EDUCACIÓN

Las notas de corte para la universidad suben el 17% en los últimos ocho años

La mayor preparación de los alumnos, los cambios en las pruebas y los centros que «hinchan» las calificaciones, entre las causas de este aumento.

Examen de selectividad en Zaragoza en 1999.
Examen de selectividad en Zaragoza en 1999.
Oliver Duch

Una alumna que quiera cursar Medicina en la Universidad de Granada está obligada a sacar matrículas de honor en todas las asignaturas durante el Bachillerato y a hacer una selectividad que roce la perfección. Las mismas calificaciones tendrá que conseguir un estudiante que aspire a entrar en Física en la Universidad Carlos III de Madrid. Estas facultades son algunas de las que exigen notas de corte que rondan los 13,5 puntos sobre 14 y se han convertido en un ejemplo extremo de la notable subida de las calificaciones en los últimos años para cursar una carrera en las universidades españolas.

La nota de corte media de todos los grados y de todas las universidades ha crecido de 8,67 puntos sobre 14 a 10,14 en el periodo 2015/ 2016 y 2022/2023, el último dato disponible, según la información proporcionada por la Conferencia de Rectores (CRUE). Es decir, la nota de corte, que promedia las notas del Bachillerato con la EBAU, ha aumentado el 17%.

De ciencias o de letras, de los más demandados a los menos populares, todos los grados, sin excepción, han aumentado sus notas de corte en los últimos ocho años. En Estadística la calificación exigida ha crecido el 49,8% (en 2023 se pedía un 11,11 frente al 7,42 de 2016); en Informática, el 30,2% (de 7,97 a 10,38); en Matemáticas, el 27,9% (de 9,95 a 12,72); en Filosofía, el 26% (de 7,35 a 9,26); en Ingeniería Electrónica, el 21,3% (de 7,79 a 9,45); en Trabajo Social, el 20,2% (de 7,21 a 8,67); en Química, el 19,5% (de 8,92 a 10,66); en Educación Infantil, el 18,9% (de 7,8 a 9,27); y en Derecho, el 16,6% (de 8,86 a 10,34).

El informe 'La subida de las notas de selectividad: ¿Inflación o competición?', elaborado por EsadeEcPol y publicado en junio de 2023, encuentra dos causas para explicar esta subida. Por un lado, ha mejorado la preparación de los alumnos en un entorno cada vez más competitivo, con más estudiantes que realizan la selectividad y por tanto, más opciones de que las notas sean más altas. Pero por otro, el documento expone que existe una «dinámica inflacionista» en las calificaciones que se explica por la elevación del 50 al 60% en la nota del expediente de Bachillerato en el 2000, los cambios en la prueba general en 2017 (que redujeron la opcionalidad de la fase general) y las medidas excepcionales ante la pandemia de 2020.

Francisco Michavila, catedrático de Matemática Aplicada de la Universidad Politécnica de Madrid, fundador y director de la Cátedra Unesco de Gestión y Política Universitaria y rector honorario de la Universitat Jaume I, pone el foco en «los centros privados que basan su prestigio en que sus alumnos, al concluir el Bachillerato, se hallen en posiciones favorables para acceder a estudios universitarios de alta demanda».

Este experto denuncia que determinados centros «hinchan las notas de Bachillerato». «Hacen gala de ello, lo publicitan y, en no pocos casos, crean las condiciones internas para que sus calificaciones sean altas. Incluso esto prima en ellos por encima de la calidad de su enseñanza, a diferencia de otros, tanto públicos como privados con una reputación contrastada que no recurren a tales artimañas. De este modo, sus estudiantes compiten con ventaja a la hora de optar a estudios de fuerte concurrencia», señala.

David Martín de Diego, investigador del Instituto de Ciencias Matemáticas del CSIC, utiliza una imagen potente para explicar por qué no discrimina adecuadamente a los alumnos que tienen capacidades para cursar una carrera concreta. «Albert Einstein asombraba a los profesores por su capacidad y tenía las mejores notas en las asignaturas de ciencia, pero no las tenía tan buenas en otras, como los idiomas. Pues bien, quizá con nuestro sistema, no podía haber cursado el doble grado de Física y Matemáticas en una universidad española». Martín de Diego cree que «se deberían ponderar mucho más algunas asignaturas en la calificación final a la hora de elegir una carrera».

Propuestas

Además de generar una presión extra a los estudiantes, que en ocasiones deben esperar a convocatorias extraordinarias, en septiembre e incluso octubre, con los cursos ya comenzados, para saber si su nota les permite matricularse en una determinada universidad, el modelo actual de selectividad está en entredicho entre muchos expertos en educación. «Existe un grave riesgo de que se siga deteriorando la confianza pública en el examen y que pueda llegar a proponerse incluso su desaparición», reconocen los expertos de EsadeEcPol.

Entre otras medidas, proponen volver a aumentar la opcionalidad de la fase específica de la prueba; eliminar las medidas excepcionales tomadas en 2020, el año de la pandemia; reducir el peso del expediente académico del Bachillerato al 50 o al 40% sobre la nota final de admisión; monitorizar a los centros para que la inspección educativa «actúe» en aquellos «donde la discrepancia entre la nota del expediente de Bachillerato y las de la prueba general y específica sea tan grande que apunte a prácticas inflacionarias»; aumentar la «coherencia y objetividad del examen» mediante una prueba más comparable entre comunidades y un sistema de corrección más fiable» y avanzar hacia una «prueba de madurez» que provoque «cambios curriculares reales».

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