Los españoles se bañaron en el mar tras cientos de años de prohibición y fue en esta playa

Durante casi mil años las playas estuvieron vacías hasta que XIX los 'baños de ola' hicieron que los bañistas volvieran su mirada al mar en esta ciudad del norte de España.

Playa de El Sardinero de Santander
Playa de El Sardinero de Santander
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Verano y playa están íntimamente unidos para muchos de nosotros, pero pasar una jornada o junto al mar es algo 'moderno' en España. No fue hasta los años 60 del siglo XX cuando la mayoría de los españoles se lanzó a disfrutar del veraneo en las costas al puro estilo de 'Verano Azul'. Décadas antes de este éxodo masivo vacacional hacia la costa no era tan habitual tumbarse al sol o practicar deportes náuticos. De hecho, hasta principios del siglo XX, los 'valientes' que se atrevían a acercarse a la orilla se podían contar con los dedos de la mano. Hasta los primeros años del siglo XIX cuando empezó a vencerse el estigma medieval que había vaciado las playas y los bañistas comenzaron a cambiar la ropa de calle por los trajes de baño  que les tapaban todo el cuerpo y pesaban hasta tres kilos de peso para darse los baños de ola.

Y la primera ciudad de España que anunció los beneficios de sumergirse en el agua del mar fue Santander. Los periódicos de 1849 anunciaban los baños de mar, también llamados baños de ola, en la playa de El Sardinero. Hasta allí acudieron los madrileños y los habitantes de las ciudades del interior para disfrutar de los beneficios del agua marina. 

Claro que al principio, solo podían hacerlo aquellos que tenían un nivel económico alto ya que ni siquiera se podía llegar a Santander en ferrocarril. Había que hacerlo en diligencia. La reina Isabel II, fue pionera en estos baños de ola para tratar una enfermedad de la piel y fue en Santander donde finalmente arraigó esta moda. En 20 de julio de 1849, la Gaceta Médica fue la primera publicación en señalar que El Sardinero no tenía nada que envidiar a la playa francesa de Biarritz

De los romanos al veraneo

Aunque los romanos eran muy dados a meterse en el mar para hacer deporte o curarse de las heridas, las autoridades medievales temían que se produjeran en encuentros sexuales en la arena y prohibieron acercarse al agua por ocio durante siglos. El hecho de que la mayoría de la población no supiera nadar tampoco ayudaba. Por eso, durante muchos siglos, las playas estuvieron vacías. Hasta que en el siglo XIX se recuperaron los aristocráticos baños de ola y sus beneficios. En 1849 unas 3.000 personas fueron a Santander a bañarse y el fenómeno fue creciendo hasta convertirse en la base del turismo veraniego de nuestro país.

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