Tercer Milenio

En colaboración con ITA

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¿Qué puede hacer el pequeño audífono contra el gigante de la demencia?

Los datos del estudio más grande realizado hasta la fecha sobre el asunto dicen que el riesgo de demencia es un 42% en las personas con problemas de audición, y que este aumento desaparece cuando se utilizan audífonos. Las conclusiones aún no están completamente claras, pero su mensaje final parece que sí.

Según la OMS, el número de personas con pérdida auditiva se duplicará en 2050.
Según la OMS, el número de personas con pérdida auditiva se duplicará en 2050.
Audika España

Parece de sentido común y así lo decían algunos estudios, que la pérdida auditiva trae con ella un mayor riesgo de demencia. Tiene sentido eso si reduce los estímulos, inclina al aislamiento, obliga a un esfuerzo de atención y de completar vacíos, si esa soledad sonora conduce a la recreación de un mundo replegado. Tiene sentido, pero la experiencia dice que hasta el sentido común conviene demostrarlo, no vaya a ser.

Ahora, un gran estudio ha analizado datos de más de 400.000 personas durante más de 10 años. Concluye que el riesgo de desarrollar demencia es un 42% más alto en las personas con problemas de audición y que el aumento del riesgo prácticamente desaparece en aquellas que usan audífonos. Es, como dice en declaraciones recogidas por el Science Media Center España (SMC) Tom Dening, catedrático de investigación contra la demencia, "una contribución importante a la idea de que el humilde audífono puede hacer mucho para luchar contra el gigante de la demencia".

Es una contribución que parece confirmar los mensajes del sentido común. Pero en esa carrera de posible aproximación se siguen escondiendo los pequeños fantasmas de las limitaciones, la confusión y la causalidad inversa. Se siguen escondiendo y sin embargo, para tranquilidad del mensaje final, el veredicto no cambia ni se enturbia: ante la pérdida de audición, mejor tratar de ponerle remedio.

Estos son los detalles.

El mayor estudio

Muchos trabajos han asociado la pérdida de audición con el riesgo de demencia, y un estudio de estudios con más de 20.000 personas lo cifró en un aumento del 28% hace cinco años. En 2020, un informe de la comisión Lancet estimó que esta pérdida está ligada al 8% de los casos de demencia en todo el mundo. Pero correlación no es causalidad, como es sabido y como incluso ya proclaman algunas camisetas.

El quid de la cuestión es si, más allá de ir ligados, perder audición provoca un deterioro cognitivo. Si, por tanto, corregir la pérdida atenúa el riesgo. Los pocos estudios hasta el momento sobre esto daban resultados contradictorios, pero eran demasiado pequeños y a corto plazo para poder ser fiables, así que las dudas se mantenían. En febrero de este año, sin embargo, una revisión con más de 100.000 personas decía que sí, que si las personas que los necesitaban llevaban audífonos, su riesgo disminuía un 17%. No era mucho, pero sí era significativo, y todos eran estudios a corto plazo.

Ahora, el gran estudio recién publicado, con muchas más personas y durante más de 10 años, dice que también, pero sube su apuesta al máximo: el aumento de riesgo desaparece prácticamente por completo y además estudia por qué. Contra lo que podría decir el sentido común, apenas parece deberse al hecho de que mejoren el aislamiento, la soledad o el estado de ánimo. Esas variables afectan en menos del 10%. El grueso del efecto tiene que ver con otros caminos, como que los audífonos disminuyen la carga cognitiva, el esfuerzo que les supone la escucha, y así pueden redirigir sus recursos cerebrales a tareas más ‘intelectuales’. En cualquier caso, ¿carpetazo final?

Todavía no.

Las odiosas limitaciones

El resultado es plausible, hasta cierto punto lógico y concuerda con las asociaciones previas, pero se encuentra con las molestas y a veces sempiternas limitaciones. Entre ellas está la naturaleza del estudio. Como los participantes no se asignan al azar, sino que usan audífonos según ellos lo decidan o no, pueden darse posibles confusiones. Podría ser que los llevara gente con más recursos, que por ello puedan disponer también de más posibilidades sociales y sanitarias y que estas ayudasen a frenar el deterioro. Los autores hacen varios análisis para tratar de descartar estas confusiones, pero también podría darse una variante de causalidad inversa, en la que no es tanto que el uso de audífonos prevenga la demencia sino que esta cause un menor uso de ellos.

Así lo explica también en el SMC Charles Marshall, profesor de Neurología en la Universidad Queen Mary de Londres: "Los audífonos producen un sonido ligeramente distorsionado, y el cerebro tiene que adaptarse a ello para que sean útiles. Las personas que corren el riesgo de desarrollar demencia en el futuro pueden sufrir cambios tempranos en el cerebro que afecten a esta adaptación y eso puede hacer que decidan no utilizarlos. Esto confundiría la asociación, creando la apariencia de que los audífonos reducían el riesgo de demencia, cuando en realidad su uso solo identificaba a las personas con cerebros relativamente sanos".

Es decir, las conclusiones del estudio pueden ser ciertas en mayor o menor medida, pero eso no quita que siga habiendo limitaciones incómodas. En general, estas suelen resolverse mediante un ensayo clínico en el que se escoge al azar quiénes van a seguir el tratamiento (quiénes van a ponerse el audífono) y quiénes no. Algunos consideran que esto no es ético, porque se impediría a un grupo acceder a una ayuda recomendable y seguramente efectiva, pero ya hay al menos un ensayo en marcha en Estados Unidos. [A este respecto, cuatro de cada cinco personas que necesitarían audífono en Estados Unidos no lo llevan. En Reino Unido, donde hay ayudas completas y universales, no lo llevan siete de cada diez. Igual que en España, donde las ayudas son generalmente parciales y varían según las comunidades].

Mientras tanto, el sentido común parece venir al rescate para emitir un mensaje. Independientemente de si los audífonos reducen el riesgo de demencia o cuánto, y aunque la adaptación no siempre es fácil, queda mucha gente que podría beneficiarse de ellos. Al fin y al cabo, como dice Robert Howard, psiquiatra de la tercera edad en la UCL de Londres, "los audífonos son importantes para reducir la soledad y para aumentar la calidad de vida, así que deberíamos animar a que se utilicen en cualquier caso". O lo que añade Dening, que "la gente no debería avergonzarse y debería buscar ayuda y tratamiento más pronto que tarde".

Si pueden devolver a más gente a la conversación, ese parece un tipo de sentido común que no hace demasiada falta demostrar.

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