la época medieval.

También muy abundante en dólmenes y otras formaciones es el valle de Guarrinza, donde se localizan una treintena de círculos de piedra, una decena de túmulos y cuatro dólmenes. El Camón de las Fitas, un sepulcro en corredor, es uno de los más conocidos.

Los ibones de Acherito y Estanés, rutas más exigentes

El de Acherito es el lago de alto montaña más occidental de los Pirineos. Este ibón se puede alcanzar desde Guarrinza, en una ruta de algo más de 10 kilómetros de ida y vuelta y 700 metros de desnivel, llegando a los 1.800 de altitud máxima.

La andada propuesta por la Selva de Oza arranca desde el conocido como parking de la Mina, situado casi al final de la carretera hacia Guarrinza (la HU-V-21-31). El desvío surge a la izquierda de dicha vía, en una zona de aparcamiento habilitada para picnics. Tras atravesar un puente, el sendero que hay que tomar está perfectamente señalizado. La marcha se emprende en dirección norte, hacia el barranco de Foyas, y serán unas dos horas de fuerte ascensión desde este punto hasta el ibón de Acherito.

Algo más exigente, principalmente por su distancia, es la ruta desde el aparcamiento de Guarrinza hasta el ibón de Estanés, ya en territorio francés. Esta caminata coincide en gran parte con la propuesta hacia el valle de Aguas Tuertas aunque, en este caso, el recorrido es de 16 kilómetros de ida y vuelta.

La andada comienza en leve ascenso desde el citado parking hasta el refugio de Aguas Tuertas para, después, atravesar todo el valle hasta tomar la senda que lleva al puerto de Escalé. Al final del mismo, surge un desvío a la derecha para tomar una canal de una pendiente considerable para llegar, finalmente al ibón de Estanés.

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