En el verano de 2011, Mario Murua, con su título de ingeniero agrícola recién conseguido, decidió poner en marcha un sueño: convertir las tierras del padre de un amigo en un huerto ecológico. Su vinculación con el campo era nula, salvo los conatos que había tenido en las prácticas de la carrera, pero tenía muy claro su objetivo y, seis años después, el tiempo parece haberle dado la razón.

Actualmente, su empresa, Sabores Próximos, ubicada en Lugarico de Cerdán (Movera), produce una media anual de 35.000 kilos de verdura y hortaliza que comercializan sobre todo en Zaragoza y su área de influencia, a través, principalmente, de los encargos que reciben en su web www.saboresproximos.com.

Sus cajas, cerradas o personalizadas, incluyen una gran variedad de productos de la huerta, que varían cada semana en función de la temporada. «Poco a poco, estamos mejorando los canales de venta, y estamos más preparados para atender la demanda y los gustos particulares de los consumidores. Esto, unido también a cambios en la producción nos están permitiendo ofrecer más de una treintena de productos ecológicos a precios mucho más competitivos que hace unos años», matiza Mario.

Tres años después, en 2014, se sumó a este proyecto Daniel Gómez, y los dos se encargan de las tareas diarias del campo, desde la siembra hasta la recolección. Un trabajo que, en ocasiones, «resulta duro pero que también es muy agradecido» y que les ha permitido cumplir su sueño y gritar a los cuatro vientos que «estamos en el buen camino dentro de nuestra meta de recuperar la huerta zaragozana como forma de vida».

Durante los dos primeros años la rentabilidad fue muy pequeña, casi inexistente, ya que para poner en marcha un proyecto agrícola partiendo de cero hace falta mucha inversión. Pero, hoy en día, «gracias a la experiencia que hemos ido acumulando, tanto en producción como en ventas, podemos decir que vivimos de los ingresos que nos proporciona Sabores Próximos», señala Mario.

Sus potenciales clientes son, en la mayoría de los casos, consumidores particulares, pero también venden a restaurantes y grupos de consumo, así como a tiendas especializadas. Además, todos los sábados es habitual verlos en el mercado agroecológico que se instala en la plaza del Pilar. Allí, las bondades organolépticas de sus calabazas, tomates, borrajas o coles de temporada corren de boca en boca. «Esta es la mayor de las recompensas, que los consumidores valoren tu producto y vengan a comprar semana tras semana», matiza Mario, quien ahora sueña con ampliar las hectáreas de tierra de que dispone para que sus productos lleguen a más gente.

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