Heraldo del Campo

"Arar con caballo beneficia al vino y a la tierra"

Esta empresa de origen familiar, Bodega DCueva-DMonegros, con sede en Lanaja, evita el uso de productos fitosanitarios, herbicidas y también del tractor.

Fernando Mir guía al caballo Obélix
Arar con caballo

Labrar la tierra como antaño para lograr unos vinos igual de artesanales que entonces. Ese es el propósito de la bodega DCueva-DMonegros, con sede en la localidad de Lanaja (Huesca), donde labran sus viñedos de forma tradicional, con un arado tirado por un caballo percherón. Son, asegura su responsable, Fernando Mir, presidente además de la asociación de viticultores de la zona, Avimo, «la primera bodega de la provincia que, en la actualidad, laborea sus viñedos cien por cien con tracción animal». «Desde que comenzamos nuestra andadura en 2012 tenemos como filosofía no usar ningún tipo de productos fitosanitarios ni herbicidas que puedan contaminar nuestros campos, con el fin de respetar la flora y fauna de este entorno natural», explica Mir. Se trata así, señala, «de recuperar una forma de trabajar tradicional, respetuosa con todo lo que le rodea».


Prescindir del tractor a la hora de realizar esta labor evita, de este modo, la propagación de gases perjudiciales para el medio ambiente, siendo además beneficiosa la presencia del caballo para el terreno. «El suelo no queda tan compactado. El peso del animal es menor que el del vehículo y queda repartido sobre las cuatro patas. A su paso además, se abona el terreno de forma natural», comenta el viticultor.


El caballo, de nombre Obélix, es propiedad de Roberto Satué, de la localidad de Velillas. Mir se encarga de guiar al percherón a lo largo de las casi cuatro hectáreas de cultivo de la bodega, mientras que Satué se ocupa del manejo del arado. Cada día suelen trabajar una hectárea o más de terreno, en un proceso que se realiza entre tres y cuatro veces al año a partir de la llegada de la primavera, tratando de sacar el máximo partido a las características pluviométricas de la comarca. «En Los Monegros las lluvias son muy escasas, de este modo, evitamos que la poca agua que cae la aprovechen las hierbas que crecen junto a las vides, prescindiendo de la utilización de herbicidas», explica Mir.

En cepa pequeña

El método de producción artesanal de esta empresa de origen familiar no está encaminado a lograr una gran cantidad de vino, sino a que éste sea de calidad. «La formación de nuestros viñedos es en vaso, con una producción pequeña, de unos 900 gramos de uva por cepa, que nos permite elaborar unos vinos muy concentrados, con mucho color y aroma», comenta Fernando Mir. Asimismo, tampoco utilizan agua de regadío, lo cual, combinado con las altas temperaturas que se registran en la zona, crean unos mostos «muy potentes» a la hora de la fermentación. El 80% de las uvas que producen, subraya el viticultor, son autóctonas de la zona, como la garnacha tinta o la cariñena o mazuela. También cultivan la variedad francesa de syrah, además de garnacha blanca y alcañón, esta última, prácticamente desaparecida en el territorio.


Tanto la recogida como la posterior transformación de la uva se realizan utilizando métodos que logran que tanto el fruto como el vino sufran lo menos posible. En total, recogen 10.000 y 15.000 kilos de uva en cada campaña, que suponen la producción de entre 7.000 y 8.000 litros de vino, esto es, entre 10.000 y 12.000 botellas. Este proceso se realiza por gravedad y de forma manual, botella a botella. «Al no utilizar productos químicos respetamos al máximo la pureza de la uva y el vino, que cuenta con más sabor y más aromas naturales, por lo que resulta muy diferente al que se produce en las grandes bodegas industriales», afirma.


La variedad tinta de su 'Vino del Desierto', el Sed Crianza 2012 fue finalista en el certamen Nariz de Oro 2013 y ha sido distinguido como Mejor Vino de Los Monegros; al igual que lo ha sido, en su categoría, su vino blanco, el Duna. «Somos una bodega pequeña y por nuestra filosofía de empresa, dirigimos los productos a vinotecas y tiendas especializadas, además de a restaurantes y clientes puntuales», explica el viticultor. «Al tratarse de sitios pequeños y conocer bien el producto los vendedores, es como si estuviera yo mismo asesorando a los clientes», añade el responsable de la empresa. Si bien su principal mercado es Aragón, sus productos han viajado ya a comunidades autónomas como Cataluña, Comunidad Valenciana, Andalucía, Galicia y también a Francia. Su labor promocional incluye catas y actividades de enoturismo.

Regreso a los orígenes del vino

En el futuro no descartan, en un nuevo regreso a la viticultura tradicional, envasar sus caldos en vasijas de barro como se hacía en la época romana. También tienen en mente la producción de un vino de edición limitada a 400 botellas y elaborado con garnacha de uno de sus viñedos con más solera. «Uno de nuestros objetivos es respetar al máximo todo aquello que nos pueden aportar la uva y el vino, sin adulterarlo de ninguna forma», subraya Mir.


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