Tercer Milenio

En colaboración con ITA

la vida de las piedras

Prepiri… ¿qué? Hoy proponemos alejarnos del Pirineo para apreciarlo mejor

Cojamos distancia y alejémonos del Pirineo para verlo con mayor claridad. Una barrera de sierras interrumpe, vigorosa, la llanura oscense... 

Sierras Exteriores, colosales pliegues, Pirineo de verdad.
Sierras Exteriores, colosales pliegues, Pirineo de verdad.
Ánchel Belmonte Ribas

El Pirineo, una enorme cordillera imposible de abarcar a golpe de vista. Una selva de sierras y macizos, follaje de roca, donde nuestra capacidad de percepción puede traicionarnos e impedirnos ver el orden y los límites. Porque los hay. Y la visión amplia que nos propone la geología es la llave para poder llamar a las cosas por su nombre.

A veces es preciso alejarse de algo, o alguien, para poderlo ver con claridad. A veces los árboles no nos dejan ver el bosque y puede que, en arriesgado paralelismo, tampoco las rocas nos dejen ver las montañas. Cojamos distancia y alejémonos del Pirineo para apreciarlo mejor. Miradores no nos faltarán y, si me aceptan la propuesta, las alturas de la sierra de Alcubierre –en los Monegros oscenses– son uno de los palcos de excepción.

Desde allí veremos cómo la llanura oscense se interrumpe de forma brusca contra un frente de montañas que se eleva vigoroso. Una barrera de sierras ejerce de frontera, sin transición, entre dos mundos físicos: montaña y llano, el Pirineo y la Depresión del Ebro. Porque sí, esas primeras sierras son –plenamente– Pirineo. Delimitan por el sur el perímetro del gran accidente geológico que es lo que, finalmente constituye esta y cualquier otra cordillera. Y como la lectora o lector ya habrá deducido, no hay un ‘Prepirineo’. No lo hay en el sentido de unas montañas que precedan a las pirenaicas.

De acuerdo, el paisaje del Pirineo central o Alto Pirineo es diferente. Claro. Las cordilleras son internamente tan diversas como lo es una ciudad, con barrios históricos, residenciales, polígonos, zonas verdes, deportivas… Pero dejen que el detalle apoye lo que les cuento. La foto que acompaña estas líneas está tomada en las Sierras Exteriores, en la unidad geológica más externa de cuantas los geólogos discriminan en la cordillera. Vean el pliegue, gigantesco, que compone toda una montaña. Es el resultado de una deformación brutal, consecuencia de la colisión entre las placas tectónicas ibérica y euroasiática. Y no se detengan ahí. Aprecien la enorme incisión que el río Alcanadre ha causado entrando a cuchillo en la roca. La erosión genera desniveles que en ese mismo lugar alcanzan los mil metros entre cimas y fondo de valle. No está nada mal, para ser lo que algunos relegan al rango de ‘pre’.

Los confines externos de la gran cordillera pirenaica merecen –poseen de hecho– el sello de sus hermanos mayores. Hijos de los mismos procesos, generados en un mismo e inmenso esfuerzo geológico del planeta. Algunos sucumben bajo el Atlántico y el Mediterráneo, otros se dan la mano con los somontanos oscenses o las planas aquitanas. Sin el ‘glamour’ de los tres mil metros (ni el sórdido acoso del rodillo del turismo), representan una cara más, igual de auténtica, de esa joya geológica que es el Pirineo. Me decía una persona del sur de Francia, sorprendida ante el término de ‘Prepirineo’, que en todo caso para ella eso sería el ‘Pospirineo’. Sencilla brillantez. Y es que, a veces, entender cómo otros ven lo nuestro permite conocernos mejor. Pero eso ya es otra historia…

Ánchel Belmonte Ribas Geoparque Mundial de la Unesco Sobrarbe-Pirineos 

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