Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Una bodega con pulso (eléctrico)

Desde su creación en 1984, Bodegas Aragonesas no ha dejado de innovar, tanto en el cultivo como en la producción y la comercialización. Y esa apuesta tiene premio.

Imagen de las instalaciones de Bodegas Aragonesas.
Imagen de las instalaciones de Bodegas Aragonesas.
J.M. Marco

Para encontrar el origen del renacimiento de la garnacha y el reconocimiento internacional de los vinos que con ella se elaboran hay que viajar hasta Fuendejalón, el municipio zaragozano enclavado en la Denominación de Origen Campo de Borja en el que se levanta Bodegas Aragonesas.

Su mimo a una variedad de uva denostada durante años y toda la innovación desarrollada y aplicada en torno a ella, tanto en campo como en bodega, no solo han encumbrado sus caldos sino que han llenado de premios las vitrinas de esta empresa que nació en 1984 de la necesidad de la cooperativas San Juan Bautista de Fuendejalón y Santo Cristo de Magallón de estrechar lazos para mejorar la comercialización de los vinos que producían.

El último galardón lo recogerán durante la celebración de la vigesimoprimera edición del Salón Internacional de Maquinaria y Equipos para Bodegas y del Embotellado (Enomaq), que se celebra en la Feria de Zaragoza entre el 14 al 17 de febrero y con el que el jurado ha valorado «la innovación y la puesta en marcha de productos prácticos y originales, adaptados a las necesidades actuales del sector vitivinícola».

«Es un premio que reconoce el carácter innovador que Bodegas Aragonesas ha mostrado desde el inicio de su existencia», destaca Enrique Chueca, gerente de la bodega, que repasa con orgullo las novedosas técnicas que llevan aplicando desde hace más de 30 años, desde la producción a la comercialización, tanto para reducir costes como para sorprender al mercado con vinos (y presentaciones ) de alta calidad y adaptados a las exigencias de los consumidores allá donde se encuentren. «Y no ha sido gratuito. Cuando echas la vista atrás te das cuenta de que has innovado en tareas que no solo ayudan a la empresa sino al propio sector. Por eso, de lo que más orgullosos estamos es de haber situado a la garnacha allí donde ahora está, en lo más alto», asegura Chueca.

Dentro y fuera de la botella

Sus innovaciones sorprenden al paladar. Incluso a la vista. Prueba de ello son dos de sus últimos lanzamientos. Azzulo, un blanco ‘frizzante’ elaborado con chardonnay y macabeo, pensado en un primer momento para los consumidores más jóvenes, que llama la atención en los lineales -ese era el objetivo- por su llamativa botella de color azul en la que luce una moderna etiqueta. Y Solo Centifolia, un vino 100% garnacha cuyo original aspecto de un suave rosa palo contrasta con la intensidad de su sabor y aromas.

Pero sin duda, y Chueca lo reconoce, una de las innovaciones más premiadas -amén de sus vinos- ha sido la aplicación de pulsos eléctricos de alto voltaje en la uva. Una tecnología que consiste en aplicar al fruto de forma intermitente campos eléctricos de alta intensidad y corta duración (microsegundos) que no aumentan la temperatura del producto tratado, y por lo tanto, no alterar sus propiedades sensoriales y nutricionales.

Lo que sí hacen estos pulsos es romper las células de la piel de la fruta, con lo que se acelera el proceso de maceración. Y lo que antes se conseguía en un periodo de 10 o 12 días, se obtiene ahora en apenas cuatro días con esta tecnología. Eso supone además un ahorro de hasta el 50% en los costes de producción, detalla Chueca, que asegura que tras dos años de aplicación de esta técnicas (el primero con carácter más experimental) los resultados han sido «espectaculares, mucho mejores de los que incluso habíamos previsto».

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión