Sociedad

"Quiero trabajar de lo que sea, sentirme ocupado y realizado"

LOS LUNES AL SOL

En los meses buenos, hace pocos años, Antonio ganaba unos 3.000 euros. Ahora sobrevive con la ayuda de 420 euros, en casa de su madre. Aún no se explica cómo han podido cambiar tanto las cosas tan rápido.

A Antonio Marco, como a los protagonistas de 'La Camioneta' (película irlandesa, dirigida por Stephen Frears, 1996), le gustaría montarse un negocio de venta de comida en una furgoneta. Este zaragozano de 56 años ha sido profesor de autoescuela, masajista, conductor, etc. pero ahora lleva dos años en el paro y está desesperado. Lo de la camioneta es solo la última idea. "Yo quiero trabajar de lo que sea, tener una ocupación, sentirme realizado", asegura.

En los meses buenos, hace pocos años, Antonio ganaba unos 3.000 euros. Ahora sobrevive con la ayuda de 420 euros, en casa de su madre. Está separado y tiene un hijo de 18 años. Aún no se explica cómo han podido cambiar tanto las cosas tan rápido. Su último empleo fue de profesor de autoescuela en Tenerife, entre 2001 y 2008. "Pero empezó la crisis, la gente dejó de sacarse el carné para ahorrar y bajó mucha la actividad. Hasta que me quedé sin trabajo. Estuve unos meses en Tenerife y como no me salía nada, volví a Zaragoza".

Antonio solo pudo estudiar hasta los 13 años. "Mi madre era viuda y yo tuve que empezar a trabajar muy pronto". Tiene 42 años cotizados. Su primer empleo fue de aprendiz en una tienda de calzado de la Almozara. Después trabajó en una empresa de plásticos y en otra de mantenimiento de cabinas telefónicas, hasta que se sacó el carné de profesor de autoescuela, en 1979.

De enseñar a conducir ha vivido muchos años. Desde 1982 a 1993, también trabajó en la GM, primero de conductor y luego de administrativo. "Durante cuatro años compaginé mi trabajo de tarde en la General Motors con las clases de autoescuela por las mañanas. Trabajaba de 6.00 a 23.00, casi no veía a mi hijo", cuenta. Dejó el empleo de la GM y siguió como profesor de autoescuela, mientras seguía formándose. Antonio siempre ha sido muy activo.

"Estudié seis años de acupuntura y quiromasaje. Me gusta mucho lo oriental. En el año 2000, con una ayuda para mayores de 45 años, monté un centro de quiromasaje en Zaragoza. Pero el negocio no iba tan bien como yo esperaba. Un año después, decidí cerrarlo y volví a retomar las clases de autoescuela", cuenta.

Y el destino le llevó a Tenerife. "Tengo muchos amigos que se fueron a trabajar allí hace años. Me dijeron que fuera, que ahí había trabajo para un profesor de autoescuela. Estuve siete años, al principio me iba bien y ganaba dinero", recuerda. Hasta que la actividad bajó, llegó la crisis y se quedó sin empleo, en 2008, como tanta gente. Y descubrió que volver al mercado laboral iba a ser una odisea. Aún no lo ha conseguido.

"Antes, había estado alguna vez en el paro, pero por un tiempo breve, mientras me salía otra cosa. Ahora es diferente. No hay nada. He mandado muchos currículums", cuenta. Tras su estancia en Tenerife, volvió a Zaragoza, a casa de su madre. Lleva una vida austera. Sus gastos son el gimnasio y algún café de vez en cuando.

"Yo era optimista, pero ahora no. Toda mi vida trabajando para nada. Parece que la experiencia no cuenta, te hacen creer que no vales nada", comenta con un punto de amargura. En los dos últimos años, ha aprovechado para formarse: ha hecho cursos de hostelería, cáterin y atención domiciliaria. En septiembre quiere empezar otros del Inaem de cocina y geriatría.

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