En la mente del monstruo: el prodigio matemático que violó a su bebé

Santiago, que intentó entrar en el Ejército, buscaba en los parques de Madrid a menores de estética emo para mantener relaciones

Santi durante su detención
Santi durante su detención
Policía Nacional

¿Cómo un padre puede acabar violando a su propia hija de solo unos meses y ofrecer abusar del bebé a otros pederastas? Esta pregunta sin respuesta tiene obsesionados a los operativos del Grupo I de Protección al Menor de la Brigada Central de Investigación Tecnológica que detuvieron al Monstruo de Lucero como ya le denominan, en referencia al popular barrio del sur de Madrid en el que habitaba.

Tras el encarcelamiento de Santiago, los agentes de otras unidades de la Comisaría General de Policía Judicial también están indagando en el pasado de este sujeto, con graves adicciones a diversas sustancias, para tratar de saber qué hay en su mente. No solo para intentar comprender lo incomprensible, sino para saber si este depredador más allá de internet, donde difundió cerca de un centenar de vídeos con abusos a niños, actuó en la vida real con otras agresiones a menores.

Y es que según han desvelado fuentes de la investigación a este periódico, el monstruo solía moverse con mucha asiduidad, al menos hasta justo antes de la pandemia, por el entorno de la plaza de España y el parque del Oeste en busca de relacionarse con menores de una estética idéntica a la suya: solo emo o góticos. En sus redes y teléfonos los agentes han encontrado fotos del depredador fumando porros en esos parques acompañado de otros jóvenes cuya edad se desconoce. También ofrecimientos expresos a niños de 14 años para mantener relaciones sin protección.

Los investigadores de Policía Judicial tratan de determinar en qué momento comenzó a convertirse en un depredador de menores para intentar buscar posibles víctimas desconocidas. Lo cierto es que, según los datos recabados en la información, al menos desde 2021, cuando fue detenido por primera vez por la distribución de pornografía infantil (muy conocida) en la red, ya estaba obsesionado con el sexo con menores.

Para entonces este tipo que nació hace 25 años en Maracaibo (Venezuela) pero que es de nacionalidad española, ya había cambiado su estética y se había introducido en el mundo del manga, de la cultura asiática y de los videojuegos. Al mismo tiempo, Santiago se había vuelto especialmente violento y conflictivo, hasta el punto de que sus progenitores le echaron de casa tras pegar a su padre, por lo que el depredador tuvo que buscarse la vida como camarero. En aquella época se fue a vivir con su pareja, la madre del bebé violado, al barrio de Lucero, en el distrito de Latina. Ella, una aspirante a tatuadora y que en las redes se define como no binaria, decidió suspender su tratamiento para convertirse en hombre tras comenzar su relación con el monstruo.

Lejos quedaban los días en que Santiago era uno de los mejores estudiantes de su escuela religiosa de Valdemoro, al sur de Madrid, hasta el punto de que en 2011, con tan solo 13 años entró en el prestigioso Proyecto Estalmat de estímulo del talento matemático precoz auspiciado por la Real Academia de Ciencia Exactas. Es más, en mayo de ese mismo año, el hoy pederasta fue seleccionado para participar en la XVII Olimpiada Matemática en Argentina y consiguió una mención de honor.

Entre los datos en poder de los investigadores consta que la primavera de 2017, Santiago entró en el proceso de selección para militar de carrera a las escalas de Suboficiales de los Cuerpos Generales y del Cuerpo de Infantería de Marina.

Sin arrepentimiento

Los primeros análisis psicológicos sobre este monstruo recalcan sobre todo la capacidad para someter a la madre del bebé (que no sabía de los abusos a su hija pero que sí está acusada cuanto menos de encubrir la distribución de porno infantil a través de las redes sociales), su absoluta falta de arrepentimiento por la violación del bebé o por la difusión de otras agresiones a niños, su falta de conciencia de la gravedad de los delitos que ha cometido y, sobre todo, su hedonismo a cualquier precio y su gran narcisismo.

De hecho, en las redes, donde su lema era Peace, love and drugs' (Paz, amor y drogas) se hacía llamar Apolo (dios de la belleza), aunque también utilizaba un 'nick' que ha inquietado a los investigadores: 'soyunestegosaurio', en referencia a una popular serie de dibujos animados. Casi tan inquietante como la última foto que la madre de la criatura subió a Instagram: ella con el bebé dormido en su regazo y el padre pedófilo tumbado con ellas con los ojos cerrados frente con frente con la niña.

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