Salman Rushdie, las secuelas un año después del atentado

Perdió la visión en un ojo y movilidad en una mano y trata de superar el estrés postraumático

Rushdie, en la gala literaria en la que reapareció el 18 de mayo.
Rushdie, en la gala literaria en la que reapareció el 18 de mayo.
SARAH YENESEL

El atentado que sufrió hace un año le dejó ciego de un ojo y con la movilidad de una mano reducida, en camino de recuperación gracias a la fisioterapia. Aún tiene las secuelas de un trastorno de estrés postraumático que le produce pesadillas recurrentes, y de las que se va sobreponiendo con la ayuda de su psicólogo. Visiblemente más delgado que antes de que un 'lobo solitario' islamista, Hadi Matar, le asestara quince cuchilladas, Salman Rushdie hizo su primera aparición presencial el 18 de mayo en la gala del PEN en Nueva York, celebrada en el Museo de Historia Natural de la ciudad con 700 invitados. Presidente de esta asociación internacional de escritores que lucha por la libertad de expresión, el autor de 'Los versos satánicos' subió al estado y se mostró contento por "estar de vuelta. Me alegra que los dados hayan caído de esta manera", dijo.

Rushdie pasó una década viviendo escondido y recluido, sin vida social, a causa los tres millones que ofreció por su cabeza el régimen de Irán en 1989, entonces dirigido por el ayatolá Jomeini, que había tachado de blasfema su novela 'Los versos satánicos'. A finales de los noventa, llegó a la presidencia del país el moderado Mohamad Jatami, interesado en restablecer relaciones con el Reino Unido y por tanto en olvidarse de la fatua en la medida de lo posible, a pesar de que los sectores conservadores de su país se lo iban a recordar siempre. De hecho, en 2012 una fundación religiosa de carácter semioficial aumentó la recompensa hasta los 3,9 millones de dólares.

El escritor desestimó esa amenaza al considerar que no había un riesgo real de que alguien la ejecutara. Ya había retomado sus apariciones públicas, una de las primeras en el festival literario Gutun Zuria de Alhóndiga Bilbao en 2011. Residente en la ciudad de Nueva York desde hace dos décadas, con el paso de los años prescindió de la seguridad y se movía con libertad. Prueba de ello fue su participación en el pequeño festival de Chautauqua, una localidad a unos 480 kilómetros de Manhattan.

"Un par de páginas"

Era un viernes, 12 de agosto. Allí le esperaba Hadi Matar, autodesignado verdugo del escritor por una obra de la que solo había leído "un par de páginas". Al contrario que por la literatura, tenía un "gran respeto" por el régimen iraní de los ayatolás, según dijo cuando fue apresado en el mismo edificio donde se iba a celebrar el acto.

Una semana antes, Rushdie había terminado de corregir las pruebas de 'Ciudad Victoria', la novela que publicó en febrero de este año, sobre una niña que, tras presenciar la muerte de su madre, se convierte en receptáculo de una diosa que empieza a hablar por su boca, y que tendrá un papel fundamental en la fundación de Bisnaga, la ciudad de la victoria.

No hizo presentaciones, pero sí dio una larga entrevista a 'The New Yorker', publicada ese mismo mes, con la que rompía su silencio. Contaba sus dificultades para escribir algo que le gustara. "Solo me sale una combinación de vacío y basura que borro al día siguiente", desvelaba. Tampoco podía teclear bien en el ordenador, ya que había perdido sensibilidad en la yema de los dedos, y confesaba sus problemas para dormir. Aunque "una de las ventajas de tener 75 años y haber escrito 21 libros es que sabes que, si sigues con ello, algo llegará".

En junio anunció que estaba escribiendo un libro sobre lo que le había pasado, al que le calculaba unas doscientas páginas. "No es algo para mí fácil de abordar, pero necesito hacerlo antes de intentar cualquier otra cosa. Es como un enorme elefante en la habitación con el que tengo que reconciliarme".

Aún a la espera de juicio, a Matar las autoridades judiciales de Estados Unidos le han acusado de intento de asesinato. De momento se ha declarado inocente de este cargo. Si lo acepta no se celebrará juicio, y si continúa en su posición, sí. "Hay una parte de mí que desea ir a la sala y mirarle de frente y otra que me dice que no me preocupe por este asunto. Lo que ahora trato es de superar lo que pasó", declaró Rushdie a la BBC.

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