Mikel Casal, ilustrador: "En mi casa huele a mar desde que tengo uso de razón"

Dibuja para todo el mundo desde su estudio de San Sebastián. "Los rostros llenos de vivencias son los más agradecidos para caricaturizar", dice.

Mikel Casal, en su estudio en la parte vieja donostiarra.
Mikel Casal, en su estudio en la Parte Vieja donostiarra.
Sara Santos

De día dibuja en su estudio ilustraciones que serán portada en periódicos coreanos o revistas canadienses y al atardecer coge su vieja bici para ver cómo el mar engulle el sol. Mikel Casal (San Sebastián, 1965) es ilustrador y vive y trabaja en la Parte Vieja donostiarra con un punto de bohemia contemporánea.

La idea de ser ilustrador le llegó por mar, como la botella de un náufrago.

Del mar me llego la afición a la ilustración. Mi padre fue patrón en barcos bacaladeros y empezó a navegar con 12 años en un barco de pesca de bajura. En mi casa olía a mar desde que tengo uso de razón. Toda mi familia ha vivido de la mar. Mi abuelo paterno fue buzo en el puerto de Vigo, mi abuelo materno navegaba en barcos mercantes. Mis tíos y primos y amigos de mis padres han sido marinos de pesca o mercantes. Cada vez que un tío mío llegaba al puerto me traía recuerdos de Sudáfrica, Canadá, Noruega, Brasil o EE UU: muchas eran revistas maravillosamente ilustradas.

Cuando va con su 'bici roñosa' (como usted la llama) a ver el horizonte, ¿de qué color lo ve?

Lo bonito es que nunca es del mismo color. Los horizontes en Donosti siempre cambian. En minutos podemos pasar de un horizonte lleno de grises, pintado de nubes y matizado por la lluvia, a otro de colores rosas y naranjas y terminar con el azul más profundo. Son cambios casi teatrales, como los cambios de escenario en una obra de la que somos espectadores con entrada VIP.

Alguno dirá: ¿es serio ganarse la vida haciendo dibujitos?

No hay nada tan ridículo como tomarse a uno mismo y a la vida demasiado en serio. Soy alguien afortunado que ha podido dedicarse a un trabajo vocacional. Para ganarse la vida hace falta esfuerzo, constancia y pasar por encima o por debajo de inseguridades: una mezcla de inconsciencia, talento y trabajo. Quien crea que es fácil le reto a intentarlo.

¿Cómo se publica en periódicos de todo el mundo desde un pequeño estudio de San Sebastián?

Cuando no existía internet y el único teléfono que teníamos era el fijo, la manera de trabajar fuera de tu ciudad era coger un tren a Madrid o Barcelona y presentarte en editoriales o periódicos con tu portafolio después de concertar citas con días de antelación. Yo he pateado mucho y he aprendido mi profesión solo y trabajando. Con el tiempo la tecnología ha cambiado todo: escribir un correo a un director de arte ya solo supone un instante y que no te importe recibir un no por respuesta. También la exposición que ofrecen tus trabajos publicados y las redes sociales ayudan a que cualquiera te encuentre.

¿Cuáles son los encargos más raros que ha recibido?

Hace poco he tenido que hacer la caricatura de Josie, el personaje televisivo, para Elle. Él escribía el artículo sobre su repulsión al queso y exigió a la revista que fuera yo el que lo ilustrara. El medio más lejano donde he publicado ha sido la revista Tatler de Hong Kong. El libro que ilustré para la editorial Media Vaca 'Así es la Dictadura' se ha publicado en Japón, Corea, Brasil o Filipinas. He trabajado para The Guardian, Boston Globe, Clarin, El Universal de México, Vanity Fair...

¿Por qué le gustan especialmente las caricaturas?

Porque me sale de una manera muy natural y porque mi naturaleza curiosa me empuja a escudriñar los rostros. Es apasionante observar un rostro para después dibujarlo. Mi otra pasión es dibujar libros infantiles. La libertad y creatividad en esas publicaciones es muy inspiradora.

¿Su caricatura favorita?

Los personajes con rostros amables resultan muy difíciles de caricaturizar, las mujeres, los niños. Sin embargo, los rostros llenos de vivencias, buenas o malas, son más fáciles: dan más pistas.

¿Cuál de sus libros recoge mejor su personalidad?

'Gente poco corriente', en el que describo de manera más o menos lírica a una serie de personajes sacados de mi entorno más cercano. Todos somos especiales.

¿De qué color es el verano?

Un color luminoso y somnoliento que te hace entornar los ojos en una siesta bajo un árbol mientras observas las hojas verdes en el primer plano de un cielo azul. Y con una pizca de aroma a sardinas recién asadas.

¿Cómo pintaría el futuro?

¿Hay algún color que represente la incertidumbre y la esperanza al mismo tiempo? Si existiese ese color, pintaría el futuro así.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión