Tercer Milenio

En colaboración con ITA

La ciencia responde

Ciencia contra la desconfianza: "Hay que afinar los pronósticos meteorológicos"

Los modelos meteorológicos han mejorado mucho, pero nunca serán cien por cien precisos. Saber comunicar la incertidumbre es clave.

Los residentes se encuentran cerca de escombros amontonados tras inundaciones y fuertes lluvias, en Chozas de Canales, provincia de Toledo.
Los residentes se encuentran cerca de escombros amontonados tras inundaciones y fuertes lluvias, en Chozas de Canales, provincia de Toledo.
ISABEL INFANTES

En la mañana del lunes asistimos perplejos a algunas reacciones políticas sobre el evento meteorológico que, a lo largo del fin de semana y durante la mañana del lunes, dejó cantidades muy importantes de precipitación en extensas regiones de nuestro país. Entre otras declaraciones, se pedía afinar los pronósticos.

En un contexto en el que la aparición de eventos extremos cada vez es más frecuente, donde existe una evidencia clara de una tendencia hacia una mayor concentración de la precipitación en gran parte de la península ibérica, resulta muy irresponsable abrir un debate estéril sobre la fiabilidad de las predicciones meteorológicas. Esta deriva puede motivar la desconfianza de los ciudadanos en la ciencia y en los conocimientos que están detrás de los pronósticos que mueven los avisos. De las conclusiones de este debate público va a depender que estas palabras no influyan y siembren la duda sobre el sistema de alertas ante emergencias en próximas ocasiones.

La meteorología involucra la llamada 'teoría del caos', debido a la sensibilidad extrema a las condiciones iniciales de la modelización atmosférica. Las ecuaciones empleadas en ellos describen el movimiento de los fluidos, como el aire en la atmósfera, de manera no lineal y compleja. Pequeñas variaciones en las condiciones atmosféricas iniciales pueden conducir a resultados drásticamente distintos. Este fenómeno, conocido como el 'efecto mariposa', hace que la predicción meteorológica, incluso en plazos cortos, sea un desafío. Ni las ecuaciones más detalladas consideran todas las variables (por falta de datos o por resolución del modelo).

Los modelos han mejorado, pero no son perfectos

A pesar de la complejidad, la predicción meteorológica ha mejorado en las últimas décadas. Eventos extremos como el de esta DANA, que deja grandes cantidades de precipitación, se dan casi todos los años en algún punto de la península ibérica, pero nunca han podido ser predichos con herramientas de la calidad actual. Así, eventos como el de Tous en 1982 en Valencia, con cantidades de precipitación que superaron los 600 l/m², y que propició la rotura de un embalse e inundó una zona de una extensión similar a la ciudad de Madrid, fueron predichos entonces como mejor se pudo, dada la escasez de recursos y de que los modelos meteorológicos eran muy elementales.

Pese a esta gran mejora y reducción del margen de error, este siempre va a estar ahí, en cualquier pronóstico, tendiendo a ser mayor cuanta más inestabilidad convectiva haya en la situación. Esto se debe a que estos fenómenos son los que mayor incertidumbre generan a la predicción del modelo dada su complejidad y resolución.

Para el domingo día 3 de septiembre los principales modelos mostraban una predicción de intensas lluvias para la ciudad de Madrid y su área metropolitana. Sin embargo, finalmente la línea de tormentas se desplazó 50 km respecto a las principales estimaciones, cometiéndose un pequeño error espacial, pero no en la cantidad de precipitación predicha, como pudo comprobarse en las inundaciones ocurridas al oeste de la Comunidad de Madrid y Toledo. Los modelos probabilísticos incluso dieron cantidades medias de precipitación que superaban en algunas zonas del área metropolitana el umbral establecido para el aviso rojo.

La importancia de las alertas por móvil

Los meteorólogos sabemos bien que no se puede pensar en las consecuencias del pronóstico a la hora de hacerlo, puesto que esto llevaría a mayores equívocos y peores desenlaces. Es algo que ningún debate público puede cambiar. Por ello, los modelos meteorológicos continuarán mejorando en los próximos años, pero nunca tendrán el cien por cien de tasa de acierto.

Por todo esto es necesario que, en el margen de horas entre el pronóstico y el momento donde debería producirse el evento esperado, exista una vigilancia a fondo del mismo. Esta puede hacerse con las herramientas existentes de monitorización en tiempo real (teledetección, satélites, radar y estaciones meteorológicas). Además, la propia vigilancia debe coordinarse con protección civil y con los estamentos involucrados, dando seguimiento al evento a través de un protocolo optimizado.

De esta manera, a través de avisos de precisión como los que se enviaron por SMS por parte de protección civil se podría avisar más certeramente en función de la evolución del evento. Es algo muy común en Estados Unidos con las tormentas severas, que llevan asociados fenómenos muy adversos como tornados y granizo muy grande, y adaptado a nuestro protocolo podría ser una herramienta muy útil.

Por último, es de especial relevancia que la comunicación de la incertidumbre asociada a eventos extremos cumpla con el gran reto de lograr una percepción intuitiva de la incertidumbre probabilística en la ciudadanía. La importancia de comunicar la incertidumbre, conocer cómo interpretamos y razonamos el espacio y el tiempo de la incertidumbre se hace muy evidente en situaciones de emergencia.

Dominic Royé Climatólogo y responsable de Ciencias de datos en la Fundación para la Investigación del Clima (FIC)

Darío Redolat Consultor en cambio climático y meteorología

Toni Rubio España Consultor de cambio climático y meteorología.

Este artículo ha sido facilitado por el Science Media Centre España

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